“Chamo, yo no he visto a ningún motorizado cumplir la ley”, me comentó un chamaco, días después de publicado en Gaceta Oficial (39971 del 04-10-11) el Decreto 8495 que el presidente Hugo Chávez firmara para aprobar el Reglamento Parcial de la Ley de Transporte Terrestre sobre el uso y circulación de motocicletas en la red vial nacional y el transporte público de personas en la modalidad individual moto taxis.
Tal vez al filo del caos (es mejor tarde que nunca), surge el mencionado reglamento. Por sí misma, su letra no será suficiente para que algo de sindéresis pueda notarse en el infernal vaivén del tránsito caraqueño. Queda de parte de los amigos y amigas de los vehículos birruedas y también de nosotros (sí: de nosotros), su cabal cumplimiento.
Son importantes todos los puntos contemplados en el articulado general pero algunos de ellos, como los que mencionaremos a continuación, resaltan por su visibilidad diaria. Es allí donde unos y otros debemos acentuar la contraloría social.
No se debe: exceder los límites de velocidad; adelantar otro vehículo detenido que dé paso a peatones; violar el derecho de la ciudadanía a cruzar las calles cuando los semáforos así lo indiquen, o sea, no comerse la luz; circular por canales diferentes al de la derecha; circular sin el chaleco con color de acuerdo al uso de la moto (verde oliva con franjas grises para particulares, comercial o deportivo; amarillo con franjas grises para militares o policías; azul con franjas grises para servicio oficial o gubernamental, y anaranjado con franjes grises para mototaxistas. Las franjas, en todos los casos, tienen que responder a la condición de ser retroflectivas.
Tampoco se debe: circular sobre las aceras ni otros espacios para el peatón; comerse la flecha; adelantar vehículos entre canales; desplazarse con las luces –delanteras y traseras- apagadas; usar chaleco sin el código alfanumérico del carnet de motociclista; manejar escuchando audífonos y otras que como señalamos antes, están en el reglamento que deberíamos caletrearnos.
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