Ignacio Luis Arcaya, abogado nativo de Coro, dirigente del partido URD y amigo íntimo del presidente del mismo, Jóvito Villalba, era el canciller venezolano, bajo el gobierno de Rómulo Betancourt, justo cuando EEUU optó por denunciar a Cuba de promover el cambio revolucionario en nuestro continente, ante la OEA, de la cual el país antillano formaba parte y solicitar se le aplicasen sanciones.
Eran los tiempos del Pacto de Punto Fijo, firmado por Betancourt, Villalba y Rafael Caldera para gobernar a Venezuela, lo que explica la presencia de URD en aquel gobierno y en consecuencia la condición de Canciller del Dr. Arcaya.
Para ese momento AD se había dividido y habiendo nacido de su seno el MIR, partido entonces en la lucha armada y clandestinidad. Parte de sus cuadros formaban parte de la guerrilla y la otra se movía en la más rigurosa clandestinidad en ciudades y pueblos de Venezuela. En el seno de URD había nacido y consolidado una importante tendencia de izquierda y socialista de la cual formaban parte Fabricio Ojeda, “Cheíto” Herrera Oropeza, Víctor José Ochoa y otras jóvenes y muy maduros. Ignacio Luis Arcaya, pese su edad y rango dentro de su partido, vínculos estrechos con el máximo líder, el margariteño Jóvito Villalba, tenía excelentes relaciones y hasta simpatías con aquella tendencia “juvenil” urredista.
Demás está decir, aunque lo hacemos para orientar a los jóvenes que nos leen, el gobierno venezolano desde los primeros momentos había asumido una actitud de enfrentamiento al gobierno cubano. Recién llegados al gobierno, tanto Betancourt como Fidel Castro, éste en su visita a Caracas en enero de 1959, planteó a aquél la necesidad de acercarse y desarrollar una política solidaria en favor de los pueblos del continente. El venezolano, no mostró interés alguno, más bien rechazo y dejó claro lo que sería su conducta frente al imperialismo, la de unirse como un eslabón más en la cadena.
Estos recuerdos vienen a cuento por lo sucedido ahora en la OEA y el infeliz protagonismo del señor Cochez, embajador panameño en ese organismo.
El discurso del funcionario mencionado no se correspondió con la posición oficial de su gobierno; por lo menos así lo declaró la cancillería correspondiente y coherencia con eso, procedieron a destituirle. Pero no hay duda que sí habló Cochez por encargo de alguien. Nuestro embajador Roy Chaderton, en su discurso, hizo mención que entre los personajes que acompañaban a Cochez se hallaba Roger Noriega y algunos capitostes de la oposición venezolana. Aquella mención del representante venezolano, experimentado diplomático y hábil en el manejo del discurso, llamaba la atención acerca de la procedencia de lo que había dicho Cochez.
Es cierto que la política oficial de EEUU, por ahora, y así dejaron constancia en la OEA, que nada podían alegar contra la decisión del TSJ. Reconocen la validez del principio constitucional y la inconveniencia, para ellos mismos, de desconocer el principio de lo inapelable de las sanciones de los tribunales del rango del cual dictaminó sobre el 231 constitucional venezolano.
Pero había que hacer algo que dejase sembrada la sombra de la duda. Para ello se valieron del mujiquita embajador por Panamá, quien asesorado y flanqueado por el representante opositor al gobierno del presidente Chávez y el agente del Departamento de Estado Noriega.
Cochez pues, embajador de Panamá en la OEA, se salió de la posición oficial del gobierno de su país y dijo la cosa fea y maloliente que dijo. Su gobierno le destituyó vergonzosamente por servir de mandadero, contra el interés y dignidad de su gobierno y país, a quienes no se atrevieron a expresar por su propia, lo que él asumió.
Primera vez que uno sepa, que sucede algo tan penoso a un representante, permanente o no en la OEA, por servil y esquirol.
Ignacio Luis Arcaya, hizo justamente todo lo contrario del panameño. Su dignidad lo obligó a asumir una posición que lo llevó a enfrentar a su gobierno y los Estados Unidos y enormes poderes.
Arcaya no estaba dispuesto a votar por la propuesta de Estados Unidos contra Cuba por múltiples razones. Por eso, se comunicó con Villalba y la manifestó su posición contraria. La que le hizo saber al presidente mismo. Como éste la ratificó lo que era su decisión, el coriano lleno de dignidad, respeto por sí misma, sus ideas y lo que el gobierno cubano representaba, en plena sesión de la OEA, optó por negarse él, personalmente a votar por aquella propuesta y presentar su renuncia a su condición de Canciller de Venezuela.
Por eso, al Dr. Ignacio Luis Arcaya se le conoce como el canciller de la dignidad.
A Cochez, le votaron por indigno.
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