Mientras muchos de nosotros nos arrellanábamos en nuestras camas a observar La Hojilla, éramos inocentes de que lo que no traslucían las pantallas de nuestros televisores eran, precisamente, esos "micromonstruos que anidan en el alma humana". No. Nunca llegue a ver esos micromonstruos en la pantalla de mi TV a la hora de La Hojilla. Pero como todo show televisivo La Hojilla no escapó "a las pequeñas mezquindades marcadas por los intereses individualistas", y es eso lo lastimoso del asunto. Lastimoso que hayan sido, aunque si bien no todos como el mismo Néstor confiesa, los propios padres de la criatura quienes con sus tendencias "policiales" hayan dado muerte a La Hojilla. La naturaleza humana con sus ruindades y bondades nunca dejará de sorprendernos. Y, viendo ahora en perspectiva las cosas, creo que lo mejor que pudieron hacer fue lo que hicieron. ¿Por qué? Porque tarde o temprano las cosas hubiesen explotado de una forma quizás mucho más bochornosa.
No obstante, no puedo perdonar la actitud displicente de los tres conductores de La Hojilla de habernos dejado a los usuarios del programa , con sus intrigas y mezquindades, en un precario estado indefensión ante la furiosa, cochina y sistemática campaña de hostilidades con que a diario nos bombardean sin piedad los medios de comunicación privados, especialmente las televisoras. Y, menos aún puedo disculpar, que desde el jueves 05/05/2005, no hayan tenido la responsabilidad social de comunicarnos, por cualquier vía, que habían decidido, en privado, dejar a la audiencia del programa en el más absoluto desconcierto. ¡Y pensar que eran unos furibundos abanderados de la Ley RESORTE!
Patético todo este lamentable show, a la altura del más acérrimo de los rivales de La Hojilla: Aló, Ciudadano. El "matacuras", como ellos mismos bautizaron al bufón Leopoldo Castillo, ha logrado zafarse, gracias a unos pocos "micromonstruos" seudo revolucionarios y a un "mal manejo de los afectos y desafectos", de quienes hasta hace unos días creíamos un grupo unido a toda prueba en favor de la revolución. ¿Qué dirá el Presidente Chávez cuando sepa que uno de sus programas favoritos salió del aire por cuestiones tan triviales?
"El hombre es el lobo del hombre" nos enseñó John Donne