Asesinos en serie

En un tiempo muy lejano vivió un hijo de la tierra y de la inteligencia, en un universo que se abría paso a la construcción de las ideas. ¿Cuál fue su crimen?, ¿apoderarse de la ciencia?, ¿ser representante del derecho vencido? Todo lloro alrededor de él; la tierra se desesperó, las nubes se entristecieron; las cincuenta Oceánidas temblaron de estupor al rendirle sus respetos, las selvas se secaban, las fieras salvajes se lamentaban, todo elemento noble suspiró su tormento.

De la búsqueda de la justicia y la razón él es un paradigma. Con él como protagonista se ganó la batalla contra la anarquía de la opresión que apenas emprendida su acción, practicó, con el ciudadano, un marco de preferencias contrarias a todos los principios de racionalidad verbalizados por los demagogos. El mundo todavía sufre en Prometeo como si las ataduras impuestas fueran las ligaduras de la opresión universal. Así lo condenaron, encadenado a una de las montañas del Cáucaso; aplicándole como condena la plasmación consciente de sus entrañas al ser devoradas por buitres durante la noche y permitir que su cualidad dinámica, destrozada, se regenerara durante el día, para de nuevo encauzar el tormento al siguiente anochecer, infatigablemente durante mil años.

Fue en el Olimpo donde Prometeo robó el fuego que entrego a los hombres; consintiendo el uso de esa de energía, eso configuró un abominable delito. Y con el fuego en manos de los hombres eventualmente se domesticaron los metales hasta convertirlos en los primeros recursos de la ciencia y la tecnología. La ira de Zeus exigió a Prometeo el desplazamiento inmediato de sus convicciones y su público arrepentimiento. El hijo de Gaia se negó, y Zeus, para borrar las márgenes diferénciales de la realidad, convirtió su voluntad en cuatro miembros con clavos de bronce que le impedían moverse. Los dioses son sus eternos vigilantes. Hoy día la esclavitud pulula desde los Cáucasos y las argollas todavía nos sujetan.

El fracaso de un dogma no significa el éxito de quien lo sufre. Este principio, tal como lo conjetura el sistema de poder que a Venezuela se opone tiene la forma de una guerra metodológica relativa al ascenso de los medios de comunicación al Olimpo. Este buitre vestido con piel de cordero desafía la moria supeditando la imaginación a la realidad, utilizando el sistema de poder como sustituto mordaz de la conciencia del colectivo. ¿Es ésta práctica una conclusión negadora de la soberanía y del sufragio universal?, ¿es… ésta, la peculiaridad de un sistema de poder donde la hipocresía crece como una máxima? La representación de esta situación puede considerarse como la elipsis de un sistema de acciones que concibe un esquema de decisión contrario a la salud de los excluidos. ¿Es la democracia un algo inteligible e inadecuado, en un período de ajustes donde los medios de comunicación asumen, por nada vano, disfrazarse de demiurgos?

La Revolución Bolivariana dispone la modificación del rol de la estructura política democrática considerando a los demiurgos que azotan la cara y el futuro de los pueblos. Suspender las maromas de los lacayos sin demoler el arrimar del hombro que supedita la corrupción y la paralización del sistema de justicia abona la conspiración que persiste desde el sistema de poder que usufructúa la cultura occidental dominante. La conspiración que enfrenta el Proceso Bolivariano mantiene la actitud de los corresponsales de guerra que vitorearon y aplaudieron al general Patton en el desembarco de Marruecos. Los possessores que representó Patton siguen hechos un montón de escombros: sus conciencias han sido robadas o han desaparecido como el infierno. No sé, ¡apelar al aplauso!... anunciando un golpe de Estado, mezclado con cacerolas y actitudes estridentes, arrojadas sobre el mundo por el vendaval que permuta la mentira de oscuridad de los mercenarios mediáticos que pueblan el mundo, coloca en entredicho la cultura democrática de las argollas que sujetan la conciencia de la democracia.

La negación de nuestra realidad es lo que arrastra la desarmonía añorada. La duda planificada, qué demonios va hacer, de sí, si impulsa al hombre de lo heterogéneo a la homogeneidad, cómplice de cualesquier irresolución. En nuestro Olimpo se viste al hombre con la forma del ser individual para manifestar su adhesión a la miseria y a la exclusión. De esta fascinación por la opresión surge una lucha dinámica en la cual el sistema de poder que gobierna las almas de la intolerancia se impone culturalmente al ciudadano sin consultarle la creación de los pasadizos cristalados de la pobreza y sus consecuencias. Es simple… el sistema político democrático se asoció a las oligarquías cultoras del capitalismo tutelado y a sus desequilibrios. Desvestida, en la desmesura de sus saldos; como si fuera una terrorista penitente que aprisiona el acero permutan la democracia y la época actual. Mientras tanto, el discurso político desafía la conciencia y la razón con clamores ordenadamente autoritarios. Y eso que no son hordas a pecho descubierto ni abajo están desnudas las ideas ni el uno por ciento, ni en el mejor santuario de sus habituales personificaciones.

El inconsciente colectivo de los pueblos sufre por la adicción a la necrofilia de Ariel Sharon: Premier Hebreo, viejo asesino de palestinos, progenitor intelectual y material de las matanzas de Sabra, Shátila, Jenín, etc. Y por la sed de sangre de su socio George W. Bush; firmante de ciento cuarenta asesinatos en esa zoca de exterminio llamada Texas. Ciclo que le sirvió de entrenamiento para la organización de los genocidios dedicados contra los pueblos de Irak y Afganistán.
Hablamos de dos paladines del sistema político democrático. Vemos a dos de los violadores más aclamados de los derechos humanos en la historia de la humanidad. Conocemos a dos de los autores intelectuales de los teatros de guerra en el mundo. Dos son los asesinos en serie; uno el papel análogo del terrorismo de Estado y su sistemático plan de exterminio. Uno de ellos ve en el genocidio un síntoma obsesivo consciente, el otro cree que la guerra de exterminio enmienda los orígenes de la opresión y sus letales consecuencias.

La exactitud de las finalidades culturales de dominación, los planes de exterminio masivo y la imposición del capitalismo energético; encubre el rol de los asesinos en seria hasta el extremo de representar las políticas y los ejércitos genocidas de Estados Unidos e Israel como salvaguardas del bienestar y la libertad impuesta por el sistema político democrático y sus filiales: atacan, ocupan y exterminan, selectivamente, nacionalidades y pueblos.

Asesinos en serie como Ariel Sharon y George W. Bush logran distanciarse del mundo real encubriendo los contenidos y las consecuencias de sus procederes. Carl Gustav Jung observó que, “al igual que el cuerpo, la mente presenta, además de sus caracteres personales, ciertos rasgos colectivos que no son propios de un individuo sino de muchos, es decir, de una sociedad, de un pueblo o de la humanidad en general”.

La tragedia de Prometeo y la esclavitud impuesta por estos asesinos en serie revelan el rostro que diagnostica la enfermedad que envilece al sistema político democrático y sus intereses… al margen de todo valor humanitario.

candelarioreina@yahoo.es











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Candelario Reina

Poeta venezolana, activista por la paz y la solidaridad con los pueblos del mundo. Productora Nacional Independiente, Guionista y Reportera. Primera poeta venezolana, en recibir en manos del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías, la orden "Heroínas de la Patria".

 sinfronteras_al@yahoo.com

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