No ofendan a Malinche

En nombre de Malintzin, joven mejicana bautizada por los españoles como doña Marina y más conocida en la Historia como “Malinche”, solicito el derecho a réplica por cuanto ella no puede hacerlo ya que falleció en España en 1530, y todavía hoy a comienzos del siglo XXI, sigue siendo víctima de ataques por el papel que desempeñó en la conquista de Méjico como compañera, traductora y consejera de Hernán Cortés. El último ataque en su contra se produjo a través de este medio, en un artículo titulado LA "MALINCHA" MARIA CORINA MACHADO, título que sugiere claramente que el comportamiento de ésta ha sido semejante al de Malintzin o Malinche. Craso error.

Malinche fue una joven azteca de noble origen a quien, según la historia, se le impidió el acceso al poder cuando su padre falleció porque su madre contrajo matrimonio con otro cacique del cual tuvo un hijo y el padre quiso que este fuera el sucesor. Entonces, como en los cuentos de hadas, la madre se deshizo de la hija cediéndola o vendiéndola a un cacique veracruzano. Cuando llegó Cortés a Méjico, Malinche tenía unos quince años y Cortés fue considerado como un dios y el cacique lo acogió como tal y entre los muchos presentes que le dio estaban veinte hembras jóvenes, una de las cuales era Malinche, quien también consideraba que estaba en presencia de un dios y sin que su voluntad interviniera pasó a ser propiedad del conquistador. El hecho de que Malinche fuera la única que conociera además del maya el náhuatl y aprendiera rápidamente el castellano significó una enorme ayuda para Cortés en la conquista de Méjico. Le dio un hijo, que él reconoció y, posteriormente, Cortés le dio un esposo casándola con uno de sus lugartenientes.

La persona de la República Bolivariana de Venezuela a quien comparan con Malinche, puede ser de “noble origen”, siempre ha estado en el entorno del poder, tanto político como económico. Nadie la ha desplazado de su círculo ni la ha cedido o vendido (hasta donde se sepa..., pero de repente...) a ningún cacique de más al norte de Méjico. Ella, que no es ninguna quinceañera como lo era Malinche, se le ha ofrecido, entregado, por propia voluntad a quien considera su dios, aunque ese dios no la necesita para nada, ni siquiera como traductora, que fue el papel principal que desempeñó Malinche. Y en cuanto a descendencia, sería cosa de risa pensarlo por las dos partes.

La Historia tiende a ser clemente con Malinche, atendiendo a las circunstancias que rodearon su vida, pero la misma Historia no podrá menos que ser implacable con especimenes como en el que en el primer párrafo señalan, erróneamente, como la “MALINCHA”.


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Ño Leandro


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