Tigres de Aragua, repite como jerarca de la pelota criolla privada. Se impuso ante Tiburones de La Guaira, novena que durante 25 años estuvo desentendida de una serie final. Este último factor unido a otros tres elementos nos inspira estas líneas.
Si algo admiramos es la valentía. No importa si es amigo o no, pero que sea valiente despierta nuestro respeto máximo.
Rendimos tributo –aunque parezca una banalidad, y podría serlo– a quienes durante 25 años permanecieron con sus canas y recuerdos a cuestas; a quienes soportaron burlas de toda naturaleza; a quienes no dejaron de soñar con estar de nuevo en la cúspide de los grandes en materia de hits y carreras; a quienes, por más duro que fue el tránsito, jamás pisaron los linderos del refugio en otras divisas.
Rendimos mayor tributo aún a quienes tienen 25 años o menos y son guairistas; si partimos de que quienes debutan en cualquier actividad se arriman al ganador, estas y estos son poco más que heroínas y héroes de los sueños y los imposibles. A diferencia de quienes pasamos esa frontera cronológica hace un tiempo, ¡jamás vieron a Tiburones obtener un campeonato! e igual ríen, lloran, celebran, maldicen y ligan cuando se trata de hacerlo. Haberse encumbrado en la cima de la serie final será inolvidable para ellas y ellos.
¿Más tributos? ¡Claro!: ¿Cómo excluimos de estas líneas a esas afro y esos afrodescendientes que noche tras noche recorrieron cientos y cientos de kilómetros desde octubre, entre Vargas y el estadio universitario? ¿Cómo no tomar en cuenta que ese gentío divinamente oloroso a playa y costa es constructor y también heredero de la mayor tradición anímica que aficionado alguno EN EL MUNDO pueda mostrar en cada partido? ¿Cómo obviar que la enorme mayoría de ellos decidió obviar los elevados y abusivos costos del pasaje entre Caracas y el litoral central, tan sólo por respaldar al conjunto?
Se acabó el espacio, pero a todas y todos agradezco permiso para en un solo abrazo gritar Ehhhhh La Guaira ¡jup
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