Su idea y objetivo corría por una vía distinta a la palabra de Cristo. En los dos mensajes, la palabra AMOR Y SOLIDARIDAD no se usaron. Este domingo (08/01/2012) la Conferencia Episcopal sacó un adornito que veremos más intensamente en esta próxima semana, como punta de lanza o producto de las “deliberaciones” de la 97 Plenaria Ordinaria de la Conferencia Episcopal Venezolana. En esta oportunidad, le correspondió el tuno al zángano de Santana para repetirnos de un solo tirón el mensaje de fin e inicio de año del zángano Urosa Savino.
Sin dudan de esto, hagan un seguimiento de sus deliberaciones y observen cómo el tema que tanto aparentemente les angustia (La Violencia) es tratado. Observaran (y apuesto por eso) que únicamente se notaran sus “angustias” sobre este tema pero jamás abordaran el asunto desde la perspectiva que el mensaje y la palabra de Cristo sugiere. Urosa Santana o Santa Urosa (como prefieran) nos trae una imagen para cargar la matriz con mayor nivel de caos. Santana caracteriza la situación como “un agobiante laberinto” y a esta caótica figura, le agrega luego lo siguiente: “causa gran desasosiego el crecimiento incontrolable de la espiral de la violencia, que se ha transformado en el problema número uno que mantiene aterrorizado a los venezolanos”. Con Una jerarquía de una iglesia zángana así, no hace falta para nada los partidos de la IV. Estos partidos están sobran.
Por supuesto, que con esa imagen de “un agobiante laberinto”, esta cuerda de zánganos de la jerarquía eclesiástica no tenían o no estaban obligados a revisar qué y cómo trataron estos y otros temas en otras plenarias. No podían en este discurso de apertura de la 97 plenaria ordinaria de CEV, tratar el asunto de la pobreza y las notorias desigualdades que venían confrontándose en Venezuela desde la primera plenaria. La agobiante pobreza y desigualdad de ayer no aparece en este discurso de apertura o no era prudente que esos zánganos lo trataran. No era posible, que en este discurso de apertura de la 97 plenaria ordinaria; el monseñor Santana dijera, que aún en este “agobiante laberinto” hay en la Venezuela de hoy una intención o gesto de AMOR Y HUMANIDAD para producir una distribución de la renta petrolera y hacer el MILAGRO de favorecer al 70% de los venezolanos que vivieron en la pobreza a consecuencia de un tipo de violencia. Eso explica la ausencia de la palabra AMOR y SOLIDARIDAD en los mensajes de esta asquerosa jerarquía eclesiástica. Su intención no es la de ser una institución, cuyo mayor estandarte debería ser la palabra AMOR. Su objetivo es remarcarnos la idea de caos.
Esta jerarquía asquerosa no podía (y no podrá) en sus “discusiones” de la 97 plenarias decirnos cómo la falta de vivienda y los cerros que se caen en caracas es producto de una violencia que condeno a millones de venezolanos a vivir como refugiados toda su vida. Como no pueden hablar de ese tipo de violencia que alcahueteó; el Monseñor Santana nos viene ahora a pedir en su discurso de apertura, la “creación de verdaderas misiones que ayuden a resolver de verdad los problemas sociales”. No era posible observar en este discurso de apertura, una reflexión crítica o autocrítica más bien, sobre cómo esa iglesia zángana permaneció casi indiferente ante esa violencia que condujo a que millones de venezolanos se refugiaran en los cerros. No podían estos zánganos hacer mención al agobiante laberinto de las escaleras de los cerros.
Hay que tener el alma bien hedionda y podrida para hablar de esta forma. Hay que ser muy zángano para producir un discurso en nombre de la iglesia sin descontextualizando todo y enfocado únicamente en sus interés politiquero.
Observaran finalmente, que durante estas “deliberaciones”, el fenómeno de la violencia será secuestrado por estos zánganos. Mi solidaridad con la iglesia y los cristianos que son tolerantes y tienen su corazón abierto para atender a los que vivieron y sufrieron de esa VIOLENCIA que no se cuenta pero que es muy visible.