Compartimos el sentimiento general expresado acerca de que el programa La Hojilla o su formato (ciertamente poco importa quienes sean sus conductores o su denominación), no es que hace falta, sino que es indispensable para que logremos contrarrestar, en alguna medida, la arremetida mediática fascista y mentirosa de todos los minutos del día a través de las cuatro jineteras del apocalipsis.
Efectivamente, la desinformación es una constante estratégica del enorme poder mediático que no solamente dispone de esa falaz vanguardia televisiva, sino de los llamados grandes diarios, quienes en conjunto con los primeros manejan los mismos códigos y libretos, los que, por cierto, son un calco de cuanto informan y desdicen de Hugo Chávez y su gobierno los voceros oficiales de la Casa Blanca y del Departamento de Estado (Adam Erely, Richards Bouchers, Scott McClellan, etcétera). Sólo basta escucharlos o leerlos a todos para verificar esto que afirmamos: autócrata, incapaz, disociador y desestabilizador de la región, perverso aguantador y financista de guerrilleros y terroristas, manipulador y en fin, todo tipo de calificativos que los convierten a ambos en los auténticos “ejes del mal” y que, por tanto, deben ser destruidos.
Es por ello que nos unimos al coro de voces que clama porque reaparezca con la mayor urgencia en VTV un espacio dentro del formato de La Hojilla, porque una vez que huyeron quienes lo condujeron hasta ayer, quedamos sin que nadie nos aclare y nos ofrezca respuestas precisas a todo cuanto ese poder mediático, que tiene prácticamente monopolizado el espacio radioeléctrico y las rotativas, lanza en voz alta y sin pausa una sarta de infundios e iniquidades de todo calibre en contra del gobierno bolivariano, en su estrategia diseñada expresamente para desestabilizarlo y provocar su caída.
Nos parece plausible el esfuerzo que adelanta el ministro Izarra para poner en marcha una política comunicacional que enfrente institucionalmente esa realidad mediática que para nadie es un secreto fue la vanguardia de los sucesos del 2.002 y comienzos del 2.003, los cuales dieron al traste por breves horas con el régimen constitucional de la república y produjeron el mayor daño económico que se conozca en su historia, pero mientras ese plan macro estatal se afina en sus detalles y, finalmente, sea puesto en ejecución en todas sus facetas, nos parece de perogrullo que Venezolana de Televisión, sin mayor dilación, nos ofrezca un programa que, como el de La Hojilla, desenmascare las falacias y las ignominias de unos medios al servicio de la conspiración para destruir este proceso de cambios revolucionarios que avanza en paz y en democracia, tal y como lo prescribe la Constitución Bolivariana de 1.999.
Valiosas figuras vislumbramos para que conduzcan ese necesario espacio, las que, inclusive, lo impregnarían del mayor brillo creativo, en estos tiempos en que las capacidades imaginativas de calidad son insustituibles para que la revolución vaya consolidando referentes sólidos en materia cultural, moral y ética: Luis Brito García, los dos Roberto (Malaver y Hernández Montoya), Earle Herrera, Régulo Pérez y tantos otros intelectuales y periodistas de lujo que respaldan con vigor y con rigor estos cambios revolucionarios, los que, con toda seguridad, estarían dispuestos a aceptar ese reto.