“… y su explosión humana
Hizo añicos la desesperanza”
(Ali Primera)
En lo particular, nos sorprendió aquella madrugada en que mi hermana, toco a mi puerta y me dijo: hay un golpe y tumbaron a Carlos Andrés. Mi tensión, habitualmente alta, aumentó.
De inmediato encendí el televisor, y al sintonizar Venevisión, allí estaba, con su acento gocho-cachaco, el inefable Presidente Pérez, muy apenado con Mr. Bush, porque a la democracia más sólida y estable de América Latina, le habían dado un susto. Al poco rato, aparece Eduardo Fernández, como buen representante del pacto de Punto Fijo, “defendiendo la institucionalidad democrática”. Otro que se perdió la oportunidad de quedarse callado.
Pensé, “coño, nos agarró la revolución y aun no tengo una hija”. Y de paso nos agarró desprevenido, y me dije: ¿será de derecha o de izquierda? Nosotros que siempre habíamos leído a José Vicente, cuando hablaba, entre líneas de la gente patriota que existía dentro de las Fuerzas Armadas, a las cuales la democracia representativa, controlaba con las tres c: cuca, casa y carro.
Una vez le comenté, en 1983, a un amigo adeco: “¿sabes por dónde les va a explotar la granada a tus adeco-copeyanos?”, “no se, me dijo, ¿por dónde?, “pues por las Fuerzas Armadas, le contesté”, él me dijo: “coño, qué atrevido sois, tenemos tiempo que no nos hablamos y no sabéis si yo soy un sapo de la Disip” y le argumenté: “bueno, ya lo dije”.
Y recordé la gaita de Miguel Ordóñez, que cantaba Fulvia Padrón con Rincón Morales, en 1982: “Quien quita vuelva un Simón a llenarla de quéreres, pero patria no te desesperes que habrá nuevas luchas y nueva redención”. Más profético no pudo ser Miguelito. Y diez años después, amaneció de golpe, y el por ahora se instaló en nuestro imaginario, y se despertó el pueblo junto con Bolívar, cada 100 años, como pronosticó el gran Pablo Neruda.
Lo demás fue cuestión de tiempo.
Esa tarde, vinieron algunos amigos adecos a mi casa, y juntos vimos la sesión especial del Congreso Nacional, y luego de ver y escuchar los discursos, me atreví a pronosticar: “hoy mueren tres personajes, desde el punto de vista político. Por supuesto, Carlos Andrés Pérez, quien nunca se sacó ese Knock Down, Eduardo Fernández, por defender lo indefendible y David Morales Bello, por su “muerte a los golpistas”. Por supuesto, nacían o renacían: El comandante Chávez, quien asumía su responsabilidad por la intentona, Aristóbulo Isturiz, uno de los pocos nuestros en el Congreso Nacional y el Dr. Rafael Caldera, quien muy oportunamente, si entendío el juego y se lanzó un discurso bien encendido, y acorde con lo que estaba pasando.
La historia nos dio la razón: Aristóbulo Isturiz, sigue siendo figura protagónica; Rafael Caldera, a dos años de distancia llegaba a Miraflores, como el último presidente de la IV República y el comandante Chávez, era investido siete años, menos dos días después como nuestro presidente, marcando una nueva era dentro de nuestro país, y jurando sobre una constitución moribunda, llegó para quedarse rompiendo todos los paradigmas en materia política, y siendo consecuente con su discurso de establecer nuevas bases para la refundación de la república.
En estos 20 años, ha pasado demasiada agua bajo los puentes, y las canas han invadido muchas sienes, y hemos visto, sobre todo, como las caretas de muchos han caído, y la historia se ha encargado de desnudar a muchos farsantes, la molienda de la historia ha hecho añicos muchos prohombres, quienes disfrazados en falsos discursos, se sintieron muy cómodos “luchando contra el sistema”, con las limosnas que el bipartidismo les brindaba a esos pocos privilegiados quienes representaban nuestros sueños libertarios. Y tan desprevenidos y cómodos se sentían que el 27 de febrero, posiblemente los agarró enratonados en una de esas tantas fiestas que los gobiernos de entonces daban a granel, con mucho whisky, caviar, champaña, mujeres para los hetero y sus efebos, para quienes tenían otro tipo de orientación, total, “al cuerpo hay que darle lo que pida”.
Le buscaron las cinco patas al gato, los de la izquierda y los de la derecha, pero el país, ya no sería el mismo. Por eso la respuesta de los militares patriotas, encontró un fuerte eco en las bases populares.
Hoy, a 20 años, los acontecimientos, amigo Walter, continúan en pleno desarrollo, y estamos construyendo un país, a pesar de ciertos viejos vicios enquistados aún, pero los perros ladran duro, “estamos vivos, Sancho”, diría Alonso Quijando.
No debe haber espacio para la desesperanza. Adelante, pueblo.
Vamos por el camino correcto.
Presidente de Fundación Comunitaria la Misión
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