Las miradas infinitas se dirigieron al cielo en lo inmediato y al no darse las merecías explicaciones, se quedaron en aquel estado expectante hasta ahora. Un tiempo atrás, Vielma Mora, presidente entonces del Seniat, quien según lo que todos conocemos hizo un excelente trabajo, tanto que aumentó drásticamente la cifra de dinero ingresado a las arcas nacionales y la de contribuyentes, misteriosamente fue destituido sin que aún hayamos sabido la causa y su posterior marginación.
No había pasado mucho tiempo cuando el prestigio y admiración de los venezolanos hacia Samán se potenció, por la irreverencia de una señora que le arrojó a la cara un paquete de arroz, mientras intentaba defender a ella y todos los consumidores de la especulación en un hipermercado caraqueño.
En verdad Samán se volvió un “incordio” para especuladores de oficio y quienes hacían de alza de precios y acaparamiento armas políticas contra el proceso de cambio. A su combatividad, firmeza y solidaridad con la gente se le unían una inusual disposición a estar en todas partes y aparecer donde nadie le esperaba. Cambió la práctica adocenada oficinesca, declarativa por una de movilización y del hacer que no le dada tregua a especuladores, acaparadores y agiotistas. Mientras estos le odiaban, en el pueblo todo y especialmente en el universo chavista, su prestigio crecía como la espuma. Tanto que es probable que muchos de arriba, sin sus correspondientes y personales bases, empezasen a preocuparse por aquel ascenso vertiginoso y fundamentado de Samán.
Mucho más que cuando lo de Vielma Mora, se clamó por una explicación y retorno a una función donde su versatilidad, energía, claridad política deseo de servir, que son cualidades que rara vez se hallan en un solo individuo, hiciesen falta. ¡Y vaya que abundan esas necesidades!
Ante el clamor, se corrió la bola, como quien no quiere la cosa, que se destinaría a una función muy especial. Algo así como una de carácter secreto muy significativa que sólo se asignan a tipos como él y de extrema confianza. Con aquella como subliminal explicación, unida al silencio de Samán, se calmaron los ánimos.
Por esos días, Samán había intervenido el hipermercado “Éxito”, porque allí se estaba especulando. Días después, recomendó al gobierno nacional nacionalizase aquella cadena por diversos motivos. Lo que al final se concreto. Se dijo en entonces, que por ser aquella cadena comercial en parte propiedad de inversionistas franceses y estando el gobierno venezolano en buenas migas con Sarkozy, aquella decisión, desencadenada por el ex ministro, también contribuyó cayese “en desgracia”.
El silencio oficial y el del ex ministro, silenció a la opinión toda y sobre todo la chavista que había llegado a admirarle y respetarle. Para parodiar a abogados podríamos decir “ante silencio de parte afectada, bueno es el silencio”. No hay pruebas que dar.
Ahora Wikileaks y el propio Samán, “nunca es tarde”, revientan el asunto y revelan que todo se debió a una patraña de CAVEME, para en fin de cuentas, garantizarse seguir especulando sin clemencia a los venezolanos.
Quienes por desgracia estamos obligados a comprar medicinas persistentemente, sabemos de memoria que ese es el negocio donde más se especula. De un día para otro, sin que nadie dé una explicación, sencillamente porque no existe, los precios del ramo suben desmesuradamente. Puede darse, en muchos productos, hasta tres y cuatro aumentos mensuales. Lo más triste es que todo ocurre bajo un silencio más denso, muy espeso. Pareciera ser que cuando Samán intentó romperle le defenestraron.
De la embajada gringa y CAVEME, según Wikileaks, dijeron anticipadamente que le sacarían “como a un perro atado a una correa.”
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