Ya en su libro “Los caminos del Guerrero” acusó a CAP de buscar, armar y dar trato VIP a Orlando Bosch
"Documentos del FBI vinculan con el atentado contra el avión cubano al perito venezolano de la Disip que participó en las experticias"
Tiene grandes amigos en Venezuela, con mucho poder económico y hasta hace poco con mucho poder político, probablemente aún con alguno en los medios policiales y tribunalicios venezolanos.
No en vano ocupó un alto cargo en la Disip, donde se le conocía como “comisario Basilio”.
Sobrarán abogados de renombre que se ofrezcan para defenderlo, en caso de que EEUU atienda la solicitud de extradición venezolana, legalmente ineludible, aunque políticamente improbable.
Lo más seguro es que lo mantengan allá hasta que muera por causas naturales o lo envíen a Italia, que lo quiere juzgar por la muerte de Fabio Di Celmo, un turista italiano, víctima de las bombas enviadas por él –lo confesó a The New York Times y las justificó ante The Miami Herald - contra varios hoteles en La Habana. O quizá lo manden a El Salvador por un delito menor: haber usado un pasaporte falso salvadoreño.
Allí tiene vara alta entre la derecha gobernante, a la que ayudó en la guerra sucia contra el FMLN.
No faltarán aquí, tampoco, quienes tiemblen de miedo ante la posibilidad de que el hombre, anciano como está, decida echar el cuento completo sobre la voladura del avión cubano, el 6 de octubre de 1976, sobre las aguas de Barbados.
Terrorismo VIP Para muestra de lo que Posada Carriles guarda entre pecho y espalda está un párrafo de su libro autobiográfico, Los caminos del guerrero , donde insiste en su inocencia con respecto a ese caso específico, pero no duda en poner al descubierto una red de sorprendentes complicidades en las más altas esferas de la política venezolana.
Posada Carriles se auto dibuja como un chivo expiatorio, a quien el gobierno de CAP decidió poner tras las rejas junto con Orlando Bosch -el otro terrorista cubano acusado de la autoría intelectual del crimen- para ocultar culpas ajenas.
“La imagen internacional de Carlos Andrés Pérez –escribió Posada Carriles- quedaba de esta forma (creía él) salvada. Claro que nunca podría explicar el presidente Pérez cómo Ricardo Morales Navarrete (a) El Mono, con sus siniestros antecedentes, fue nombrado Jefe de la División 54 de Contrainteligencia de la Disip. Tampoco podría explicar cómo su Ministro del Interior, Octavio Lepage, ordenó al Director de Extranjería, Dr. Ramón Ignacio Velásquez, mediante un memorandum de su puño y letra, que se le extendiera la nacionalidad venezolana a El Mono, obviando todos los requisitos de la Ley de Extranjería.
Tampoco podría explicar nunca cómo se llamó desde la DISIP a Orlando Bosch, en Nicaragua, invitándolo a venir a Venezuela y recibiéndole como VIP ( very important person ) al llegar.
¿Cómo se podría explicar la extensión de un carnet de funcionario de la DISIP a Bosch, con el nombre de Carlos Sucre, lo cual le permitía andar armado? ¿Cómo se explica la protección policial que le proporcionó la DISIP? ¿Quién pagaba su estadía en el Hotel Anauco Hilton?”.
Como pueden observar, los señalamientos y preguntas de Posada Carriles guardan concordancia impresionante con los documentos secretos publicados parcialmente en esta misma columna y entregados al Ministerio Público por este redactor (ver ediciones anteriores). En ellos se habla acerca de un pacto del gobierno de CAP con Orlando Bosch para proporcionarle protección a cambio de que los ataques terroristas contra intereses cubanos se efectuaran fuera de territorio venezolano.
Los documentos ahora en poder de la Fiscalía incriminan a Posada Carriles y a Bosch en el atentado contra el avión de Cubana de Aviación, aunque él en su libro atribuye el hecho a otro cubano nacionalizado venezolano, el precitado “Mono” Morales Navarrete, quien ya no puede hablar, porque murió asesinado a tiros en Miami en 1982.
Sin embargo, desde su tumba, Morales Navarrete se ha levantado para responsabilizar a Posada Carriles a través de unos documentos recientemente desclasificados por el FBI y la CIA, disponibles en la página www.nsarchive.org.
El tiro por la culata Nada tendría de raro que ahora, que ya no tiene por qué fingir nada para procurarse un asilo político –descartado por el sentido común, aunque quién sabe-, Posada Carriles decida contar toda la verdad.
No sería la primera vez que corrige lo que ha dicho públicamente, como es común en el submundo donde creció y envejeció. “Quise hacerle una jugada a The New York Times , pero me salió el tiro por la culata”, dijo a The Miami Herald al desmentirse a sí mismo en cuanto a que los atentados terroristas en La Habana en 1997 fueron financiados por la influyente Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), del fallecido Jorge Mas Canosa. Esto lo hizo “para tratar de desviar la atención de los verdaderos conspiradores”, según dijo al Herald .
Puede que lo premien con El Salvador, aunque allí tiene el riesgo de que sus enemigos ex guerrilleros del FMLN lleguen al gobierno por vía electoral. Claro, antes de eso sus amigos pueden dejarlo escapar, como ocurrió aquí en 1985.
De pronto, resignado a morir de viejo en un calabozo en EEUU o Italia, o en una casa por cárcel en Venezuela (los mayores de 70 años tienen ese beneficio aquí), tal vez el “guerrero” eche el cuento completo y verdadero acerca de la muerte de 73 pasajeros y tripulantes del vuelo CU-455 de Cubana de Aviación.
¿Cuántos de sus antiguos amigos venezolanos cruzan los dedos para que no lo haga?