En Venezuela todos volcaron sus ojos a la política. Muere el bipartidismo. Pero existía una vieja estirpe que consideraba la política como el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa. Algunos persisten en la idea de concebir la política como una lógica de la apariencia, es decir, fingir lo que no son para garantizar su lucro personal de forma indebida e inmerecida. Los medios, en su concepción mercantilista de la información, permiten tamaña deformación de la política. Sin embargo, cada día son más los profesionales preocupados por su ciudad, quienes asumen la política como el proceso y la conducta de toma de decisión de un grupo, en beneficio del mismo.
Surge entonces un conflicto inexistente por aquellos que no quieren ceder sus espacios políticos, y denuncian la absurda confrontación entre “Políticos vs Tecnócratas”. Tal confrontación es falsa, pues los hombres y mujeres preocupados por la ciudad y que actúan en consecuencia, proponiendo, coordinando y decidiendo en grupo, son en esencia políticos. La política no es exclusiva de la militancia partidista, aunque el partido es importante para hacer política. De igual modo, el profesional cuyo conocimiento no está al servicio del colectivo, por ineficiencia o ambición, es un vulgar burócrata, y que los políticos llaman tecnócrata.
Es un lugar común decir que política proviene del término griego polis, que significa ciudad. Lo que no es común decir, es que en el siglo V antes de Cristo, en Atenas, los griegos le daban importancia al espacio público, porque era el lugar donde sus acciones les permitirían ganarse la admiración del colectivo y de esta manera perdurar en la memoria de los vivos, creyendo así vencer a la muerte. Pero debían acometer acciones de admiración.
Con el tiempo no fue necesario acometer acciones de admiración, sino aparentarlas, y eso permitió el surgimiento de “políticos” que no se preocupaban por la gente, sino que fingían preocuparse. No obstante, años de mentiras, hicieron que la sociedad buscara mecanismos de defensa y comenzará a exigir acciones concretas, por eso algunos políticos saltan de un partido a otro, o cambian su discurso de la noche a la mañana, pues deben borrar su pasado para continuar fingiendo, hasta que nuevamente la sociedad los sorprenda mintiendo. Esta transformación social, compleja, imperceptible, produce cambios radicales y en ella también persisten elementos que obstaculizan para no producir cambios. ¿Cómo lo hacen?, mintiendo, desvirtuando acciones concretas, confundiendo, para que la gente en su confusión sienta miedo, y una vez aterrado, se niegue a cambiar. ¿Cómo diferenciar a los mentirosos de los políticos?, por sus acciones. No obstante, no se puede andar por la calle confirmando cientos de acciones que presuntamente son verdades o mentiras. Tampoco se puede creer en los medios, si éstos maquillan las acciones para hacer ver como cierto lo que es falso, o viceversa. Para un periodista, la clave está en indagar hasta el final, confirmando fuentes. Para la persona común se necesita más esfuerzo, pues deberá participar hasta el final de sus intereses como persona dentro de su grupo, o de su comunidad. Si no te importa el hueco de tu calle, y no participas para solucionarlo, pues entonces te mereces al político mentiroso. Si la seguridad para ti es que te cuiden mientras haces lo que te de la gana, pues correrás el riesgo de que alguien que piense igual a ti, te haga daño. Mientras más personas se involucren en la “cosa pública” de manera activa, solidaria y creadora, menos espacios quedarán para los mentirosos.
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