La crisis en el gobierno y la lucha por el socialismo sin acuerdos con los empresarios golpistas


En días pasados el presidente Chávez profirió una frase lapidaria en un acto con más de 100 empresarios, en el que concretó el llamado Acuerdo Marco de Corresponsabilidad para la Transformación Industrial: “Lo pasado pasado es”. Previamente, teniendo como interlocutor al poderoso empresario textil Mishkin, afirmó que: “no estamos expropiando, nos estamos integrando”. Pero, sin embargo, también viene insistiendo casi todos los días en la necesidad de trascender el capitalismo y propone el socialismo como alternativa. Estas diversas frases no son fortuitas ni palabras al viento. Aunque resulten contradictorias –por una parte se hace borrón y cuenta nueva con los empresarios golpistas y por otra parte se despotrica contra el capitalismo y los Estados Unidos- dan el tono del carácter contradictorio del momento político por el que atravesamos en el país.

De un tiempo para acá es evidente que se ha venido produciendo un cada vez mayor entendimiento del gobierno con sectores importantes del empresariado venezolano. En rigor, se puede decir que la negociación ha dado paso a la materialización de acuerdos específicos, favorecidos por la extraordinaria bonanza económica con la que cuenta el gobierno. Tal como lo dijo el vicepresidente Rangel en una rueda de prensa, después de realizado recientemente un gabinete móvil en Cumaná: “ahora el gobierno cuenta con el apoyo de sectores del empresariado con el que antes no contaba”.

Crisis en los partidos de gobierno y presión del imperialismo

Ahora bien, a pesar de que lo anterior es un hecho cierto de la realidad económica y política nacional, esto no se produce sin contradicciones. Los avances en el acuerdo con sectores importantes del empresariado, se desenvuelven con el trasfondo de fuertes diatribas y pugnas con el imperialismo, que nuevamente ha desatado una escalada mediática contra el proceso revolucionario venezolano.

Lo anterior, a su vez, está cruzado por una severa crisis entre los partidos de gobierno, puesta en evidencia durante el período de elección y postulación de los candidatos a las próximas elecciones de concejales, y de manera particularmente resaltante con las denuncias formuladas por el propio MVR contra el gobernador Eduardo Manuitt del PPT. A esta crisis política en el seno de los factores que apoyan a Chávez, se suman las denuncias de burocratismo, ineficiencia y corrupción que cotidianamente realizan las distintas organizaciones populares. La presión de las masas a favor de la contraloría social; las críticas recurrentes a distintos alcaldes y gobernadores “bolivarianos”; los severos problemas que se confrontan en las Misiones; el incumplimiento económico hacia los “lanceros” o los “vencedores”, que más bien parecen “vencidos”, ya se dejan oír en el propio palacio de gobierno, generando fuertes pugnas entre el Presidente y sus más cercanos colaboradores, lo que ha llevado a que Chávez critique la corrupción reinante e insista públicamente en exhortar a los funcionarios a administrar eficientemente y con probidad los recursos públicos. Incluso, la reciente y sorpresiva "desaparición" de Chávez, podría estar relacionada con estas contradicciones.

Sin duda, las disputas entre el MVR, el PPT y Podemos, son reflejo de las contradicciones existentes en el seno mismo del alto gobierno. Las críticas presidenciales al burocratismo y la corrupción ponen al descubierto las distintas corrientes que pugnan por el control del aparato del Estado, y las evidentes diferencias entre los que quieren continuar con las reformas de la “revolución bolivariana”, sin romper por supuesto con el capitalismo, y los que se colocan a la derecha de Chávez, viendo con malos ojos las “peroratas” antiimperialistas del Presidente y su insistencia en criticar al capitalismo y hablar de socialismo. Esta última corriente, abiertamente reaccionaria, conservadora y corrupta, ha dejado colar en las instancias gubernamentales a adecos y copeyanos y todas las lacras de la IV República.

Al tiempo que avanza la negociación-integración con la burguesía, el gobierno siente la presión del movimiento de masas, y preocupado por su imagen y la situación que se vive en los partidos que lo respaldan (MVR, PPT, Podemos), trata de salirle al paso a esta situación insistiendo en los males del capitalismo y planteando el Socialismo del Siglo XXI como alternativa. Simultáneamente, el discurso antiimperialista y la confrontación con el gobierno norteamericano se acrecientan, tanto como una respuesta a la presión que el imperialismo renueva contra el proceso revolucionario, como por la situación de crisis que se vive entre los factores que lo apoyan.

Como se puede ver, atravesamos por una coyuntura política altamente contradictoria y volátil. El acuerdo con sectores de la burguesía no se produce en un mar sereno sino, por el contrario, en el marco de discrepancias al interior del gobierno y de los partidos que lo apoyan, complejizadas por la confrontación entre el imperialismo norteamericano y el presidente Chávez.

El debate sobre el socialismo y la profundización de la revolución

No obstante esto último, lo más interesante es la puesta en el tapete de la discusión pública, la crítica al capitalismo y la propuesta del socialismo como alternativa. Y esto es consecuencia de lo contradictorio de la situación.

Ciertamente, lo que Chávez está planteando como “socialismo” tiene patas cortas. En realidad es una especie de capitalismo donde prevalecería la colaboración de clases; de lo que se trataría entonces es lograr una supuesta e imposible “función social” del capital, simultáneamente con una hipotética distribución más democrática de la riqueza.

El socialismo que propone el Presidente es una quimera irrealizable, que en ningún lugar del mundo se ha materializado jamás. El capital existe para reproducirse ilimitadamente, no tiene corazón ni patria y no busca satisfacer necesidades sino garantizar una tasa creciente de ganancias. Por otra parte, los intereses de los patronos no pueden convivir con los intereses de los trabajadores, son absolutamente antagónicos.

Pero más allá de estas flagrantes limitaciones, la propuesta del Presidente ha sido asumida con interés por la mayoría del pueblo y los trabajadores. Como ya ha sucedido previamente con otros planteamientos de Chávez, el pueblo se toma en serio sus propuestas, las interpreta al calor del proceso revolucionario, y las amplifica en función de darle respuesta a sus necesidades inmediatas. Quizás Chávez ni se imagina cómo llevará el pueblo a la práctica lo que él dice en determinadas ocasiones. Muy probablemente, el pueblo excederá, como en otras ocasiones, las intenciones originales de Chávez cuando comenzó a hablar de “socialismo”. Y ya esto lo estamos presenciando. Un término tabú como el socialismo; la herejía de hablar de marxismo, hasta hace poco tiempo sometida al peso muerto del pensamiento único neoliberal; la posibilidad de criticar abiertamente la explotación capitalista, son el pan nuestro de cada día, en las discusiones del pueblo y de los trabajadores. La expectativa sobre el tema de la cogestión, convive con la lucha cotidiana de los trabajadores por sus reivindicaciones económicas, por ganar algún referéndum contra la burocracia o por conformar un sindicato clasista. El interés por saber qué es socialismo, con qué se come eso, coexiste con la contraloría social de las comunidades organizadas frente a los funcionarios corruptos e ineficientes; con la pelea diaria en los comités de salud, en las mesas de agua o en los comités de tierra.

Se ha despertado una novedosa avidez por estudiar, por el debate político y teórico, por la urgencia de la formación para continuar la lucha y la profundización del proceso revolucionario, acompañada por un nuevo paradigma en la comunicación popular, impulsado por la aparición de nuevas publicaciones y medios comunitarios y alternativos. Este proceso expresa, sin ninguna duda, la profundidad del proceso revolucionario y la disposición de lucha del pueblo, la cual aún se mantiene intacta y viva.

Este es un fenómeno profundamente revolucionario que debemos potenciar al máximo. Debemos desbrozar la comprensión del socialismo de todo artificio de colaboración de clases, y acompañar el debate que se suscita febrilmente en el seno del pueblo, simultáneamente con la lucha cotidiana por profundizar el proceso revolucionario.

Es así como el camino al socialismo se traza expropiando a la burguesía explotadora, apoyándose en la movilización y la tremenda disposición de lucha del pueblo y los trabajadores. Es pasando al control de los trabajadores todas las industrias abandonadas o cerradas por los patronos, y propiciando el control obrero, la apertura de los libros de contabilidad y eliminando el secreto comercial en todas las empresas; simultáneamente con la expropiación de la banca usurera, y creando un banco nacional donde se concentren todos los recursos provenientes de la exportación de petróleo para ponerlos al servicio de un Plan Nacional de Obras Públicas y Construcción de Viviendas, discutido con la UNT y demás organizaciones populares, que comience a darle respuesta al grave problema del desempleo que padece el pueblo venezolano, simultáneamente con el enfrentamiento al déficit habitacional, todo ello como parte de una profunda reforma urbana que resuelva los graves problemas de riesgo y ambientales existentes en nuestras ciudades. Al socialismo se avanza, nacionalizando la tierra y eliminando el latifundio, como única forma de comenzar a realizar una verdadera y democrática reforma agraria.

La urgente necesidad de un partido revolucionario

Para lograr todo lo anterior es necesario que los trabajadores y el pueblo, a través de sus organizaciones, ejerzan el poder, de allí que sea necesaria la construcción de un partido revolucionario que dirija este proceso; profundamente democrático, conformado por todos los activistas y luchadores que enfrentaron el golpe de abril de 2002, que lucharon contra el imperialismo y sus sirvientes nacionales durante el sabotaje a PDVSA. Un partido que agrupe a los activistas de las UBEs que hicieron posible el triunfo en el referéndum. Un partido de los trabajadores que guíe al pueblo hacia la toma del poder del Estado y la construcción de un Gobierno de los Trabajadores y el Pueblo. Desde OIR, llamamos a todos los activistas y luchadores obreros y populares a construir esa herramienta política tan necesaria para luchar por el Socialismo.

Miguel Angel Hernández Arvelo. Profesor de la UCV y militante de Opción de Izquierda Revolucionaria (OIR)
miguelaha2003@yahoo.com
oir_2001@yahoo.com






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Miguel Angel Hernández Arvelo (Opción de Izquierda Revolucionaria)

Profesor de Historia en la UCV y miembro del comité impulsor del Partido Revolución y Socialismo. Como marxista, Hernández aboga por el definitivo rompimiento con el capitalismo en Venezuela y por la construcción del socialismo.


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