Resulta insólito y hasta dantesco, el hecho de que una vez terminada la alocución del día sábado en la que el Presidente Chávez informó acerca de su delicado estado de salud, en diversos escenarios de la oposición –políticos, económicos y religiosos- se reaccionó desde la alegría y el sarcasmo. Sin duda, estas crudas emociones se traducen en contradicciones para quienes le adversan, pues según profesan, cual pasión clerical, están llenos de paz y buenas intenciones (por supuesto, inspiradas en ellos y destinando probablemente algunas migajas para los suyos).
Pues sepa usted lector y lectora que los gestos, las palabras y las acciones concebidas desde el odio por basuras ambulantes, no detendrán la ternura y el amor del pueblo venezolano hacia el Comandante de la Patria Grande, pues ha sido él mismo quien ha sembrado y cosechado victorias nacionales e internacionales, inspiradas en los campesinos, indígenas, obreros, cultores, servidoras y servidores públicos, más un infinito que aunque muchos pretendan invisibilizar, existen en la comunicación, la historia, la poesía y la espiritualidad latinoamericana.
Atolondradas miserias humanas, perennes almas disociadas, aunque les produzca náuseas y quieran camuflar su identidad, también ustedes protagonizan el acierto del Proceso Bolivariano, ustedes son el reflejo en cualquier parte del mundo de la contundencia y sabiduría del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, ustedes son sinónimo planetario de las misiones sociales, del cardiológico infantil, de los infocentros, de los satélites Bolívar y Miranda, de las alianzas científico tecnológicas, de las redes de alimentos, del crecimiento de la Banca Pública Social, de la reducción de la pobreza, desempleo y analfabetismo, así como del aumento en la igualdad de género, entre otras mejoras significativas en la calidad de vida de niños, niñas, adolescentes y adultos mayores.
Atolondradas miserias humanas, siento informarles que se encuentran ante un “Gran Hombre”, el “Comandante Hermano”, quien recuperó la dignidad no sólo de las venezolanas y los venezolanos, sino también de las latinoamericanas y latinoamericanos –y cuidado sino también de algún ciudadano del supuesto primer mundo-. Aún más siento sumarles argumentos desde el más sincero y genuino afecto, al decirles que Hugo Chávez es la personificación de las más sublimes utopías, porque como dice Eduardo Galeano “La utopía está en el horizonte (…) y sirve para caminar”.
Por el amor hacia su “dios” más cercano, “intermitente minoría”, métanse el veneno en el bolsillo, porque indubitablemente en la Patria de Bolívar seguirá ganando la igualdad social.
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