El mes de enero no ha terminado y no obstante ello viejecitas y viejecitos cobran desde la semana anterior los cobres de la pensión de mes de febrero. ¿Por adelantado? Sí, por adelantado, completico y con toda dignidad. Muy por el contrario de como ocurrió en el pasado, cuando la miseria, el atropello, bombas lacrimógenas y hasta privación de libertad fue la respuesta que la Cuarta República “concedió” a quienes desde las arrugas de su piel ocupaban las calles reclamando hacer valer algunos de sus derechos humanos. El chequeo de la prensa de entonces y alguna conversación con “dirigentes” de entonces que hoy apoyan a la contrarrevolución pueden dar fe de esto.
Lo cierto es que abuelas y abuelos están buchones. Felizmente buchones. Es un gentío. Muchas y muchos, lo que me anima a sugerir una idea, aclarando que lo hago sólo por intuición y por cierta dosis de metichismo, pues, no tengo como sustentar científicamente que la cosa sea viable: fundemos un banco para ellas y ellos. Un banco para esos panas a quienes tanto debemos.
El nombre es lo de menos. Lo importante es que si se trata de una entidad bancaria sólo para ese sector, sus gestiones podrían ser más breves toda vez que los esfuerzos invertidos se concentrarían exclusivamente en jubilados, pensionados y afines.
Por otra parte, una organización de esa naturaleza no se desarrollaría por obra y gracia de los dioses, lo que implicaría en consecuencia la necesaria generación de empleos directos e indirectos en diferentes áreas. Es decir, alcanzaríamos doble objetivo de un solo envión.
Nada cuesta soñar y ya esos espacios están en nuestra imaginación. Con viejecitas y viejecitos cómodamente sentados; con atención sólo para unas y otros; sin la agonía de la eterna cola; con mujeres y hombres a su servicio sin invertir su esmero en otras tareas.
Ciertamente el nombre no importa pero igual me animo a sugerir uno, nada mercantilista por cierto: Banco de los eternos pioneros.
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