Representan el paraíso de los adeptos a la oposición política venezolana. Se creen amplios, cuando en realidad viven en un encierro, con una visión del mundo tan atascada y hostil que nadie puede entrar ni salir de ella. Piensan que todo el mundo quiere volverse millonario y no entienden caminos distintos a la plutocracia.
Están convencidos, virtualmente, que el gobierno de Chávez es un régimen que nos somete a los rigores del autoritarismo ideológico, a la vigilancia, y al control extremo. Se comportan, sin ninguna razón, como si viviéramos en medio de la más feroz represión a la disidencia política. Viven persuadidos de esas y otras mentiras aunque no exista ninguna evidencia real.
No son capaces de percibir que ellos mismos habitan el peor de los totalitarismos, la dictadura del mercado y el consumo irracional que les impone el dios de la moda. Mientras sufren el eficiente moldeamiento de una publicidad diseñada para reproducir los valores del egoísmo y la mezquindad.
Ellos no tienen dudas y aspiran el “american way of life” (modo de vida norteamericano). Muchos, la mayoría, esgrimen tener opinión propia, y suelen expresar una descarga de lugares comunes que dejan ver lo contrario. Son los manipulados que, seguramente, se volverán a equivocar sin apenas darse cuenta.
No obstante, otro sector creciente de la clase media es capaz de ver la intención oculta de quienes nos inducen en tal o cual dirección. Y observan suspicaces los diversos enfoques y perspectivas que en el mundo existen. Comprenden el poder de los sectores dominantes para tergiversar las relaciones económicas, sociales y políticas, y entienden cómo se forma ese territorio de penumbras que llamamos opinión pública.
Están al tanto, y reconocen, el beneficio amplio de las políticas sociales que desarrolla el gobierno en áreas claves como: vivienda, salud, educación, adquisición de vehículos y enseres domésticos, así como el apoyo a la pequeña y mediana industria.
Saben que la sociedad actual es rara avis imbuida en un activismo político sin precedente, producto de los hechos que nos acosan: crisis económica incesante, desastre ecológico sin precedentes, amenazas bélicas irracionales y sobretodo un modelo civilizatorio, el capitalismo, cuyas premisas básicas colapsaron y nada bueno le ofrecen a la humanidad.
En uno y otro sector las opiniones se van hilvanando y sugieren cómo entiende cada quien el sentido de las cosas. Por eso hay quienes siguen flotando en lo superficial y en el “estatus” que presumen, y también hay quienes escudriñan desde la conciencia profunda y son capaces de reinventarse y comprender la nueva dinámica social.
Muchos permanecerán en las sombras. Pero otros tantos se iluminarán contraviniendo la corrección política pro capitalista, y se rebelaran en un acto íntimo que viene siendo clave en las insurrecciones y las transformaciones que sacuden el mundo contemporáneo.
No tengo bola de cristal ni ínfulas de adivino para anticipar el comportamiento electoral de ese importante segmento de la población venezolana. Pero si sé que la vida se vuelve plena y propia en el instante último de la libertad, y esa libertad sólo es posible, cuando comprendemos cosas esenciales, como las diferencias políticas tan radicales que separan y enfrentan, al pueblo y a la oligarquía.