Para los revolucionarios y las revolucionarias venezolanas y del planeta, es un motivo de alegría y esperanza renovada que el septuagenario Partido Comunista de Venezuela celebre su 14º. Congreso, en medio de una situación revolucionaria inédita en la Patria de Bolívar y que ese destacamento de la “clase obrera” sea parte importante de las fuerzas políticas que sostienen el esfuerzo de derrotar a imperialismo y la burguesía subalterna venezolana, bajo el liderazgo del comandante Hugo Chávez Frías para avanzar en el proceso de Transición hacia el Socialismo.
Con una historia de divisiones, desprendimientos y deserciones, fruto del largo proceso de confrontación política e ideológica del movimiento comunista internacional y del propio desarrollo de la lucha de clases en el país, nuestros camaradas del PCV han resistido distintos procesos dirigidos a la disolución, fusión y absorción con otros proyectos políticos, el último de los cuales, fue el llamamiento del comandante Hugo Chávez Frías a que ese partido se incorporara al proceso de construcción de una vanguardia revolucionaria dirigida a conducir, bajo su liderazgo, el proceso revolucionario venezolano al Socialismo; propuesta desechada por una parte importante de su Comité Central que, apelando a sus luchas históricas, a la defensa de sus principios y a su “pureza” de clase, frente al policlasismo psuvista, prefirió no poner todo esa rica y provechosa historia de lucha y sus curtidos destacamentos organizados, al servicio de la construcción de un partido unificado de los trabajadores y las trabajadoras venezolanas, manteniéndose al margen de ese proceso, pero sin romper con el proyecto de cambio revolucionario del cual participa, ni mucho menos desconocer el liderazgo del comandante Hugo Chávez Frías.
En el marco del debate sobre el carácter de la actual revolución venezolana y la concepción científica del Socialismo, cuyas consecuencias seguirán expresándose en seno de las fuerzas revolucionarias venezolanas, incluyendo al PCV, existe un aspecto cardinal sobre los cuales los comunistas venezolanos persisten en su tradicional concepción de la clase obrera; identificándola aún en este siglo XXI, con los obreros industriales y, atribuyéndole, la condición de vanguardia revolucionaria de los pueblos contra la burguesía y el imperialismo; excluyendo a los demás sectores sociales explotados del proceso industrial, el campo, el comercio, el trabajo independiente, el servicio público y la creación cultural, de esa vanguardia histórica de la revolución; dejando de considerar los abismales cambios científico-técnico que se han operado en el mundo del Trabajo y la sociedad de clases de Venezuela y el mundo y que, contrario al determinismo histórico del marxismo clásico, el Socialismo a construir no puede ser la continuidad de la Modernidad Desarrollista del Capital, sino la Humanidad Solidaria del Trabajo.
El hecho de que para la nueva composición del Comité Central, acordada por nuestros camaradas en su 14o. Congreso, se tomaron en cuenta “… las capas medias de profesionales y técnicos…”, confirma que, en esa materia, los comunistas venezolanos siguen increíblemente atados a fórmulas históricas del siglo XIX, nada comprensibles en las actuales condiciones de la formación y desarrollo de la vida social Capitalista, en su fase suprema imperialista-monopolista globalizadora, al separar, nada menos que a los profesionales y técnicos del conjunto de los obreros industriales a quienes les otorgan la condición de “vanguardia revolucionaria”, cuando son precisamente estos profesionales y técnicos, la nueva expresión avanzada de la clase obrera por su nivel de dirección, ejecución y control de la producción de bienes y servicios, dado su alta calificación técnica y científica, a tal punto, que su participación es hoy imprescindible en la lucha por reemplazar, totalmente, el control que los capitalistas siguen teniendo sobre la producción y transmisión del conocimiento, la dirección de los procesos productivos en las fábricas y los sembradíos y los procesos de comercialización de bienes y servicios.
Si las afirmaciones de nuestros camaradas del PCV tienen implicaciones en el marco de la lucha de clases en las unidas de producción industrial social, entonces el llamado “Control Obrero” en las fábricas de la propiedad estatal de la Venezuela de hoy, deben excluir a ese creciente sector de estos “obreros del siglo XXI”, con elevados niveles de conocimiento; la mayoría de los cuales provienen de hogares de trabajadores y de trabajadoras y sin cuyo concurso, es sencillamente imposible que se pueda controlar y desarrollar la producción industrial porque, en la división capitalista del trabajo – y por ende del conocimiento – esos “obreros del siglo XXI”, que nuestros comunistas siguen calificando de “profesionales y técnicos”, tienen el dominio de la técnica y la ciencia que hacen posible el desarrollo y la transformación de los complejos procesos de producción industrial.
Es importante reconocer, sin embargo, el peso ideológico y cultural que sobre ese sector de la clase trabajadora tienen hoy los valores de la sociedad burguesa y la influencia política que sobre sus integrantes tienen las propuestas contrarrevolucionarias de la burguesía y el imperialismo, pero ello lo que debe conducir a los comunistas y a las otras corrientes revolucionarias venezolanas no a separar estos “obreros del siglo XXI” de la “clase obrera”, sino a aumentar el trabajo ideológico y político entre trabajadores y trabajadoras, que permita superar su subordinación de la patronal e incorporarlos en la vanguardia de la revolución hacia y por el Socialismo.
En consideración a lo anterior, con mucho respeto por nuestros camaradas comunistas, pretender en este siglo XXI venezolano, de Nuestra América y el Planeta, que una minoría burguesa explotadora y depredadora pueda ser reemplazada históricamente en la compleja conducción del Estado y la sociedad y en el dominio del proceso productivo, y su distribución, por una minoría obrera industrial que separa sus propios “profesionales y técnicos” – los nuevos obreros del siglo XXI -, es una manera incomprensible de aplicación de la ciencia del marxismo como instrumento para el estudio, interpretación y transformación de la realidad histórica de los pueblos y de la Humanidad en el tercer milenio de ésta Era y, una extraña analogía del “Fin de la historia”, vista desde los revolucionarios y las revolucionarias de Venezuela y el planeta.
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