Principios que igual valen para todo el que se vea sorprendido frente a un televisor, sin saber muy bien qué hacer o qué pensar.
1. Abril de 2002 nos demostró el enorme poder movilizador de los medios antichavistas. Tanto dieron que la reventaron. A la democracia. Hicieron alarde de su fuerza, nos la tatuaron en la memoria, a fuego de policía y francotirador. Pero el mismo acontecimiento, su desenlace, nos enseñó que incluso un poder tal tiene sus límites. No sólo no es intocable, sino que es derrotable. El juego de la política siempre se decide en la calle.
2. En consecuencia, desconfiar de los análisis que arrojan conclusiones parecidas a ésta: cuando la revolución bolivariana ha sufrido derrotas, es porque el pueblo ha sido manipulado, como cuando la propuesta de reforma constitucional. Un poco de rigor en el análisis, camaradas. Por regla general, apelan al recurso retórico de la "manipulación" quienes siguen considerando, peso a todo, que el pueblo venezolano es una masa bárbara que habría que adoctrinar para que entienda la necesidad de transitar hacia el socialismo.
3. Perdemos el tiempo denunciando el "terror" mediático en abstracto. No indignarse, nunca entristecerse ni escandalizarse. Si nos limitamos a responder con insultos a la empresa sistemática de criminalización del chavismo, contribuimos al envilecimiento del discurso político. La palabra clave es: estrategia. Lo que es preciso develar es la estrategia de los medios: a qué reglas obedecen los discursos que despliegan, qué efectos de poder producen.
4. Desconfiar siempre de los medios que nos enseñan que nada sirve, tanto como de aquellos que nos dicen que todo está perfecto.
5. Tomar nota: desde 2007 se produce un notable y decisivo giro táctico en el discurso del antichavismo. En adelante, y hasta el sol de hoy, su esfuerzo se concentra en la crítica de la gestión del gobierno bolivariano. La respuesta automática de los medios oficiales fue cerrarse a toda crítica popular de la gestión. Esto último hace infinitamente más daño que cualquier táctica de los medios antichavistas. No ceder jamás: es falso que la crítica es contra-revolucionaria.
6. No peleamos por la Verdad, en abstracto. Si llegáramos a creer que estamos "condenados" a triunfar porque encarnamos el Bien, estamos condenados a la derrota. No caer en la tentación de la moralina, que siempre es conservadora.
7. Para dejar de ser un lector (televidente, público, usuario, etc.) desprevenido, un buen comienzo es disponerse a construir medios dignos de lectores prevenidos.
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