que ni siquiera se perciben como tales apoyándose en unas «expectativas
colectivas», en unas creencias socialmente inculcadas»
Bourdieu, 1999*
Para tratar de verle la raíz al problema de la violencia en Venezuela, sugiero que el análisis parta de un marco de referencia que permita observar la situación (violencia) en dos planos. Un primer plano, supone procesar el fenómeno de la violencia ubicándolo en el contexto (general) de la sociedad capitalista que henos tenido (y tenemos) en la cual se han perfeccionado toda forma y tipos de violencia. No cabe solución al problema de la violencia en el marco de la sociedad capitalista porque este fenómeno es un elemento natural al sistema. Dentro de este primer nivel de referencia, pueden aprovecharse las ideas de un intelectual que trabajó duramente el tema y ofreció sin lugar a dudas un aporte importante. Pierre Bourdieu y sus consideraciones sobre la violencia simbólica son un insumo necesario para entrarle al tema y producir un estremecimiento de la sociedad.
Este primer marco de referencia ha de complementarse con una lectura adecuada de la estrategia sobre la cual trabaja la MUD. La consideración de esta estrategia y la respectiva evaluación de la inseguridad, como una manifestación o un síntoma de esta gran enfermedad que definimos como violencia, implica necesariamente una descripción de todos sus elementos porque nos estamos quedando en los estrechos criterios impuestos por los medios de comunicación opositores y sus operadores. Observando entonces el problema, se capta la venta de una idea muy raquítica de la violencia y una muy pomposa e intensa sobre la inseguridad. La violencia como hecho o fenómeno, aparece dimensionada en las muertes que se suceden a diario, a una agresión física si ella está vinculada con el chavismo, a los ajustes de cuentas y a otras muy específicas circunstancias que lo acercan al problema de la inseguridad. El fenómeno según esta versión, tiene un espacio predilecto (el barrio) y unos sujetos cuyos rostros se descontextualizan del sistema, pero su identidad territorial y social es el barrio.
Si retomamos dos de las preguntas que formulamos en la primera entrega, ellas me permiten centrar el análisis. Pregunté: ¿Por qué una mujer o muchas mujeres deciden agrandarse los senos y las nalgas? ¿Por qué un joven se interesa por robar un par zapatos y es capaz de matar para quedarse con el par de zapatos? Estas dos situaciones que lucen muy distintas y desconectadas, caben perfectamente en lo que Pierre Bourdieu denomina violencia simbólica. Una más refinada, menos inteligible como violencia porque el sistema la ha institucionalizado haciendo uso de la mujer como un objeto, pero ambas se construyen o generan desde los propios valores del sistema.
El joven del barrio procura unos zapatos y por ello es capaz de matar, porque tener precisamente “ese par de zapato” (la marca) lo hace visible y le ofrece la oportunidad de “ser alguien”. Tener una cosa de marca lo hace sentirse visible y esa visibilidad que se adquiere con “la cosa” no es producto de una lluvia, son parte de un bombardeo de antivalores que el sistema produce. El caso de la expansión de las nalgas y los senos con biopolímeros y que nos reduce a todos (hombres y mujeres) a unas medidas 60-30-90, es en el mejor de los sentido una situación en la cual el nivel de crueldad es tal, que lo entendido por Pierre Bourdieu sobre el proceso de violencia simbólica, se hace pequeño para entender este mecanismo. Percibir que “los dominados contribuyen a su propia dominación”[i] es un drama lacerante.
No cabe la posibilidad de tratamiento al fenómeno de la violencia y a su efecto la inseguridad, sin pensar el problema de la televisión y todos los elementos de ese sistema comunicacional a través de los cuales se concreta ese proceso de “arrancar sumisiones” y promover la violencia como un valor. En esto convine un emplazamiento a la iglesia católica y su jerarquía que hasta ayer llamaba a la sociedad a estar alerta sobre las porquerías que salen de ese sistema y hoy inexplicablemente o muy explicablemente va de la mano con ese sistema.
Hay un comercial en televisión de promoción de unos zapatos y en la publicidad, lo menos que se ve son los zapatos. En vez de los zapatos se muestran (y venden) nalgas de modelos. No hay ninguna ingenuidad en esto y aunque este hecho no parece tener vinculación con la expansión de la nalgas y senos a través de células; si la tiene. Los “modelos” venden el objeto mujer y además de vender ese objeto/cosa, la reducen a centímetros. Una mujer para ser mujer y tener la opción que la desean (que no es lo mismo que amar) debe ser únicamente una figura (maniquí) 60-30-90. De la misma manera del cómo los zapatos son una manera de ser visible y llega a matarse por eso; la expansión de senos y nalgas se convierte entonces en una forma de hacerse visible y si tienen que dejarse matar para hacerse visible, creo oír en las voces de muchas mujeres (y hombres también) su decisión de: vale la pena.
En el fondo el sistema de antivalores de la sociedad capitalista te acosa y eso es violencia pura. Es válido los juicios de Pierre Bourdieu y son válidos también las ideas contenidas en ese excelente obra de de Erich Fromm en los que contrasta los modelos de vida centrados en el tener y el ser.
[i] Citas tomadas de: FERNÁNDEZ Manuel: La noción de violencia simbólica en la obra
de Pierre Bourdieu: una aproximación crítica