Jamás voy a sumarme a los compatriotas que prefieren decir La vinotinto y no Venezuela. De la misma manera que Vallita en lugar de Virgen del Valle y La caldera del diablo en lugar del gimnasio cubierto Luis Ramos.
Los apelativos son despectivos y cuando pretenden presentarlos como “vainabuena” siempre contienen un veneno escondido. Ustedes saben por qué los medios audiovisuales e impresos privados se empeñaron en proyectar y posicionar el apelativo La vinotinto en lugar de Venezuela porqué es una forma de ningunear nuestro bello nombre de país; porque cómo Venezuela hoy, según la óptica de los dueños de esos medios, no produce un carajo bueno, era necesario divorciar del país de nuestra excelente selección nacional de futbol mayor llamándola La Vinotinto. Decir La Vinotinto no es lo mismo decir Venezuela cuando se trata de la Selección Nacional. Vinotinto no tiene nada que ver con Venezuela porque todo lo que huela a Venezuela no sirve. Ese es el piquete de ese vocablo. Aunque Ud., amable y paciente lector, no lo crea esa es la pura verdad. La vinotinto es una marca que el Marketing de La Canalla, a través de sus medios y de sus técnicos, le “vendió” a los venezolanos, que muchos “compraron”. Para ello se aprovechó de apelativos como La canariña, de Brasil, y La albiceleste, de Argentina. En la guerra mediática no importa utilizar cualquier herramienta con tal de lograr el objetivo. O es qué acaso no se han dado cuenta como esos medios tratan de decir que el gobierno venezolano no tiene nada que ver con el éxito del seleccionado nacional. Y que La vinotinto logró unir a todos los venezolanos, cosa que no ha hecho el gobierno. Permita Dios y La Virgen del Valle que no terminen de contaminar políticamente el equipo y lo metan en la arena electoral de 2012.
Para los escuálidos no existen estos tremendos estadios que hizo Chávez para la Copa América. Ni el apoyo que la hado su gobierno al combinado nacional. Y que conste. No he visto al Presidente haciéndose eco de esos logros como he visto a sectores privados empeñados en drenar para sus intereses el desempeño de la oncena venezolana.
Siempre he criticado a esos comunicadores que se empeñan en etiquetar con apelativos rimbombantes y llenos de falso nacionalismo la calidad de un deportista individual o de conjunto. Venezuela, hoy por hoy, es uno de los machos del futbol latinoamericano una de las praderas más áridas de transitar para ganarse un cupo al Mundial. Antes, cuando éramos la cenicienta, el sparring de ese grupo y perdíamos por paliza nos llamaban Venezuela. Y ahora que somos uno de los machos de esa comarca, nos llaman La vinotinto.
Lo peor de todo es que todos sienten orgullo de decir La vinotinto. Y en esa parranda también está anotado el Servicio de Medios Públicos. Sin dudas, el posicionamiento del apelativo La vinotinto es difícil de extirparlo. Ya esas dos palabras están enquistadas en el discoduro de los venezolanos y es casi imposible extirparlas. Cómo será que un colega y amigo del alma, que sabe de Marketing, dijo que mi tesis es pura paja loca. Yo sólo le respondí. “Ese es tu peo. No el mío. Estoy claro en que es Venezuela y no La vinotinto. Te imaginas qué en la camiseta en lugar de Venezuela escriban La vinotinto”. Ganas no le falta a los que inventaron ese apelativo.
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