Hace algunos meses escribimos sobre el tema y alertábamos sobre la necesidad de que se definiera la presencia del Estado en las cárceles venezolanas, donde desde mediados del siglo pasado (Siglo XX), el Estado Venezolano había delegado su responsabilidad en los reclusos más osados que manejados por las mafias imponen el terror y la ley del más fuerte en esos recintos, donde la degradación humana llega a extremos.
Desde hace muchas décadas las cárceles venezolanas han degenerado en centros de tortura, de humillación y de destrucción moral y espiritual de quienes no tienen influencias o no pueden pagar su permanencia en esos depósitos de cadáveres insepultos.
En ese artículo alertábamos que al Estado se la ido de las manos el control de las cárceles, que ha caído en manos de sicópatas, los denominados “Pranes”, con sus “Luceros”. Una situación insostenible que tuvo su primer alerta en 1994, durante el gobierno interino del intelectual Ramón J. Velásquez, que sustituyó en la Presidencia de la República por decisión del congreso, al defenestrado y enjuiciado por corrupción, Carlos Andrés Pérez. En esa oportunidad la rebelión fue en la Cárcel Nacional del Zulia, más conocida como Sabaneta, donde perecieron oficialmente 112 reclusos, perro se habló de unos 200, amén de los heridos y desaparecidos. Aquella horrible tragedia marcó para siempre la historia carcelaria del país, cuando se puso al descubierto que la locura desarrollada entre los internos llegó a los términos, que decapitaron a infelices y sus cabezas fueron utilizadas como balones para escenificar partidos de fútbol.
En esa oportunidad fue poco lo que duró el escándalo mediático, claro, era el gobierno de las mafias, de la canalla y para ellos no existía la “incompetencia” actual, ni los derechos humanos. Esos cientos de sacrificados no eran venezolanos como los de los Rodeos I y II, que hoy los responsables de aquella masacre están defendiendo con tanta vehemencia. Claro que a ellos no les importa la vida de esos infelices. Para estos PRANES de la política, lo importante es la carroña, porque como buenas hienas es su alimento, es su fortaleza.
Pero vamos a lo que motiva este artículo, el sistema carcelario venezolano. La situación no es nada nueva, solo que ahora las mafias son mas poderosas y se expresan en la existencia de Ongs y fracciones parlamentarias que vienen a fortalecer los tentáculos que por siglos han existido en los recovecos de la justicia y cuerpos de seguridad.
Nos atrevemos a sugerir una nueva concepción del sistema, para mejorar, humanizar y controlar su funcionamiento. En primer lugar las estructuras megas resultan un fiasco incluso para la producción industrial, lo que nos indica que para el manejo humano son más calamitosas y de allí que cavilando sobre este tema, creemos que la municipalización del sistema carcelario con micro internados que no alberguen más de 80 o 100 privados de libertad, es más fácil manejar la disciplina y más difíciles para que florezcan los clanes de Pránes, la creación de instancias del Ministerio Público y judiciales, que atiendan con la diligencia requerida los casos de los imputados e imputadas para poner fin a la denegación de justicia.
La clasificación de los imputados e imputadas para el correspondiente tratamiento de acuerdo al hecho cometido. Establecer programas que permitan mantener ocupada y en constante producción y capacitación a la población privada de libertad, para que de esta manera, quienes por una u otra causa son sometidos a privación de libertad, puedan continuar con sus responsabilidades familiares y no que castigando a un infractor, potenciemos a tres o más futuros infractores, a través del abandono en que viven luego que sus progenitores son encausados.
Otro aspecto sería la atención a los penales y su población con personal especializado tal y como lo ha venido planteando el maestro Elio Gómez Grillo, desde hace décadas a quien hemos seguido a través de su “Hora de audiencia” en el diario El Nacional y ahora a través de Ultimas Noticias. El doctor Gómez Grillo, un científico en la materia tiene más de 40 años luchando contra este flagelo, pero la mafia que se alimenta de la carroña carcelaria, al parecer es mas fuerte que este viejo roble, incansable buscador de la justicia verdadera para los más débiles. Lo otro seria meterle lupa a fondo a parlamentarios y esas Ongs, que fungen de asociaciones humanitarias, para ver que hiena se esconde detrás de esas caras de cándidos corderitos. De no tomarse medidas drásticas y urgentes seguirá para largo el tema de: Cárcel, mafias y ausencia de una política de Estado.
(*)Periodista