No están locos, son pendejos

Me encontraba en un abasto del pueblito de Tabay haciendo un mercadito,
cuando, ¡sorpresa!, me topo con un viejo escritor y camarada.
Instintivamente le extiendo la mano, pero me pregunta: “¿Me vas a dar la
mano, a mí? Yo no soy escuálido, soy oligarca”. Tenía el rostro duro,
amargo, desafiante, enfermo y cansado. Bueno, y de la manera más
indiferente y fría me dio la mano como quien concede una limosna. Nos
separamos para hacer nuestras compras, pero cada vez que nos cruzábamos
me lanzaba dardos contra Chávez: “Coño, vale, cómo hay corrupción. Todos
los militares están comprando apartamentos con dólares. A mí me compraron
el mío de un día para otro... Qué desastre de padre y señor nuestro. A
dónde nos llevan”. Estuve esperando que me lanzara la expresión que están
poniendo otra vez de moda los medios en el Este, “con mis hijos no te
metas”, pero recordé que los suyos vivían en EE UU. Iba recordando que
este viejo ex comunista, quien fue periodista y trabajó para el diario
“Clarín” (cuando lo dirigía Luis Miquilena), había celebrado con locura el
golpe del 11-A, y que posteriormente en un artículo que él mismo publicó
en “Ultimas Noticias” defendió al traficante de armas y super golpista de
Isaac Pérez Recao. Hasta creo que viene siendo familia de Isaac. También
recordé que este ex amigo y ex camarada, el 12 de abril de 2002 llamó a mi
hermana Milagros para decirle que a los Rodríguez nos iban a perseguir y a
capturar a todos; que no teníamos escapatoria por ser parientes del Fiscal
Isaías Rodríguez. Debe haber disfrutado con estas amenazas y con estos
odios. Mi hermana me llamó a Mérida dominada por el pánico y me preguntó
quién era este personaje que decía conocernos a todos. Yo le respondí: “Un
pendejo”. Pero allí, en aquel abasto, ya todo lo había olvidado. Así somos
los chavistas “asesinos de los círculos bolivarianos”, los que apoyan al
"tirano",... porque entonces recuerdo que aquel 12-A de la manera más dura
quise reclamarle aquel miserable gesto.

En otro cruce, entre el olor fresco de verduras recién traídas del páramo
y entre la jarana de la gente comprando, me dijo que estaba buscando a un
amigo común que le había llamado traidor, vendepatria y cobarde, entre
otras prendas insultantes. Entonces me contestó que ya le tenía un
sobrenombre, algo así como “manpuerdo” (no recuerdo, ni quiero acordarme)
y me explicó éste era el adjetivo que se le aplicaba a los que se encargan
de dirigir el miembro del caballo para que penetren a las yeguas. Ya la
enfermedad que desquicia a este tipo de gente la llevan en las
vulgaridades más asquerosas, en las palabras, en los gestos, en cualquier
expresión y pensamiento. Es la pesadilla que dice padecer Manuel
Caballero. Tampoco dije nada, y su gran dolor era quizá el que yo no
opinara sobre sus agónicos y desmesurados insultos; pero también me di
cuenta de que estaba bajo el influjo de las ridiculeces del imbécil de
Pedro León Zapata para quien todo aquel que apoya el gobierno de Chávez es
un miserable jala-bolas, él quien toda la vida ha vivido guindado de los
exiguos nísperos de los Otero, de Sofía Imber, de los Lusinchi y de los
CAP y de la más vil clase oligarca de Venezuela. A este viejo camarada del
PCV, cuando finalmente me lo encontré a la salida del abasto, cuando ya
estaba pagando a la registradora, lo dejé con la palabra a medio terminar;
me fui sin despedirme. No tienen remedio, son los hijos o discípulos de
“El Nacional” y de Globovisión. Se jodieron.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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