El libro “Propaganda gubernamental” García Beaudoux, D´Adamo, Slavinsky nos da a conocer la mayoría de las formas de publicidad política aplicadas a través de la historia. Como toda obra humana, perfectible. Podrá corregirse en la otra edición, pues excluyó un originalísimo aporte venezolano: mantener una campaña electoral acudiendo al recurso de la muerte como emblema fundamental. Difícil suponer que el “hallazgo” de estos propagandistas criollos trate de revivir lo que Freud dijo: “que la meta de la vida es la muerte”.
Como tanto les interesa el tema de la muerte me permito alertarlos sobre todo cuanto su candidato lleva a cabo, al acceder con sus actos y extremas omisiones, y vacíos en sus discursos, a verse, o en camino o en los linderos de varias formas de ganarse su tumba electoral.
Por ejemplo, esa muerte que se ocasiona el muchacho candidato, cuando se da cuenta que le falta oxigeno y lo abandona la respiración para lograr mantener a buen ritmo, por falta de hormonas adecuadas, ese incomprensible propaganda engañosa que inventaron llamada Unidad.
Como no presentir los efectos de una posible muerte desde sus células hacia fuera, cuando llega hasta la aneurisma por la presencia de un kwashiorkor, al demostrar su soberbia y sectarismo, y no aceptar negociación con los partidos y fuerzas que lo apoyan.
Otra muerte puede sobrevenir al no tener ni cerebro sano ni musculo fuerte para controlar las dos patas de la escalera unidas para sostenerlo por efecto de la presencia de algún protozoario neoliberal. Una de ellas, coquetea y copia ideas de Chávez y el otro miembro se le descontrola al buscar la línea dura de quienes lo financian; y piden que se declare anticomunista irracional, tal Ma. Corina Machado, o sus financistas amos del valle, que reclaman les asegure, públicamente, la devolución de sus bancos.
Dulce muerte viral le puede sobrevenir al descubrirse que no acepta la tarjeta unitaria. Acto de doble propósito, que por un lado mata por fiebre la Unidad, y a él, causa disentería grave. Atrocidad política de aprendiz de suicida.
Desfallece cuando se le descubre que su hemoglobina tiene bacterias que lo llevan a buscar, en viveza criolla, no el triunfo electoral, sino a consolidar a Primero Justicia como partido que pretende resurgir de la neoplasia adecopeyana.
Entra en coma, tifoideo, cuando mata la organicidad de la cuasi unidad y desprecia alevosamente a sus compañeros de aventura y los baja de las tarimas y deja fuera de la inmunidad del primer anillo estratégico del poco inmune partido que pretende crear.
Hay que hacerle radiaciones preventivas cuando por presencias alucinógenas, descubre que él: "!Fue sueño ayer; mañana será tierra! / !Poco antes, nada; poco después, humo! / !Y destino ambiciones, y presumo / apenas punto al cerco que me cierra! / según ya le advierte Don Francisco de Quevedo a los que improvisan con su pobre fama y practicas etílicas.
Vive de diarios auxilios médicos y sufre de asfixia por la angustia edípica que le produce verse frente a un publico y no poder exhibir propuestas políticas mínimamente sensatas, gaguea, pierde el tino, suda y sufre taquicardia.
¿Qué hará¿ cuando no estando en condiciones de aceptar los resultados electorales del “sieteO” lo manden por el camino del golpe, ¿envenenara¿ o lo veremos imitando a Odile en el ultimo acto del ballet de Chaicovski.
Imaginamos su terrible duda, que lo lleva a la verdad, pues esta lo conduce al reino de la muerte... y descubra que la muerte política, es el. ¡Qué mudos pasos traes, oh, muerte fría, pues con callado pie todo lo igualas!
Pero no os preocupéis: “morir no es para tanto”, según poema del maestro Jorge Luis Borges.
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