“El tiempo es la manera como la naturaleza evita que todo ocurra al mismo tiempo”
A. Einstein
En este tiempo, previo al año electoral y en proceso de formulación de Planes Operativos Anuales en las alcaldías que lo preparan, he oído en jornadas/talleres en las cuales he participado como facilitador, una frase que seguramente se oye con mucha frecuencia, que mas o menos logra expresarse en los siguientes términos: a) Para el 2012, que es un año electoral hay que hacer tal o cual cosa, b) No hay que olvidar que el 2012 es una año electoral y en consecuencias hay que meterle corazón al asunto.
Se deja colar una idea, que si nos detenemos a reflexionar sobre ella, nos descubrimos metidos en cuerpo y alma en los valores y parte de la “cultura” de la IV República. Es decir, con esta forma de plantear la cercanía de un año electoral, digamos que está reconociéndose que durante los años anteriores se estuvo (como el oso) dormido mientras pasaba el duro invierno y lo calientito de una futura campaña electoral sacude a los Alcaldes y Alcaldesas, obligándolos a salir de ese pesado sueño para intentar tratar en un tiempo relativamente corto, los problemas que no conocieron y que pretenden resolver en un año y con el “método” tradicional, según el cual; los asuntos van tratándose en la medida que se manifiestan como urgentes o caóticos.
Es una cultura propia de la IV y por consecuencia, es una manera de proceder con un sentido muy profundo sobre eso que a veces calificamos de politiquería barata, que muy en el fondo es un acto de irrespeto a los electores, porque en esta frase de “es un año electoral”, se recoge también la idea de la corta memoria y lo que es peor, el funcionario tiene la percepción que los votantes tienen muy bajo nivel de conciencia.
¿Qué pasó en la IV en torno a esto?
Los gobiernos y los funcionarios por lo general, durante los cuatro años de los cinco que tocaba su mandato, se dedicaban a lo suyo y muy poco atender los problemas que confrontaban las comunidades. Llegado el momento previo a las elecciones; los altos funcionarios actuaban bajo estas premisas: a) Repartir cosas y b) comprar votos, “invirtiendo” un poco de lo que sacaban de sus negocios con la asignación de contratos. En el repartir cosas, lo más que ofrecía eran planchas de zin para que los electores pobres continuaran con la cultura o tragedia de “su ranchito”
Cuando oigo a veces esta expresión, inmediatamente me veo en un momento de la IV aunque cronológicamente esté en el tiempo de la V. El sentido es el mismo, el tiempo se fue y frente al reto de una elecciones hay que tratar de votar la casa por la ventana o hacer en un año, lo que no pudo hacerse en cuatro y de una mejor manera. Inmediatamente, una asocia este “es un año electoral” con una falta absoluta de planificación, que debería ser para nosotros una importante herramienta de gobierno, porque es una de las más efectivas maneras de atender los problemas que las comunidades confrontan y padecen.
En sana lógica para los tiempos de la V; el deber ser ha tenido que estar centrado en recoger los frutos de 4 años de duro batallar con las comunidades. Ese batallar supone formular primero los planes y proyectos, luego preparar los proyectos de presupuesto participativo y finalmente (con las comunidades al lado) ejecutar lo que previamente se había formulado. En ese lapso, cabe también seguir, controlar lo que se estaba ejecutando para poder tener la opción de corregir a tiempo los errores. La modalidad de presupuesto participativo en muchos fue un sueño que ya se disipó y en otras son grandes asambleas que no conducen a planificar sino registrar una larga lista de necesidades que después no se ven reflejadas en ninguna parte.
Con esta frase: “Este es un año electoral” Encuentra a los Alcaldes, Alacldesas y otros dependencias metidos en cuerpo y alma en los tiempos y valores de la IV República.
