Los medios del mundo está de pláceme. Hay noticias y sobre todo muchos
lloros. Los medios saben que la risa mueve a risa y por ello en los
programas cómicos colocan fondos con carcajadas. Ahora se trata de mover a
la congoja, a la tristeza, a la pena, y se muestran a seres abatidos,
rezando con lágrimas en las mejillas, como figuras de la propia Virgen
María. Se ha perdido a un gran hombre y ese hombre estaba con Dios, era lo
más cercano a Dios. Pero también muere, como cualquiera de nosotros.
Estuvo mal y a punto de irse durante muchos meses, y nadie lo perdía de
vista. Un hombre que siempre se mantuvo en la cúspide de los medios de
comunicación del mundo viajando, opinando sobre toda clase de temas
principalmente políticos, cerró su estrella de primera figura del mundo
muriendo con todas las cámaras y todas las pantallas fijas en una ventana,
en una luz misteriosa, en una estela de profunda religiosidad, centro de
la historia interminable de una vida apegada a la verdad, a la justicia,
al amor hacia los pobres.
Todo falso. Todo oscuro. Todo obra de los medios.
Y al fin los medios venezolanos tuvieron un aire nuevo de plegaria
luctuosa para hacer propaganda. También han llorado falsamente. Han rezado
falsamente. Han pedido por la paz, por la libertad y por el bien supremo
de la unidad de los pueblos. Baltazar Porras ha salido de su silencio a
dirigir una misa en cadena, que tenía que darse en el territorio imposible
de lo posible. Jarana, jarana.
Cerca de la virgen cercenada, o de la virgen robada, donde se montó un
templo católico al aire libre desde el cual intentó derrocarse a un
gobierno democrático, elegido por el pueblo.
RCTV está de luto activo, con el mismo crespón que utilizaron cuando se
asesinaba en Altamira. Globovisión está compungida, abrumada con su
locutor estrella, el Matacuras. CNN nos apabulla con su pertinaz recuerdo
de lo que ha sido el Papa peregrino, el Papa sublime que acabó con el
comunismo. Todo un formato elaborado por el Gran Hermano del Norte, íntimo
de los sabuesos de Bush, para que sepamos amar lo bueno, lo útil, lo
noble, lo sabio, lo perfecto, lo sagrado, lo virtuoso y espiritual del
universo.
Todo eso fue el Papa y cada uno de nosotros debe tratar de emularlo.
Cuanto hizo el Papa fue bueno y generoso. Yo recuerdo cuando pasó por
Mérida y se anunció por la gran prensa a página completa: “Dos papas
llegan a Venezuela”; era un anuncio comercial de una papa frita
internacional que se lanzaba al mercado y hacia su debut aprovechando la
visita del Santo Padre. Sin duda que había sido previamente negociado con
la Conferencia Episcopal Venezolana. Uno pensaba que se había hecho a
espaldas del Papa, pero entonces cuando visitó a México esa misma
transnacional sacó su producto con la foto del Papa en su bolsita. Jamás
se conoció una protestas oficial por este uso del mercado del nombre
sagrado del Papa. Cosas santas del neoliberalismo, tal cual le gustan
padre Luis Ugalde.
Pues, también recordaba aquellas imágenes de Juan Pablo II llegando al
aeropuerto de Managua y tratando con soberbia y casi con violencia al
poeta Ernesto Cardenal. Lo recuerdo, digo, cuando estuvo en Mérida y todas
las viejas emperifolladas y ricas de la ciudad monopolizaron los primeros
lugares de la Hechicera para que el Santo Padre les diera la ostia, y no
hubo un solo ser católico que se acordara del verdadero santo del lugar:
Juan Félix Sánchez. Para Juan Félix no hubo espacio en esa jauría. Y
recuerdo que Blanca Ibáñez estuvo cerca porque ya había sido recibida por
el mismo Papa que luego le daría una audiencia especial a William Dávila
Barrios, organizada desde el Vaticano por Baltasar Porras. William llevaba
a su segunda esposa, y quería que se le aceptara en el reino de Dios, como
si se tratara de su primer matrimonio. Más de cien millones de bolívares
para aquella época se cepilló William Dávila en una viaje al Vaticano
llevando una numerosa comitiva. Recuerdo también, que el Papa volvió a
Venezuela cuando Caldera, para la beatificación de una santa que aquí casi
nadie conocía, sólo para atenuar la conflagración que se avecinaba por el
aumento de la gasolina, y la terrible situación económica que sufría el
pueblo, razón por la cual yo publiqué aquel artículo titulado: “Por la
falta de papa nos traen al Papa”. Mientras otros lloran sin pensar en nada
de esto, yo no puedo evitarlo. Así fue y espero que no lo sea siempre.