"El arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma."
Bertolt Brecht
El cine comercial es espacio para la circulación de historias cíclicas, de remakes burdos y, el Olimpo de los super héroes de Hollywood. Una industria que produce altas ganancias en términos de rentabilidad económica y, ejerce una influencia considerable sobre la cultura Occidental que se proyecta en la llamada pantalla grande. A finales del año pasado, se presentó ARGO en EEUU, dirigida y producida por Ben Affleck y comercializada por la Warner Bros, una película que en estos meses comienza a promoverse en el resto del mundo con un argumento de fondo sobre la cuestión iraní, importante para analizarla por el impacto mediático alcanzado.
El debate se ha abierto no por la calidad del Film, sino el contenido propagandístico en la disquisición de un proceso histórico bastante convulsionado en el Irán pos Shah y que en la actualidad no difiere mucho en la confrontación contra Irán. En una especie de narrativa histórica – ficción, la obra también interpretada por Affleck, presenta un país en desorden donde la anarquía, el odio y la irracionalidad se imponen como forma de gobierno con el poder del Ayatola Jomeini, haciendo una breve pasada por el expediente de torturas y horror que impulsó el Shah con el apoyo de las potencias occidentales, la trama ubica a los agentes de la CIA como exitosos en el rescate de los funcionarios norteamericanos asilados en la embajada de Canadá, burlando los controles instalados por la seguridad local.
A diferencia de la polémica película que sacudió el mundo islámico sobre la vida de Mahoma, en esta película el esfuerzo se centra en presentar la toma de la embajada de los EEUU en 1979 en Teherán, como expresión de un régimen totalitario con poco apego a la vida, tocando unos de los temas esenciales para el pensamiento occidental como lo es la “democracia”. La respuesta no ha tardado por parte de Irán, donde algunos directores ya planean una réplica a ARGO con “El Estado Mayor Conjunto” del director Salmanian para exponer su versión de los hechos.
¿Arte o Propaganda? Desde la época del macarthismo el cine independiente o crítico en EEUU, fue blanco del acecho de las llamadas listas negras, cacería de comunistas o contra todos los valores anti – americanos. Una autentica purga que no cedió aún finalizada la Guerra Fría y, que en los tiempos de Bush hijo terminó de endurecer con la Law Patriot, de esta forma la conexión entre el cine y los lobby sionistas o chovinistas estadounidenses han permitido el afloramiento de una imagen mesiánica del poder Occidental contra el terrorismo del mundo islámico.
En el imaginario del ciudadano común de Occidente, se refuerza con estas películas la tesis que el Islam es una religión para la muerte donde la vida no tiene ningún valor, un sadismo social expresión de pueblos atrasados a pesar de la rica y milenaria historia de Persia por ejemplo. En un contexto de movilidad militar en el Golfo Pérsico, con la mirada puesta sobre Irán, Hollywood da su cuota para que la opinión pública se movilice en el escenario mediático frente a los que Noam Chomsky ha llamado “la obsesión por la amenaza iraní”.
@josefortique