Ciertamente, el temple que emanaba de su voz distaba mucho del que se supone sale de alguien al borde de la tumba. Y prometió a la multitud que lo aclamaba en el Teatro Teresa Carreño, salir victorioso de esta nueva coyuntura. Al escucharlo, pocos deben haber dudado de su promesa de escalar el segundo abismo, a tan sólo unos meses de haber remontado una cuesta dolorosa y difícil, como la que le correspondió enfrentar en junio pasado.
La fuerza de Chávez se alimenta del amor incondicional y de la lealtad de un pueblo que lo sigue y que no ha titubeado ni un instante desde que lo elevó a la primera magistratura, hace trece años. La oposición ha explorado todas las vías, legales e inconstitucionales, para tratar de sacarlo del poder, y en todas ha salido derrotada. No tendrían que estar celebrando nada logrado a base de mérito propio, como no sea que creamos que las energías negativas, los oscuros pensamientos y el odio profundo que le profesan, hayan impactado el organismo del Mandatario. Tendríamos que decir, entonces, que ellos con su rabia infinita y su poco disimulado deseo porque Chávez muera, son el verdadero cáncer. No es de extrañar que sea así y que lo que no han podido obtener por la vía de los votos o de los golpes de Estado, debilitar al hombre, lo emprendan ahora a punta de malas intenciones.
En este espacio hemos desparramado infinidad de líneas cuestionando errores que consideramos que han sido importantes en todo este tiempo. No hemos escatimado en la crítica y lo hemos responsabilizado de tropiezos que hubiesen podido evitarse si otra hubiese sido su actitud. Ello no significa, sin embargo, que pongamos en duda que Chávez es la única persona capaz de conducir una revolución en un ambiente abiertamente hostil, nacional e internacionalmente. Su mayor mérito ha sido, contrario a lo que la oposición pregona, liderar un proceso de cambios en paz, sin paredones, en democracia, en absoluta y hasta exagerada libertad. La historia habrá de reconocérselo porque el nuestro es un camino inédito, no transitado por país alguno hasta ahora.
Ése, de destronar a las mafias partidistas del poder que detentaron durante décadas, por la vía del voto, y comenzar la larga tarea de la concientización de un pueblo alienado por el consumismo y el afán de lucro, son dos de sus hazañas más notables. Basta ver o escuchar cualquier programa de los que transmiten los medios oficiales para entender que nadie le había abierto un micrófono a un "Mauro, de Catia" o a una "Josefina, de Altamira" para que expresen sus quejas y sus aspiraciones, y convertirlos en protagonistas de sus propios destinos.
Cuando salga de esta coyuntura, Chávez deberá someterse a otro proceso de revisión interna, profundo; todavía tiene muchas cosas que corregir y deberá escuchar, no sólo a su cuerpo, sino a los seguidores que esperan de él la misma fuerza en el combate diario y más humildad en su proceder. Pero, para ello, ya habrá tiempo. Mientras tanto, sumamos nuestros pensamientos positivos a la energía de millones de personas que desean el pronto retorno de su líder, para que continúe al frente de esta difícil pero hermosa batalla. Amén.
Mlinar2004@yahoo.es