Así no llegaremos al socialismo

Chávez dixit: "No estamos expropiando, nos estamos integrando"

En distintas ocasiones hemos planteado en las páginas de nuestro periódico OIR a los Trabajadores, así como en Aporrea, que el proceso revolucionario en Venezuela atraviesa por una encrucijada. Por un dilema entre la profundización y el estancamiento, y por ende, su eventual retroceso.

En los días posteriores al rotundo triunfo popular en el referéndum del 15 de agosto del pasado año, llamábamos la atención de nuestros lectores sobre los guiños que el gobierno venía haciéndole a los empresarios, los cuales se manifestaron por aquellos en días en reiterados encuentros con representantes de Venancham y de las diferentes cámaras patronales, así como en el ofrecimiento de jugosos beneficios para los mismos que hasta hacía poco tiempo habían aupado el golpe de abril de 2002, las guarimbas y el sabotaje petrolero. Hoy podemos afirmar que ya ese proceso de negociaciones con la oligarquía, más allá de las contradicciones que se mantienen latentes, comienza a tomar forma. En la actualidad, estas negociaciones se han concretado en una cada vez mayor integración del gobierno con importantes sectores del empresariado, que se expresa en el otorgamiento de cuantiosos recursos en créditos, exenciones impositivas, concesiones petroleras y gasíferas, macroruedas de negocios, y otros beneficios.

En política debemos atender no sólo a lo que se dice. También es necesario considerar lo que se hace, y contrastar desapasionadamente ambos ámbitos de la comunicación. Las acciones, en todo caso, deberían estar acorde con la palabra, con el discurso, sin embargo, creemos que en el caso de lo que dicen y hacen los funcionarios del gobierno hay evidentes contradicciones.

¿Alianza con empresarios golpistas para avanzar al socialismo?

Las afirmaciones que hicimos anteriormente no son las de un malcriado aguafiestas, empeñado en llevarle la contraria a los demás. Por el contrario, tienen expresión concreta en hechos y acciones de funcionarios del gobierno, incluso del propio presidente Chávez.

En días pasados, la Alcaldía Mayor del Distrito Capital, a cargo de Juan Barreto, realizó con bombos y platillos, un foro que tuvo el sugestivo título de: “La fuerza económica de Caracas”. ¿Saben quién es la fuerza económica de Caracas, según el MVR y Juan Barreto? Albis Muñoz, presidenta de Fedecámaras y el presidente de la Cámara de Comercio de Caracas, que fueron, junto al alcalde mayor, los ponentes del flamante foro. Nosotros pensábamos que esa fuerza la constituían los trabajadores y el pueblo que se movilizó contra el golpe el 13 de abril, o los que enfrentaron el paro-sabotaje a PDVSA. Pues, parece que para los representantes del gobierno ahora no es así.

Pero estos puentes con la burguesía que hasta ayer nos dijeron que eran golpistas y fascistas no se limita al alcalde Barreto. Mientras se habla de socialismo y de trascender el capitalismo, recientemente, el gobierno acordó una alianza con empresarios y banqueros para un programa de construcción de viviendas que contará con un presupuesto de 7.4 billones de bolívares. Es decir, en pocas palabras, el gobierno le da en crédito a los mismos empresarios y banqueros que sabotearon la economía, nos impusieron un “corralito” y dieron un golpe de Estado, esa fabulosa cifra de dinero para que se llenen los bolsillos, mientras continúan conspirando contra el proceso revolucionario.

Chávez en el acto de entrega de los créditos, planteó: “No se trata de hacerse ricos haciendo viviendas sino de ser útiles haciendo viviendas”. Y complementó además diciendo que: “esto es el socialismo del siglo XXI”. En primer lugar, nunca ningún capitalista invierte para satisfacer las necesidades del prójimo, sino para ganar. Pensar en una supuesta función social del capital es una utopía mayúscula, o, en el peor de los casos, una monumental patraña. El capitalismo es un sistema que se reproduce y funciona sobre la base de la ganancia. Los empresarios de la construcción y los usureros de la banca que se reunieron con Chávez, no van a construir viviendas para ser útiles a nadie, más allá de sí mismos, si no para continuar aumentando sus ganancias, las cuales, en los dos últimos años han sido significativas. Por ejemplo, el sector construcción creció un 10% en el primer trimestre del año. El mismo Alvaro Sucre, presidente de la Cámara Venezolana de la Construcción, reconoció que esta recuperación del sector se produjo gracias a la inversión del Estado y de los gobiernos regionales y municipales, y no precisamente a la inversión privada. Es decir, “”cachicamo trabaja pa´lapa”. Por su parte, la banca, tan sólo en el mes de enero del presente año, obtuvo ganancias por !!!166 mil 556 millones de bolívares!!!

Por otra parte, conciliar con la burguesía vendepatria que ha intentado por todos los medios liquidar el proceso revolucionario que vive el país no es un paso positivo hacia el socialismo. El presidente Chávez le puede poner el nombre que quiera a ese acuerdo con la banca y con los empresarios de la construcción, pero en la práctica no tiene nada que ver con el socialismo, por el contrario, es un paso a contracorriente del mismo.

Pero allí no queda la cosa. Después del acuerdo antes mencionado, Chávez anunció la reapertura de una fábrica textil (Hilanderías Tinaquillo), propiedad de León Mishkin, poderoso empresario de origen judío, que en 1992 cerrara dicha planta, enviando a la calle a cientos de trabajadores. En acto público, el Presidente hizo el anuncio de un acuerdo entre el gobierno y el empresario antes mencionado, mediante el cual el Estado le otorga la bicoca de 13 mil 500 millones de bolívares para la reapertura de la fábrica. Es decir, se premia con recursos del Estado a empresarios que cierran empresas y envían a la calle a los trabajadores ¿Qué estarán pensando los trabajadores que fueron despedidos hace 13 años atrás? ¿cómo les habrá caído esta concesión que recibieron estos patronos golpistas y explotadores?

El presidente Chávez presentó el hecho como una forma de cogestión, y planteó, para ser más explícito que: “no estamos expropiando, nos estamos integrando”. ¿Integrarse con quién, con patronos explotadores como los Mishkin, que despiden trabajadores y que favorecieron el golpe de abril de 2002?

De acuerdo a esto, el socialismo del siglo XXI sería una nueva forma de conciliación y colaboración de clases, con los mismos que sabotearon a PDVSA, dieron un golpe de Estado, y explotan y despiden trabajadores.

Como lo hemos dicho antes, y no nos cansaremos de repetirlo: el socialismo no se construye conviviendo plácidamente con el capitalismo, esto, sencillamente es imposible. No se avanza al socialismo para trascender el capitalismo, compartiendo la misma cama con empresarios explotadores y golpistas, como los Mishkin, los de la Cámara de la Construcción o los banqueros.

La única vía posible al socialismo es expropiando a la burguesía explotadora, apoyándose en la movilización y la tremenda disposición de lucha del pueblo y los trabajadores. Es pasando al control de los trabajadores todas las industrias abandonadas o cerradas por los patronos. Y propiciando el control obrero, la apertura de los libros de contabilidad, y eliminando el secreto comercial en todas las empresas. Simultáneamente con la expropiación de la banca usurera, y creando un banco nacional donde se concentren todos los recursos provenientes de la exportación de petróleo para ponerlos al servicio de un Plan Nacional de Obras Públicas y Construcción de Viviendas, discutido con la UNT y demás organizaciones populares, que comience a darle respuesta al grave problema del desempleo que padece el pueblo venezolano, simultáneamente con el enfrentamiento al déficit habitacional, todo ello como parte de una profunda reforma urbana que resuelva los graves problemas de riesgo y ambientales existentes en nuestras ciudades. Al socialismo se avanza, nacionalizando la tierra y eliminando el latifundio, como única forma de comenzar a realizar una verdadera y democrática reforma agraria.

Todas estas medidas deben ser discutidas democrática y públicamente con todas las organizaciones sindicales y populares. La integración no es con la burguesía sino con el pueblo y con los trabajadores. No es llegando a acuerdos con la burguesía golpista, o dándole concesiones para que reabran empresas previamente cerradas por ellos, u otorgando concesiones petroleras o gasíferas a empresas transnacionales, sin antes discutirlo democráticamente con los trabajadores, como profundizaremos el proceso y avanzaremos al socialismo.

La urgente necesidad de un partido revolucionario

Para lograr todo lo anterior es necesario que los trabajadores y el pueblo, a través de sus organizaciones, ejerzan el poder verdaderamente y sin cortapisas. Pero para ello es necesario construir un partido revolucionario, profundamente democrático conformado por todos los activistas y luchadores que enfrentaron el golpe de abril de 2002, que lucharon contra el imperialismo y sus sirvientes nacionales durante el sabotaje a PDVSA. Un partido que agrupe a los activistas de las UBEs que hicieron posible el triunfo en el referéndum. Un partido de los trabajadores que guié al pueblo hacia la toma del poder del Estado y la construcción de un Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo. Desde OIR, llamamos a todos los activistas y luchadores obreros y populares a construir esa herramienta política tan necesaria para luchar por el Socialismo.
Miguel Angel Hernández Arvelo. Profesor UCV y miembro de Opción de Izquierda Revoluionaria



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Miguel Angel Hernández Arvelo (OIR)

Profesor de Historia en la UCV y miembro del comité impulsor del Partido Revolución y Socialismo. Como marxista, Hernández aboga por el definitivo rompimiento con el capitalismo en Venezuela y por la construcción del socialismo.


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