Ya no sirve decir “vota por ella o él, porque es cómo hacerlo por Chávez”

¿Quiénes deben ser nuestros candidatos?

En la jerga de los apostadores a los caballos a quienes, no necesariamente con certeza, usualmente llaman hípicos, se podría decir que Chávez está “sobrao”. No hay margen de duda. Es la figura indiscutible del proceso; porque la llegada de los soñadores y sus sueños al gobierno, en gran medida, a él se le debe; ha diseñado el camino, definido la meta y es el primer bregador sin tomar aliento para que las cosas se hagan de conformidad con lo estratégico. El apoyo popular a la revolución es un apoyar lleno de emoción y afecto a Chávez, por aquello, para usar conscientemente un lugar común, de “amor con amor se paga”. El presidente además de ser el primer ejecutor de las obras de la revolución, también lo es en cuanto a vigilar que las cosas se hagan. Es el comandante y el primer peón.

 Chávez, en fin de cuentas, es el pueblo en Miraflores. Siendo así, quienes le apoyamos no tendremos dudas a la hora de votar y entusiastamente conquistar votos para escoger presidente para el período venidero.

 Pero las dudas florecerán a la hora de votar y bregar para llenar los otros puestos que se someterán al juicio electoral. Los resultados de las encuestas de las empresas que a ello se dedican hablan, en su mayoría, del inmenso apoyo popular y aceptación del hijo de Sabaneta. Hasta del significativo respaldo del cual goza el Psuv, sobre todo al comparar con otros partidos. Pero en la calle, en algunas ciudades de Venezuela, sobre todo en el oriente del país, no se escucha el mismo cantar con respecto a quienes hoy desempeñan otros cargos importantes y sujetos a elección popular. Por lo que no es nada descabellado pensar, como lo insinuó el resultado de las elecciones legislativas recientes, que a los votos del presidente no le acompañen los de los otros cargos. Por lo menos, con el equilibrio deseado.

  En parte importante del país, hablando en términos cuantitativos, que nada tiene que ver con ese anacrónico criterio que “Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra” que aún persiste, pese la revolución y los revolucionarios, tal como lo puso de bulto la fiesta bicentenaria, funcionarios y sus ejecutorias, como gobernadores, alcaldes, concejales, etc., no gozan del aprecio y consideración debida de la mayoría de los partidarios del gobierno que andan en las calles. Por eso, repetir acríticamente esos candidatos, contando que el abrazo de Chávez empareja y hasta supera las dificultades, sería un garrafal error. Luce como difícil de alcanzar el éxito repetir el discurso de “no importa no te guste o creas no sirve, pero vota a su favor, piensa que en definitiva votas por Chávez.”

 Pero como dice un amigo, no resolvemos el problema votando por ese mismo candidato a sabiendas que no responde al interés popular y revolucionario, pero tampoco negándonos a sufragar por lo que conviene al proceso.

  Lo anterior significa luchar porque los candidatos no necesariamente tengan que ser aquellos con la natural resistencia opositora y la de parte sustancial, hasta mayoritaria, del chavismo y partidarios del proceso, más allá del partido. Funcionarios que son rechazados por un amplísimo espectro, por ineficientes e incapaces de entusiasmar a las masas, diseñar un plan coherente con la estrategia y hasta realizar las labores más sencillas, como recoger la basura que anda esparramada por calles de ciudades populosas o impedir que las aguas residuales nos ahoguen, no deberían volver a candidatearse. Como dice otro amigo, esos funcionarios todavía ni siquiera se han enterado del rol que les corresponde.

 No debe haber autoridad del gobierno ni vocero del partido que les respalde e intente darles “lo que natura non da”. Porque ellos, por sí solos, aunque dispongan de bienes y recursos,  lo que en exceso no debería ser, como para sustentar una campaña electoral, no pueden elaborar ni un discurso que les ponga al frente de las huestes revolucionarias. Simplemente porque ignoran dónde están parados.

 Por eso, para que tengamos éxito, sin desconocer el derecho de compañeros competentes y meritorios, que los hay en muchas partes, quienes ejercen funciones de gobierno de manera eficaz y coherente con la demanda popular y revolucionaria, de presentar de nuevo sus candidaturas, deberíamos exhibir, hasta donde sea posible y necesario, nuevos candidatos. Gente ajena al fracaso y la ineptitud. A quienes sepan bien que ser revolucionario no es ponerse una camiseta roja, gritar con aparente entusiasmo “¡uh! ¡ah!, Chávez no se va”, “pa´lante Comandante”, levantar el brazo izquierdo a modo de saludo, embutirse en un camioneta cual carroza fúnebre, sino enlazar el sueño general del presidente-pueblo, que lo es el proceso de cambio hacia el socialismo, con las tareas concretas por hacer en el espacio regional y local.

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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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