“Hipócritas” y “Ovejas Negras”: La Maraña en la CELAC

Leyendo la editorial “Esperando a Mami” de la primera quincena de
noviembre 2011 de Punto Final, revista chilena, me sorprendí porque
resalta la posibilidad de que la Concertación de Partidos por la
Democracia que gobernara Chile por veinte años tenga posibilidad de
triunfar en las próximas elecciones presidenciales con la
ex-presidenta Michelle Bachelet (“la Mami”) debido a su supuesta
popularidad. Un poco como que estuviera escrito el futuro cercano de
Chile la editorial resalta que “la clase dominante tiene claro que
cometió un garrafal error con el retorno de la derecha a La Moneda”
porque la Concertación hubiese jugado mejor su papel de facilitar la
acumulación de riqueza sin despertar conflictos. Esta revista es muy
digna y muy relevante al pensamiento crítico en Chile, lo que
sorprende es que justamente siempre llamó a votar por la Concertación
siguiendo el esquema del mal menor, como lo hicieran muchos sectores
que se consideran progresistas y finalmente planteé tan obvia verdad
en este editorial de noviembre.

Vale decir que muchas organizaciones pequeñas políticas de
izquierda, movimientos sociales y ciudadanos individuales condenaron
repetidamente esa actitud dominante en favor del voto útil. La
Concertación, una coalición simplemente de una derecha “refrescada” ha
sido favorecida por muchos ricos del país. La Concertación traicionó
su programa original y al pueblo chileno que la respaldara, nunca fue
de izquierda, nunca tuvo proyecto y simplemente continuó las políticas
neoliberales fortaleciendo el ritmo de explotación despiadada de la
gente de trabajo a favor del enriquecimiento de los poderosos. La
camada de politiqueros y administradores que la componen ha sido
francamente deshonesta, además de neoliberal, y ha adulado a los
ricos. Lo que ha quedado muy claro hoy con la emergencia de los
estudiantes y otros sectores finalmente capaces de organizarse
masivamente en la protesta –algo que si no sucedía antes no era porque
no fuesen conscientes años atrás sino porque el enemigo es finalmente
mucho más claro hoy cuando gobierna la derecha tradicional que antes
cuando los ex-izquierdistas de la Concertación estaban en el poder
porque estos manipulaban a su antojo a una gran parte del movimiento
social y popular y por lo tanto lo desmovilizaron durante todos sus
años de gestión.

Esta situación que vivió Chile, gobernado por los que “parecen
pero no son,” es un asunto para mi tan serio para la unión continental
como el de los países gobernados por las mentadas “ovejas negras” de
la cumbre de la CELAC -caso de Colombia, México, Chile hoy, Panamá,
Honduras, Costa Rica y otros. Porque estos gobiernos últimos,
derechistas todos, son abiertamente neoliberales y están estrechamente
vinculados y comprometidos con el imperialismo norteamericano y
europeo. Pero los otros, los hipócritas, como el Chile de tiempos de
la Concertación, gobiernos elegidos por sus pueblos para hacer
cambios ya que representaron por años una alternativa de izquierda y
que una vez en el poder llevan una agenda neoliberal y juegan en el
mismo equipo de las “ovejas negras,” no pueden ser ignorados por la
peligrosidad que representan. Basta leer los comentarios positivos y
los análisis económicos y políticos halagüeños de los medios de
desinformación dominante y de los poderes del Norte para entender que
se los considera “confiables.” Mientras que a los miembros del ALBA
les llega la condena total y sobre ellos se descargan todas las
aberraciones surrealistas de las que esos mismos medios y gobernantes
del Norte son capaces. Y esto siendo que el ALBA es una organización
legítima integrada por países que ni están fuera del sistema ni
impulsan una revolución socialista, con la sola excepción de Cuba, y
que la meta del ALBA es más bien favorecer la auto-determinación de
cada pueblo y el comercio justo.

Ahora bien, la formación de la CELAC es muy importante tal como
muchos han planteado y el optimismo es muy comprensible dada las
esperanzas que genera ver tomar forma esta unión a pesar de las muchas
dificultades. Pero, no puede dejar de resultar curioso que esta
realidad tan evidente, del papel de los gobiernos de Brasil, Uruguay,
El Salvador y ahora Perú, pase totalmente desapercibida, que se les
legitime simplemente por el discurso siendo que la acción está en
total contradicción con este. Sería inaudito, a esta altura de las
cosas, que pensáramos que existen en Latinoamérica, o en el mundo,
países neutrales; obviamente, o estás a un lado o al otro ahora más
que nunca debido al creciente poder de los ricos y a la creciente
presión del imperialismo exigiendo toma de posición en un mundo que
continúa siendo unipolar a pesar de ciertos indicios de cambio. Muy
diferente fuera si cada país latinoamericano y caribeño pudiese elegir
un gobierno cualquiera pero que mantuviera su auto-determinación y
respetara a los otros en un acuerdo común; pero esto no es aún
realidad y el neocolonialismo es una realidad incluso para Brasil cuya
oligarquía quiere verse como dirigiendo su propio sub-imperialismo.

Y Brasil es el país más grande de América Latina, pero no por
eso es ni el mejor ni el más ejemplar; por años el Partido de los
Trabajadores (PT) y su líder, Luis Inácio Lula da Silva, han
esperanzados al pueblo brasileño en su lucha por alcanzar el poder el
2003, gracias al apoyo de otras fuerzas políticas y sociales, pero no
por eso el gobierno de Lula y el PT dejó de ser un gobierno más
neoliberal, afirmado esto por la nueva presidenta Dilma Roussef y que
dividió y desmovilizó al movimiento social que justamente había dado
la batalla fundamental a los gobiernos anteriores y fuera el sostén
de Lula y el PT. Con un significativo apogeo económico, debido al
aumento de la demanda y a los precios de las materias primas que los
trabajadores y trabajadoras brasileñas producen, la economía de Brasil
ha crecido. No por eso deja Brasil de ser un socio importante del
Fondo Monetario Internacional y de otras instituciones de dominio
capitalista, ni sus corporaciones (muchas de ellas multinacionales)
tienen por eso una actitud más cooperativa con los países de la región
o vecinos, como Paraguay y Bolivia, sino más bien domina una actitud
de abuso y oportunismo. Brasil ha intervenido en Haití y cometido
graves crímenes durante la invasión “humanitaria” contra el
vilipendiado hermano pueblo haitiano a la cabeza del plan del
imperialismo norteamericano, lo que no dejará nunca de ser una
vergüenza que quedará grabada en la historia del continente
latinoamericano.

El caso de Uruguay es también relevante, porque el Frente
Amplio, la coalición de partidos de izquierda que sobrevivió la
represión y el crimen de la dictadura que comenzara con el golpe de
estado en 1973 y durara hasta 1985, llega finalmente al gobierno el
2005 con el mandato de abrir una nueva etapa en la historia del pueblo
uruguayo, pero en verdad el presidente Tabaré Vásquez y su ministro de
economía Danilo Astori toman desde el primer momento una actitud
sometida incondicional con Washington, y teniendo como referente a los
gobiernos de la Concertación chilena, llevan al país a mayores
ataduras y compromisos de deuda con el FMI y el Banco Mundial y
apertura a los capitales extranjeros –se extranjerizan cerca de 5
millones de hectáreas de tierra productiva que son dedicadas
mayormente al monocultivo en vez de a un proyecto nacional equitativo.
El gobierno de Vásquez, y luego el de José Mujica mantienen tropas de
intervención en Haití cometiendo crímenes contra el pueblo haitiano
con ese mismo ejército que violara los derechos humanos del pueblo
uruguayo.

El caso de El Salvador no es diferente. El pueblo salvadoreño
ha sido sometido a uno de los crímenes más grandes que se conocen en
la historia de América Latina simplemente por haber tenido el
atrevimiento de levantarse en los años 70 como ya se había levantado
en los años 30, siguiendo a Farabundo Martí. Las secuelas del
sufrimiento que la oligarquía nacional y el imperialismo
norteamericano le hiciera pagar al pueblo salvadoreño no han de
borrarse. En un despertar, donde se vuelve a sacar aliento, los
dominadores son desafiados y el Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional llega al gobierno con Mauricio Funes de presidente
pero en vez de cumplir con las aspiraciones del pueblo y sumarse al
ALBA, alianza que hubiese beneficiado a El Salvador como ha
beneficiado a Nicaragua, el gobierno del FMLN toma el otro camino y se
pone al servicio de las políticas imperialistas en Centro América,
confundiendo a los salvadoreños con el mito de que Funes hace una cosa
diferente de lo que el FMLN quiere, una versión muy ridícula que con
el tiempo es crecientemente no creíble. Para hacer méritos el mes de
junio pasado, el viceministro de Relaciones Exteriores, Carlos
Castañeda, participó en el Foro Corporativo de la Democracia en
Vilnius, capital de Lituania, un foro político de extrema derecha
creado en Polonia el año 2000. Y en el mes de agosto pasado el
gobierno salvadoreño envió 22 militares a Afganistán a ser parte del
festín de atropellos y muertes contra el pueblo afgano.

Todos estos gobiernos han usado diferentes excusas para
justificar su abandono de los programas prometidos a sus pueblos, para
la Concertación chilena cumplir era imposible debido a los “amarres
que había dejado la dictadura cívico-militar de Pinochet,” y ellos
terminaron amarrados a ese mismo modelo. Para Lula y el PT en Brasil
simplemente se trataba de que “ellos nunca habían sido de izquierda” y
que el crecimiento de Brasil era prioritario y, como por arte de
magia, produciría más igualdad. Para el Frente Amplio en Uruguay la
excusa fue que el país no tenía capital para el proyecto prometido y
se trataba de “hacer un capitalismo que funcione” y de “agrandar la
torta para que haya torta que repartir.” Para Fúnes, y el FMLN, en El
Salvador, las relaciones con Estados Unidos son de primera importacia
por el comercio y por las remesas de los emigrados.

Estos gobiernos han causado un gran daño al traicionar los
programas que prometieran porque al hacerlo les han quitados a sus
pueblos toda esperanza de transformación, ha aumentado la
desmoralización general y se ha quemado la oportunidad de transformar
que costara tanto construir. Han jugado un papel muy importante para
el sistema dominante comprobando que incluso cuando llegan al gobierno
quienes prometieran cambios estos no se dan, “son todos iguales.”
Mucho tiempo ha de pasar para que el daño que estas traiciones se
superen y vuelva a nacer una alternativa transformadora.

En Perú también el pueblo, y a pesar de tantas
manipulaciones, ha elegido un gobierno, que supone progresista, para
que lo saque de la miseria y termine con los atropellos diarios. El
nuevo presidente, Ollanta Humala, tenía un discurso más bien de
centro-izquierda pero lo ha ido cambiando y se ha acomodado y rodeado
de ministros neoliberales claves garantizando la continuación del
modelo que favorece a los más ricos en Perú. Es verdad que Humala
nunca prometió grandes cambios pero incluso estos pequeños cambios que
prometiera, por venir de una supuesta perspectiva nacionalista,
parecen peligrar.

Dado todo esto parecería un gran desafío llevar adelante un
proyecto a favor de los pueblos. El caso de Paraguay nos puede
ilustrar, allí Fernando Lugo sorprendió con su triunfo presidencial
que ponía fin a 60 años del Partido Colorado en el poder, un partido
donde los oligarcas paraguayos le daban forma política a su
explotación y opresión extremas. Lugo no prometió grandes reformas y
trató de implementar pequeños cambios, contando muy poco con la
cooperación de Brasil, sufriendo serias amenazas de golpe de estado y
con problemas de salud. Lugo ha logrado sobrevivir más bien como rehén
de la oligarquía paraguaya que funciona con un estilo similar al de la
camorra napolitana. La situación de Alvaro Colón, presidente saliente
de Guatemala, se me hace similar ya que cuando quiso acercarse al ALBA
fue acosado y amenazado por una oligarquía-mafiosa cuyos escuadrones
de la muerte mantienen a la población asustada e insegura.

En los días de la cumbre de la CELAC y posterior a ella,
leí más treinta análisis y opiniones de periodistas y académicos
latinoamericanos que curiosamente no mencionan la situación de los
gobiernos de este continente. Es una situación muy obvia, sin embargo,
y me recuerda que tenemos un elefante sentado en el living pero lo
ignoramos, no lo vemos o no queremos verlo. Curiosamente quienes
tienen en el Norte el poder nos conocen hasta mejor que nosotros
mismos y saben perfectamente sobre nuestras limitaciones, y las
posiciones de los gobiernos. Para nosotros partir de la verdad
debería, pienso, ser fundamental si queremos saber realmente en que
terreno pisamos y plantearnos estrategias que no estén condenadas a
fracasar. Pienso que deberíamos seguir agregando información y
expandiendo el trabajo de Eduardo Galeano y de todos los académicos
que colaborando con él en “Las venas abiertas de América Latina”
trazaron históricamente las razones de nuestra dependencia. Continuar
aceptando ilusiones o mintiéndonos no puede contribuir a la
construcción de alternativas para nuestra definitiva independencia. No
podemos continuar confiando en un sistema decayente, un sistema al
borde del abismo.

Es posible que el sufrir la represión en carne propia haya
cobrado un precio a muchos de los que hoy forman los gobiernos
hipócritas que menciono, se trata muchas veces de hombres y mujeres
maltratados seriamente por militares y policías guardianes del poder,
por lo que es entendible su decepción, su cansancio ante la derrota y
ante el precio pagado. No es entendible, sin embargo, que tantos estén
hoy del lado de sus enemigos del pasado y que esto sea aceptable. Y
aunque este proceso de “traicionar” las ideas y programas se ha hecho
tan común que hasta nos parece normal, no lo es y debe ser tratado con
más profundidad y analizarse no tanto para condenar a quienes así se
han transformado, sino para entender finalmente lo que nos viene
sucediendo, en honor a la verdad que será la única que definitivamente
contribuya a nuestra independencia.

mrfernandezcanada@gmail.com


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Mario R. Fernández

Investigador y analista independiente

 mrfernandezcanada@gmail.com

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