Que esa Hojilla siga cortando

A mí me parece que no se le ha hecho la suficiente justicia al programa La
Hojilla. Que no hemos caído en la cuenta de la importancia que ha tenido
en el desarrollo de la actual confrontación ideológica, en momentos cuando
aquí no se nos daba tiempo a meditar sobre el caos moral y político creado
artificialmente por los medios. La Hojilla salió a dar la pelea a los
medios en su propio terreno y mostró, cual el cuento del Príncipe desnudo,
cuán tigres de pura pantalla eran la tal Colomina, Isa Dobles, Napoleón
Bravo, Patricia Poleo, Yquebellesima Pacheco, el Matacura, Mingo, Carlos
Fernández... Y los hizo retroceder hasta el punto de que todos esos
programas perdieron su valor. Vimos con profunda nitidez lo realmente
horrible que son estos moderadores: sus gestos, sus odios retintos, su
vacuidades y miserables lacayismos. Cuando los papanatas escuálidos hablan
como unos genios expertos en todo, y nadie les pincha para que se vea cuán
fofos son sus argumentos, queda entonces flotando en el ambiente una
agobiante fetidez que todo lo pudre y envilece. Con la cortante Hojilla
cada tarde podemos verles sus costuras, sus memeces, poses y ridiculeces.
Mostrando esos videos sacamos nuestros propios fantasmas, eliminamos esos
asquerosos residuos que se nos atascan en la garganta, en el
subconsciente. Podemos respirar más tranquilamente, y nos sentimos
reivindicados frente a la jauría de los Cisneros, de Federico Alberto
Ravell y los Granier.

¡Por fin, dijimos, aparece un programa que sí sabe defender a la
revolución bolivariana, a Chávez! Y cuando se desataron ciertos ataques a
La Hojilla, uno podía percibir fácilmente las razones de esas
incomodidades. Exactamente las mismas que resaltan en ciertas personas (y
que izquierdistas) cuando Chávez dice las cosas por todo el cañón. En los
actuales momentos La Hojilla es uno de los frentes más importantes de la
revolución, y hay que hacer cuantos esfuerzos sean posibles para darle
aliento, vitalidad, porque sus únicos enemigos no son otros que la CIA
junto con ese mar de derrotados escuálidos que persisten en volver a los
tiempos de la IV República.

Uno de las críticas más comunes que he oído es que La Hojilla es vulgar.
Pero miren, aquí no se trata de vulgaridad: se suele ver como ordinario el
ataque directo al enemigo, sin cortapisas. ¿Cuántos seudo-revolucionarios
no se alarmaron cuando Chávez llamó como debía, “plasta” a lo que hicieron
ciertos magistrados con la sentencia sobre el 11-A? ¿Cómo querían que lo
llamaran, deposición?, ¿heces? Eso de “plasta” fue aplastante.

Hay que tener sangre de renacuajo para ser indulgentes con los traidores a
la patria, con los asesinos como Cisneros y Granier (y estoy seguro que ya
habrá por allí seudo-bolivarianos a los que esta expresión les causará
escozor, ¡se dan cuenta!). Esa clemencia es parricida. O decimos la cosas
como son o callamos para siempre. Decirlas tiene su costo. Cuando yo
escribí “Las Putas de los medios” en el 2002, me sorprendía que a muchos
camaradas les diera pena llevarlo en las manos, y hasta hubo quienes lo
forraron porque les daba vergüenza el título. Me decía entonces, qué clase
de revolución buscarán estos camaradas en el país, porque una de las
revoluciones más importantes es sacarse de la cabeza ese montón de
cucarachas podridas que nos han metidos los escuálidos desde que nacimos.
Cucarachas en las escuelas, en nuestros hogares, en los sentimientos, y si
no somos capaces de ver a la cara de esos horrores con valor, no vamos
hacer ninguna verdadera revolución.

Finalmente hay trabajos muy duros y hasta repugnantes, pero alguien tiene
que asumirlos. Bolívar dijo que a él le correspondió hacer el papel de
verdugo de los españoles porque había mucha gente que en medio de la
revolución sólo quería hacer el papel de simple ciudadano. Queridos
camaradas Eileen Padrón, Mario Silva García y Néstor Francia, les
agradezco profundamente el trabajo que están haciendo y jamás, jamás, como
lo hace Chávez, vayan desfallecer, ni aminorar en absoluto el ritmo de
ataque cualquiera sean las dificultades. Ustedes son también Camaradas de
las Dificultades.

jrodri@ula.ve





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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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