¿Trabajo para Bernal o para Juan?




María Corina Machado y su ligadito Bush, la vinotinto de fútbol y de volibol, las lluvias, Posada Carriles, la “desaparición” de Chávez, las “funciones” de la OEA. Son temas “calientes”, interesantes, felices, emocionantes, perturbadores. Cualquiera de ellos pudo ocupar este espacio. Pero, como dicen los manuales modernos de periodismo, siempre lo que está más cerca del ciudadano, del ser humano, es más importante. Por eso el auge del periodismo comunitario. No sólo en Venezuela, sino en el mundo. Por eso, les contaré lo que me pasó el sábado pasado en la madrugada.

San Bernardino es la parroquia donde vivo. Donde hace siete años el matrimonio que “entonces era”, decidió embarcarse en un crédito indexado. Pero ese es otro cuento. Lo cierto es que esa parroquia, al igual que buena parte del golpeado y mal atendido municipio Libertador del Distrito Capital, tiene problemas con ese “flagelo” llamado inseguridad.

Y en siete años he escuchado innumerables cuentos. De atracos, de asesinatos, de robos a mano armada y a “mano limpia”. Y siempre, siempre, supe que un día me iba a tocar a mí.

Pero no quiero lamentarme. Lo que quiero es mostrar la inoperancia de las “autoridades”. Porque lo que sucedió el viernes no es exclusivo, ni nuevo, ni secreto. Es un asunto que me ha hecho recordar las novelas de vaqueros que devoraba mi papá y que yo leía cuando no tenía ejemplares nuevos de las de Corin Tellado. Que leí muchas. Creo por eso soy medio cursi y medio mal encarada a la vez. Por los vaqueros y las novelas rosas.

El cuento es que en la avenida Los Próceres de esa parroquia, desde hace por lo menos dos años, “operan” unos forajidos con el rostro cubierto, pasada la medianoche. Sus víctimas: quienes osan (mos) llegar tarde a dormir. No “cargan” con los carros. Atracan para llevarse celulares, joyas y dinero en efectivo. No llegan en caballo, sino a pie y entran y salen impunemente de un barrio.

Nuestra Policía Metropolitana ha intentado, sin éxito, acabar con este modus operandi. Pero de una forma casi estúpida. “Destacan” una alcabala hasta las 9 de la noche, sabiendo con certeza que los tipos actúan después de las doce. Recuerdo que en varias oportunidades les dije: así no van atrapar a los ladrones, deben hacer algo más... inteligente. Algo así como patrullar de noche, algo así como hacer labores de inteligencia, algo así como hacer de señuelos para atraparlos. Algo así, pues, menos estúpido que colocar una alcabala hasta las nueve de la noche. Ustedes dirán ¿y quien te manda a pasar por ahí a esa hora, si sabes todo eso? Un descuido casi mortal. Desacato a las reglas impuestas por la acción del hampa.

Y es que lo intolerable es la impunidad. La impunidad de un “Carmona firmante” o de un alzado en tiempos de plaza Altamira, ponen en riesgo a la República. Pero la impunidad de unos forajidos que tienen dos años atracando a cuanto vecino de San Bernardino “ose” transitar por la avenida Los Próceres, pone en riesgo la vida. Y una vez perdida, no hay acción de fiscalía que valga. Pero si ayudaría un cuerpo policial haciendo su trabajo. ¿Más trabajo para Bernal? ¿O para Juan? Ni sé.

*Periodista


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Mercedes Chacín*


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