La jerarquía eclesiástica a través del zángano del Cardenal Jorge Urosa Savino nos dejó este 31 de diciembre y este primero de enero un mensaje, cuyo sentido estuvo dirigido a pedir por la paz en Venezuela. El mensaje con una lectura ingenua y rápida no ofrece otra cosa más que una buena intención y un deseo que sale del campo de la actividad politiquera. Es decir; el zángano de Urosa Savino se comportó aparentemente como un cristiano y promotor del pensamiento de Jesús Cristo. En su declaración de fin de año termino con este pensamiento: “Felices los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen“.
Una lectura considerando el contexto y el discurso que usó durante todo el año 2011 la oposición y la propia jerarquía de zánganos de la iglesia; aparecen los detalles. El zángano de Urosa en compañía de otros zánganos pidió por la paz y por el cese de las muertes violentas. El texto de las dos declaraciones que pude leer, la palabra AMOR y SOLIDARIDAD no aparecen ni una vez en todo el discurso; más la palabra violencia aparece varias veces y en consecuencia; el discurso tuvo un sentido: Contribuir desde este grupo de zánganos con la matriz de caos que han querido imponer. Fue más lejos en sus intenciones al afirmar que “la inseguridad afecta a los más pobres”
La violencia y la paz son en realidad dos productos o consecuencias de unas condiciones que se caracterizan fundamentalmente por la falta de amor o falta de humanidad de la humanidad. Ahora bien, esta falta de amor y de humanidad no se generó desde 1998 como dejan ver estos zánganos. La existencia de la violencia y la ausencia de paz es producto de todo un proceso que ha venido consolidándose porque por años, esta sociedad (incluyendo el tiempo de revolución) ha venido “construyendo” sobre antivalores. Estos antivalores no son virus o mosquitos que vienen con las lluvias, son inducidos directa e indirectamente desde sus diferentes aparatos e instituciones.
La falta de paz y la existencia de la violencia es una consecuencia de una sociedad que no colocó EL AMOR como un valor supremo. La violencia no es, como lo suponen ahora esta cuerdita de zánganos de la iglesia un acontecimiento que se reduce a las muertes. La violencia es mucho más que eso, o si prefieren; la muertes violentas es ausencia de amor y por eso, el discurso o mensaje de fin de año de Urosa Savino la falta de amor como valor no aparece registrada como un una señal fundamental. Su objetivo tiene la intención de afincar una matriz de opinión. Este mensaje donde se borró la palabra AMOR y SOLIDARIDAD, dice además de una jerarquía eclesiástica que desde 1998 viene apostando fuertemente por salir de Chávez.
Jorge Urosa Savino pide el cese de las muertes violentas y rápidamente le endosa al gobierno esta responsabilidad. Por supuesto, entendemos que en esta lucha por el “cese de la muertes violentas”, el gobierno tiene una alta responsabilidad pero la sociedad y particularmente la iglesia católica tiene también lo suyo, porque no es suficiente para una institución como la iglesia decir: “Felices los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen“. La frase está incompleta y desliza la responsabilidad de esta institución en el proceso de construcción de una sociedad fundada en el amor y la solidaridad. Urosa Savino pide por el cese de la violencia, pero para dejarnos o sembrarnos la idea de una sociedad en total caos y por eso no es capaz de explicarnos desde sus perspectivas cristianas, cómo y qué hace falta para erradicar la violencia. Elude ofrecer sus aportes para construir una sociedad no violenta porque su interés, contrariamente a la palabra de Cristo, es disminuir la violencia, más no está orientada a emprender una autentica lucha por construir una sociedad fundada en EL AMOR y LA SOLIDARIDAD.
Urosa Savino y los otros zánganos de la jerarquía no están interesados en develar el sentido y las verdaderas causas de una sociedad donde la violencia es un producto o una consecuencia de un conjunto de antivalores que su “modelo” de sociedad genera.