Las "vanguardias comunitarias" de la revolución bolivariana




Uno de los fenómenos más sorprendentes y alentadores del proceso revolucionario que vive Venezuela es la emergencia y renovación constante de su base social militante, sus movimientos "sociales", prensa comunitaria, organizaciones rurales y asociaciones cooperativas y autogestionarias de resistencia.

Por parentesco histórico podríamos meterlas en el genérico "la vanguardia", sin embargo, la novedad es que son mucho más que éso. Expresan a escala nacional las tendencias de las generaciones luchadoras de los últimos años del siglo XX y lo que va del XXI.

El debilitamiento estructural y la decadencia relativa del movimiento obrero, más el fracaso repetitivo y fastidioso de las organizaciones tradicionales de la izquierda marxista, dieron paso a los denominados "movimientos sociales", que es el nombre popular de la nueva forma de agrupamiento de los luchadores, muchos de ellos anticapitalistas.

En estas nuevas formas lo determinante no es la pertenencia excluyente al movimiento obrero industrial, la marca ideológica o la identidad partidaria, sino la mezcla de eso, o parte de eso, con la resistencia política a los nuevos problemas que trajo el capitalismo mundial en su actual fase.

Estos movimientos contienen lo creativo, rozagante y dinámico de lo nuevo junto con una inmadurez en programa, tradición y teoría ... y no pocas veces, entre lo nuevo también se percibe el mal olor de lo fosilizado vestido de novedoso.




Un mapa somero de ese proceso de organización y reorganización de la militancia bolivariana daría como resultado el siguiente cuadro:




Organismos y movimientos*
1.- UNT, Unión Nacional de Trabajadores, central sindical bolivariana.

2.- FBT, Fuerza Bolivariana de Trabajadores

3.- Asambleas barriales en Caracas

4.- Misiones sociales (Rivas, Robinson, Barrio Adentro, Ricaurte, Vuelvan Caras y Giaucaipuro, otras)

5.- Unidades de Batalla Endógena (llamadas de "Batalla Electoral" hasta octubre de 2004)

6.- Frentes Regionales de Salud

7.- Clase Media en Positivo
8.- Comités de Seguridad e Higiene Laboral
9.- Círculos Bolivarianos

10.- Comités de Tierras. Se organizan dentro y fuera del Frente Nacional Zamorano que es la organización territorial campesina, cerca de 4.000 familias.

11.- Comités Guía en PDVSA. Surgieron en medio del saboteo a la industria petrolera entre diciembre de 2002 y febrero de 2003. Fueron decisivos en la reconquista de PDVSA.

12.- Mesas de Agua en barrios de Caracas, Maracay y Valencia. Se dedica a organizar la presión de los vecinos sobre los organismos públicos para obtener agua corriente en barrios carenciados.

13.- ANMCLA, Asociación Nacional de Medios Comunitarios, Libres y Alternativos (afilia a 234 medios de prensa tradicional, de la web, radios, canales de televisión y productores cinematográficos)

14.- Redes de Conexión Social (actúan como mecanismos de articulación entre sectores y movimientos locales para grandes problemas nacionales)

15.- Colectivos de base (agrupa a movimientos de variado interés barrial, educativo o cultural sin ubicación territorial fija)

16.- Cooperativas. Registradas 96.000 en abril de 2005. No todas tienen una función política en la acción popular, pero un amplio sector de ellas actúa en red con las Misiones o con las otras organizaciones, por ejemplo con PDVSA en la lucha por PDVSA, para recuperar fábricas expropiadas (por ejemplo la papelera VENEPAL) o en la lucha por la propiedad de la tierra rural y urbana.





Sectores sociales
1.- Del movimiento obrero

2.- Empleados de ministerios y dependencias del Estado

3.- Juveniles (de barriales, liceos y universidades)

4.- De la clase media nacionalista. Rompió con los sectores golpistas en 2002. No todos sus participantes se reivindican "chavistas", actúan más por oposición al imperialismo, en defensa de las libertades democráticas y en apoyo a las Misiones.

5.- De Mujeres

6.- Campesinos y asalariados rurales

7.- Reservistas de las Fuerzas Armadas. Hasta diciembre de 2004 unos 600.000 reservistas habían sido reactivados.

8.- Religiosos. Cerca de un millón de seguidores de las Iglesias Evangélica y Pentecostal apoyan a Chávez y se declaran bolivarianas y anti imperialistas.

9.- De artistas, educadores e intelectuales. Constituyen el sector más pequeño de las "vanguardias" del proceso

10.- Indígenas. Existen unos 280 mil aborígenes, de los cuales 30 o 40 mil están organizados en distintas formas de resistencia e integración territorial, cultural y política al proceso.





Esta lista es una aproximación, no pretende abarcar espacios locales del interior, sé limita a los movimientos y formas organizativas que adquirieron dimensiones nacionales o regionales.




La mutación del aprendizaje




Esos movimientos "de vanguardia" han mutado tantas veces como lo ha impuesto la tensa y cambiante situación política desde 1999. Viven en una permanente creación y recreación, como ocurrió con los más ilustrativos procesos revolucionarios del último siglo.

En 2005, ese desarrollo ha llevado a una maduración política distinta, superior. En primer lugar, estos movimientos comenzaron a descubrir que la "revolución bolivariana" no avanzará un solo paso más sin la participación activa de ellos y que eso significa la capacidad que demuestren para asumir el poder frente a los sectores conservadores internos y a la agresiòn imperialista.

En segundo lugar, porque se instaló el debate sobre el socialismo entre ellos y de ellos con las masas y los sectores refractarios del poder establecido.

Este delicado tema venía siendo sostenido y proclamado por una minoría de esos movimientos (o de dentro de ellos), especialmente aquellos que nunca ocultaron sus ideas socialistas despecto de la inexorable dinàmica del proceso. Hoy el socialismo es parte de la conversación cotidiana. El propio presidente Chávez lo sometiò a debate nacional desde mediados de 2004, cuando decidió proclamar la necesidad de refundar un "socialismo del Siglo XXI".

La nueva conciencia política de las "vanguardias" venezolanas comenzó a constituirse desde la derrota del golpe de Estado en abril de 2002. Antes de esa fecha fue una acumulación altamente contradictoria, vacilante.

Uno de sus protagonistas fue el mismìsimo Chávez cada vez que declaraba que él fue "salvado por el pueblo" y acto seguido lo invitaba a "organizarse para defender sus conquistas". Al movimiento le lanzò una consigna fulminante en enero de 2003: "Fàbrica parada, fàbrica tomada".

Asì en este aprendizaje empírico permanente, genuino, desde y con la realidad, se han ido transformando los movimientos de la revoluciòn y su personificaciòn, Chàvez.

Siete meses después despuès del golpe de abril, esa comprensión dio un salto, cuando los trabajadores y pobladores derrotaron por segunda vez en la lucha fìsica a los golpistas en la industria petrolera (diciembre 2004 a febrero 2005).

Este fue el momento en que el movimiento obrero venezolano se integró como sujeto independiente del proceso, probando su capacidad revolucionaria en la lucha por el rescate de PDVSA y la derrota del golpismo proimperialista.

Un año más tarde, ese aprendizaje arrojò uno de sus frutos más sólidos, la construcción de la UNT, la nueva central obrera bolivariana, sobre los restos de la CTV (Confederación de Trabajadores de Venezuela) La CTV surgió en 1936, hasta la revolución de 1958 jugó un rol progresivo en la organización clasista de los trabajadores, pero fue integrada al Estado y a las políticas imperialistas del viejo nacionalismo venezolano por Acción Democrática desde el Pacto de Punto Fijo (1961); desde entonces la CTV sirvió a los patronos, al imperialismo y a sus propios dirigentes convertidos en millonarios. La UNT ha subvertido esa historia y ha dado comienzo a un nuevo movimiento obrero venezolano desde abril de 2003.




La materia prima de lo conciente




Este proceso de constante organización de "la vanguardia" bolivariana avanzó a lo largo del año 2003 con las Misiones sociales. Estas le enseñaron a los movimiento sociales que sin ellos no era posible la aplicación de estas políticas públicas transformadoras.

Las Misiones concentran las principales inversiones públicas dentro del Presupuesto Nacional. Continuó a comienzos de 2004 con la derrota fulminante en las calles caraqueñas de las llamadas "Guarimbas" (grupos de la derecha de desorden urbano)

Este mismo año, las organizaciones comunitarias venezolanas fueron las garantes de que el fraude del Referendum no pasara como pretendían el Grupo Carter y la OEA en su negociado con el Comando Ayacucho. Las organizaciones de base se levantaron, paralizaron Caracas e impusieron la suspensión del Comando Ayacucho y la organización de uno nuevo bajo la dirección política de Chávez, aunque no participaron las organizaciones comunitaria.

Fueron estas las que se movilizaron por decenas de miles el mismo día del fraude, tomaron la ciudad e impusieron una nueva realidad política que tres días más tarde se trasformó en una acto de más de 250.000 personas con el presidente Chávez en la Plaza Bolívar. Allí se proclamó la famosa "Batalla de Santa Inés", con la que se derrotó a la derecha el 15 de agosto en el Referendum Revocatorio.

Los organismos que determinaron el triunfo del Presidente en el Referendum y la continuidad del gobierno fueron las "patrullas electorales" y las Unidades de Batalla Electoral, que sumaron a más de 900.000 activistas al nivel nacional. La mayoría de estas personas se integraron por primera vez a una actividad política.

Entre 1998 y 2004 las "vanguardias comunitarias" venezolanas han adoptado 7 ó 9 formas distintas según las exigencias políticas internas.

Cuando las situaciones de enfrentamiento son agudas tienden a conectarse en formas intermedias que desaparecen ni bien pasa la coyuntura. La fuerza y dinámica de este movimiento-proceso no deja en paz a ninguna institución estatal o partidaria, dirigentes o funcionarios apoltronados o con deseos de apoltronarse.

Para salvar las conquistas adquiridas hasta abril de 2002 se amalgamaron en los barrios y alrededor de los cuarteles en forma cuasi espontánea, aunque los motores de la resistencia fueron los mismos jóvenes y amas de casa que ya participaban en círculos bolivarianos, coordinadoras sindicales y asambleas barriales. Lenin llamaría a esa espontaneidad "la materia prima de lo consciente".

Sin separarse físicamente de sus comunidades han sostenido la aplicación de los planes de desarrollo social (las Misiones) porque era imposible aplicarlos desde los organismos ejecutores oficiales, los Ministerios. Como me dijo una profesora, coordinadora de la Misión Robinson, " Si hubiéramos esperado a que desde el Ministerio de Educación se aplique las misiones Robinsón, Ricaurte o Ribas, ya habrían tumbado al presidente varias veces".

La nueva militancia social venezolana no diferencia entre su actividad "política" y la labor social de educar, ser alfabetizado o ayudar a curar.




La vieja vanguardia a la retaguardia




En sentido contrario, la mayoría de los partidos y dirigentes de la izquierda tradicional venezolana jugó un papel "de retaguardia" en abril de 2002 y en casi todas las coyunturas desde entonces. De hecho representan la franja conservadora del proceso revolucionario. A ellos les encantarìa que todo se detenga en el punto donde ha llegado y "vivir felices para siempre".

En la prueba más importante que tuvieron hasta ahora, el golpe de abril, la mayoría sufrió una regresión perversa a sus nostalgias juveniles. Entre el 11 y el 12 de abril, muchos de ellos soñaron con organizarse para "subir los montes y hacer la guerra desde a la montaña", como declararon en días posteriores al 13 de abril de 2002. La realidad los hizo descender en forma estrepitosa de su fantasía vanguardista irremediable: Los barrios de las 14 principales ciudades ya tenían paralizados los cuarteles y el Palacio de Miraflores.

Felizmente, una parte de esta vieja guardia militante comprendió, se adaptó y se puso a trabajar al lado de la nueva militancia comunitaria y sindical. Otra parte no soportó el desafío y aspira a seguir disfrutando del portaviones del poder, o se fue, pero no a la montaña sino a la derecha.

Esta "vanguardia" se expresa de múltiples maneras y a una velocidad política determinada por los acontecimientos. Esta virtud constituye el motor de la revolución bolivariana, pero se convierte en su principal enemiga cuando quedan atrapados por la acción y el embate de la lucha cotidiana y les impide la reflexión necesaria para pensar teóricamente a largo plazo. Un ejemplo de esto, es que muchos dirigentes venezolanos, sanamente creen que la relaciàon de fuerzas està a favor de la revoluciòn bolivariana y no del imperialismo. Creer esto es legìtimo, pero equivocado y se deriva de una falsa conciencia del proceso, sus instituciones y las relaciones internacionales.




Retos de una vanguardia nueva




Mientras exista el actual proceso político, los movimientos comunitarios serán su sangre y sus vértebras; a pesar de sus carencias y fragilidad ofrecen una base social sobre la cual intentar superar las actuales contradicciones mortales entre una dinámica política francamente revolucionaria y un Estado capitalista aparatoso, fracasado y corrupto por los cuatro costados.

Como dijo con socarrona mordacidad un dirigente popular chavista en el barrio 23 de Enero de Caracas, "entre Chávez y nosotros no hay nada y lo que hay huele a fo" ("fo" es una expresión venezolana que alude a mal olor)

No es exactamente así porque están las Fuerzas Armadas como estructura nacional, pero es una expresión inteligente que refleja el patetismo de un aspecto clave de la realidad venezolana. Para decirlo en una palabra de moda en Venezuela, sin el empoderamiento de estos movimientos la revolución bolivariana se vaciaría de contenido social. Y eso, a estas alturas, significa la responsabilidad histórica de ser capaces de asumir el poder político y económico y servir de base para la democratización del Estado desde abajo, nutrido por –y apoyado en– estas organizaciones populares genuinas.

La cogestión y las cooperativas que se aplican hoy, podrían ser un camino alterno hacia ese empoderamiento, siempre que el objetivo sea la reorganización de la sociedad venezolana sobre bases socialistas, sin instituciones capitalistas.




Lo que son y lo que no



Lo que se denomina "revolución bolivariana" sería irreconocible sin la existencia personal de Chávez y sin la marca constitutiva de sus "movimientos comunitarios", entendiendo por esto no una abstracción sociológica sin contenido de clase, sino la expresión política y cultural de las profundidades transformadoras de las clases trabajadoras que la sostienen: los barrios pobres de las grandes y pequeñas ciudades y los asalariados industriales, estatales y rurales. Constituyen uno de los síntomas de buena salud más sólidos y esperanzadores de la "revolución bolivariana" en marcha.

Esos movimientos son "vanguardia" en el sentido tradicional en la medida que su actividad y vida política las coloca "un paso delante" (Lenin) del conjunto de las masas pobres movilizadas, pero no lo son en tres magnitudes cualitativas: su forma de vida, sus formas organizativas y su militancia social. Esa posición de "vanguardia" social y política es desigual, relativa.

Basta recordar que las patrullas electorales y las Unidades de Batalla Electoral que funcionaron entre mayo y agosto de 2004 alcanzaron un registró de activistas que superó las 900 mil personas en todo el territorio. Esto no puede ser vanguardia en el sentido tradicional y sin embargo lo fue respecto de ese período político, de la tarea asignada (ganar el "No" en el Referéndum) y la decisión de defenderlo en las calles el día de la votación.

Seguramente, la discusión sobre el socialismo del siglo XXI, que propone Chávez, la ayudará a completar su rol orientador y facilitador en la actual fase del proceso.


La experiencia de los círculos



Algo parecido, aunque más relativo, se vio dos años antes en la actuación masiva que derrotó el golpe de Estado entre el 12 y el 13 de abril. En aquella ocasión su expresión orgánica más rutilante fueron los vilipendiados "círculos bolivarianos". Se calcula que antes del golpe funcionaban unos 20 o 30 mil círculos y que la derrota del golpe provocó una explosión de "círculos" por todos lados. En noviembre de 2003 funcionaban unos 90.000 con una media de 7 activistas por círculo.

Un año después, sólo se registraban unos 8 mil círculos bolivarianos, muchos se burocratizaron o se integraron al Estado de la peor forma, como funcionarios de nuevo cuño, otros renacieron en las nuevas forma de agrupación del activismo.

Tres razones se combinaron para la desaparición "sorpresiva" de los círculos, primero, su heterogeneidad social, segundo, correspondiente con lo anterior, su fragilidad y volatilidad ideológica, en los círculos había gente de derecha y de izquierda, reaccionarios y progresistas, demócratas sinceros, anti izquierdistas convictos y confesos. De todo.

Cumplieron entre comienzos de 2002 y mediados de 2003 el rol progresivo de enfrentar todas las opciones e intentonas golpistas. Los círculos ayudaron a generar una conciencia anti imperialista en un importante sector de la población que nunca tuvo conciencia militante. Eso fue progresivo. Pero terminaron "víctimas" de las dos debilidades anteriores y de la fuerza avasallante de un movimiento que ha tenido la virtud revolucionaria, hasta ahora, de no congelarse en ninguna forma organizativa.

Estas características de relación orgánica con "las masas" no fueron las constantes en la mayoría de las vanguardias izquierdistas o revolucionarias del siglo XX, especialmente después de la II Guerra Mundial, a causa de la fosilización mundial que impuso la URSS y la socialdemocracia en la militancia internacional. Cuando ocurrió fue para gangrenar y desmovilizar revoluciones.

Esta, entre otras razones, explican sus conductas auto destructivas, sectarias u oportunistas, como demuestra, entre otros autores, hasta cansarse de angustia el marxista húngaro Itsvan Mézsaros en "Más allá del Capital" (Caracas, Edic. Vadell, 2001)




Un duro y contradictorio aprendizaje



En siete años de proceso político los movimientos de vanguardia venezolanos han mostrado capacidad y talento para la creatividad revolucionaria, la organización masiva, la acción directa y la democracia de base. Estas cuatro características son fundamentales a la hora de reflexionar acerca del presente y el futuro de la situación venezolana.

Las políticas centrales propuestas por el gobierno del presidente Chávez no tendrían destino social sin la existencia y militancia de esa "vanguardia" de poderosos movimientos de base. Basta pensar por un instante en lo que ocurriría si desaparecieran –o fueran absorbidos por un gran medio, por ejemplo TeleSur– los medios de prensa comunitarios y alternativos y las organizaciones sociales en la que se apoyan.

Esas características no nacieron con los movimientos, al contrario. En este lustro y medio ha realizado un complicado aprendizaje político que los llevó de una primera etapa donde predominó la unidad con lo viejo, a una decantación y transformación que en poco tiempo la colocó de frente a casi todos los dirigentes, partidos y cuadros políticos con quienes compartió la primera fase (1998-2002) del proceso político venezolano.

Su historia comenzó en 1998 en la campaña electoral que en diciembre de ese año elevó a la presidencia a Hugo Chávez. Sus protagonistas de entonces calculan la movilización de una militancia que sobrepasó fácilmente los 50.000 jóvenes y adultos, con predominio de mujeres de los barrios pobres.

En aquel momento existía una mezcolanza necesaria y útil entre la "vieja vanguardia" de adentro y de afuera de los partidos de la izquierda venezolana, y al lado, las nuevas camadas de activistas barriales, obreros, soldados y un pequeño sector medio de profesionales e intelectuales de izquierda.
Existe una nueva realidad en los movimientos de "vanguardia" de la revolución bolivariana. Su conciencia y composición actual están en relación directa con el aprendizaje político que han hecho, frente al desgaste de la mayoría de los dirigentes de la vieja izquierda y de los funcionarios que acompañan a Chávez en su proyecto anti imperialista. De esta nueva realidad surgiràn, si hay lògica en este mundo, las nuevas corrientes y dirigencias revolucionarias.




Socialismo: El "último" desafío



Chávez, como fenómeno político viene tomando por asalto a la izquierda venezolana y latinoamericana desde 1992. Primero, la puso a pensar en "revolución", luego vino un camino de búsquedas zigzagueantes a izquierda y a derecha para alcanzar el gobierno. El último asalto es la propuesta de "refundar el socialismo del siglo XXI".

Esto, por si solo, representa un nuevo desafío político para la vanguardia comunitaria. Es el dilema de toda revoluciòn genuina: continuar lo que comenzò o detenerse y retroceder. Chàvez quiere experimentar sobre el socialismo en Venezuela y eso es preferible a seguir mascullando "socialismos de bolsillo".

A pesar de no tener todavía un cuerpo doctrinario, ni un perfil claro, la promoción de la idea comenzó hace más de medio año en una Cumbre de presidentes sudamericanos en Río de Janeiro, donde declaró que "no es posible salir de la miseria dentro del capitalismo". No sòlo despeinò los ruleros de los presidentes presentes, es que desde entonces, comenzó a integrar la incòmoda socialismo a sus discursos y alocuciones didácticas semanales en "Aló Presidente".

La mayoría de la izquierda interna y externa que acompaña a Chávez en el proceso venezolano había descartado de sus escritos, luchas y conversaciones, la palabra socialismo. Esto fue así hasta hace apena unos meses. No sorprende la reacción de muchos de ellos. Entre las frases conocidas cito algunas: "El socialismo es uno solo desde siempre, no se puede refundar", o esta otra: "Hablar de socialismo ahora puede poner en peligro todo lo que se ha hecho".

Todo esto es dicho bajo la misma gastada justificación de que "no estamos en esa etapa", o "eso está bien, pero para el futuro", algunos con excusas peores, como "esta revolución puede resolver los problemas sin meterse en el lío del socialismo", o como me dijo un nacionalista de la izquierda peronista argentina: "el socialismo es un lindo sueño, pero ahora no se puede, estamos en la etapa de la lucha contra el imperio".

Chávez –y la realidad– los asaltó de nuevo. De repente, todos se pusieron a hablar, y lo más grave, a escribir tesis sobre "el socialismo del siglo XXI", cuando hasta el día anterior lo negaban o les asustaba su sola mención. En buena hora sean bien llegados al inexorable debate sobre el socialismo, sobre todo si se trata de uno que supere los experimentos del siglo XX.

Con una actitud màs sincera, la vanguardia bolivariana ha comenzado a hacer este nuevo aprendizaje del "socialismo del siglo XXI" con la misma libertad de pensamiento que hizo los anteriores, desde 1999, o antes.

El problema no está en ella, sino en la contradicción de no constituir todavía una opción de poder alterno frente a los que se asustan con la palabra que más asusta a la burguesía y al imperialismo.


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Modesto Emilio Guerrero

Periodista venezolano radicado en Argentina. Autor del libro ¿Quién inventó a Chávez?. Director de mercosuryvenezuela.com.

 guerreroemiliogutierrez@gmail.com

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