Tres años de guerra informática de la cadena televisiva estadounidense CNN y del diario español El País contra el gobierno constitucional de Hugo Chávez obligan a interrogarse sobre los motivos de esa incesante agresión mediática. ¿Cómo se explica su actitud anti-ética contra uno de los gobiernos más democráticos de América Latina?
La respuesta se encuentra en la intrínseca red de negocios económico-políticos del neocolonialismo español, del neoliberalismo estadounidense y de determinadas oligarquías latinoamericanas. Protagonizan la trama el magnate venezolano Gustavo Cisneros, el expresidente socialdemócrata venezolano Carlos Andrés Pérez, el expresidente socialdemócrata Felipe González, el actual presidente José María Aznar, el magnate Jesús de Polanco ---todos de España--- el expresidente argentino Carlos Saúl Menem y la elite política republicana de Estados Unidos, particularmente la dinastía Bush.
La vertiente europea de la red se estableció en los años 70, cuando Felipe González era Secretario General del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), y Carlos Andrés Pérez fungía como presidente de Venezuela (1974-79). González, escogido, formado y financiado por el líder de la socialdemocracia alemana y de la Internacional Socialista (IS), Willy Brandt, para el cargo de futuro presidente de la época post-Franco española, compartía con Pérez las filas de la Internacional Socialista. Pronto, el "Califa rojo andaluz" y el caudillo caribeño entablaron una entrañable amistad, a la cual se sumó el megaempresario Gustavo Cisneros, cuyas múltiples relaciones internacionales y riquezas se mostraron útiles para el flamante socialista español.
Cisneros se había hecho rico a la usanza del empresariado criollo: bajo las anchas alas del Estado nodriza de Andrés Pérez, cuya nacionalización de las industrias siderúrgicas y petrolíferas del país proporcionaba amplias facilidades de acumulación para el amigo- empresario. Ante su huésped de ultramar, Cisneros mostró ser un espléndido anfitrión, ofreciéndole a González desde sus lujosas casas de Country Club hasta su avión privado. González se quedó tan impresionado que, una vez elegido Presidente en 1982, pasó sus primeras vacaciones en la isla venezolana La Orchila, que ---irónicamente--- veinte años después fue el lugar de confinamiento y de una planeada ejecución del presidente Chávez, a manos de los golpistas venezolanos.
Estando en el poder, el "Califa Rojo" no olvidó su amigo caribeño y en circunstancias poco claras, que hasta el día de hoy ocupan al Tribunal Supremo de España, el Estado socialista intervino a las quebradas Galerías Preciados, una de las cadenas de supermercados más importantes del país, para enajenárselas al lejano empresario Gustavo Cisneros (1984). Cisneros vendió las Galerías después ventajosamente a una empresa británica. Presuntamente, según un exministro de Carlos Andrés Pérez, el maná de esas transacciones cayó en partes desiguales sobre los tres amigos.
Eran los tiempos felices de finales de los ochenta, cuando las presidencias de Felipe González en España (1982-96), Carlos Andrés Pérez en Venezuela (1989-93) y Carlos Saúl Menem (1989- 99) coincidían parcialmente, con otro importante amigo socialista de González en el Ministerio de Obras Públicas, en Chile, Ricardo Lagos. Eran también tiempos de crisis económica en la Madre Patria y de la decisión de González ---continuada con mayor vigor después, por Aznar--- de superarlas con la reconquista del El dorado americano. Las nuevas naves insignias se llamaban Iberia, Telefónica, Repsol, Endesa, etcétera, y las huellas que dejaron no fueron menos destructivas como las de la primera conquista.
Con la promoción activa de González-Aznar, Andrés Pérez y Menem, los servicios bancarios, la energía eléctrica y petrolera, las comunicaciones, los fondos de pensiones, servicios públicos de agua y luz, todo fue privatizado por "la cofradía" de esos modernizadores. Deshuesada la línea aérea venezolana VIASA por Iberia, la compañía española repitió su obra de expolio con Aerolíneas Argentinas, dejándola también en la destrucción total. Después siguió la gran estafa de la enajenación de Yacimientos Petrolíferos Argentinos (YPF) a Repsol, una empresa petrolera española sin petróleo, estafa que fue concertada directamente entre Aznar y Menem, sobre la base de una amistad personal que incluía fuertes financiamientos de Menem a la campaña electoral del Partido Popular de Aznar, canalizados, según los periodistas argentinos Daniel Cecchini y Jorge Zicolillo, a través de la Secretaria de Inteligencia del Estado (SIDE).
En esa estrategia de conquista transnacional del mercado latinoamericano y del control ideológico de los ciudadanos españoles fueron de suma importancia las buenas relaciones de González y, posteriormente, de Aznar, con el magnate mediático español, Jesús de Polanco. Polanco, dueño del Grupo Prisa, el más grande conglomerado español de medios, se hizo fuerte en los años setenta del franquismo con el diario El País, que disfrutó posteriormente una estrecha simbiosis con la regencia socialista del Estado español (1982-96). Apoyo mediático a la política del Califa Rojo, por una parte, favores del gobierno al naciente pulpo mediático, por otra, fueron el quid pro quo de esa relación.
La alianza fue benéfica para ambos. González ganó tres elecciones seguidas con mayoría absoluta, hasta que se agotó su modelo. Desprestigiado por la corrupción endémica del sistema; manchada su imagen por la investigación sobre los escuadrones de la muerte anti-ETA (GAL) del Estado felipista ----investigación que fue la dulce venganza de su decepcionado amigo socialista Baltasar Garzón, cuando González no le entregó el ministerio que le había prometido, pero que, por razones de Estado, nunca llegó a fincar responsabilidades al "Califa"--- González dejó la presidencia en 1996, para convertirse en representante de ventas del capital español en América Latina y en gurú espiritual de partidos políticos de centroizquierda y centroderecha latinoamericanos, a quienes suele vender el cuento de la "transición" española.
Fue en esa función que se apareció el 20 de diciembre del 2001, en plena crisis social argentina, en "misión oficial" del gobierno de Aznar en la oficina de Fernando de la Rúa en la Casa Rosada, para insistirle al presidente saliente ---y posteriormente, al presidente entrante, Saá--- que la devaluación era inaceptable para España y que la dolarización era la única salida a la crisis.
Polanco, a su vez, ha prosperado con su Grupo Prisa a tal grado que hoy día es dueño de 65 televisiones locales en España, de diversos canales nacionales de televisión, de la Editorial Santillana y del diario El País, el más vendido de España, seguido por El Mundo y el ABC. De los ingresos superiores a los mil millones de dólares de Prisa, el 25 por ciento del total se genera en América Latina, porcentaje que hasta el año 2004 debe elevarse al 40 por ciento; el 32.5 por ciento del total proviene de Editorial Santillana ---que tiene un impacto fuerte sobre el sistema educativo latinoamericano--- y el 24 por ciento de El País.
Polanco ha escogido a América Latina como su mercado del futuro y tiene inversiones en Radio Caracol de Colombia y una holding internacional con los colombianos en Miami que integra 105 estaciones de radio en Colombia, Chile, Panamá, Costa Rica, Francia, Estados Unidos, México y otros medios en Brasil y Bolivia. La amistad con González sigue en pie y se extiende al presidente socialista chileno Ricardo Lagos. En noviembre del año pasado, Polanco, González y Ricardo Lagos degustaron un almuerzo en el Palacio de La Moneda en Santiago de Chile, deliberando sobre la conveniencia, de que el Grupo Prisa adquiriera al diario chileno La Nación.
Los posibles beneficios de la transacción, o como dice la jerga mediática contemporánea, las sinergías, son obvias. Lagos obtendría apoyo mediático a la política gubernamental y Polanco ganancias. Este es, de hecho, el modus operandi del magnate español, quien tiene abiertas las puertas de los palacios presidenciales latinoamericanos, hecho que podría ilustrarse con varios ejemplos recientes más.
En esta escenografía política-económica-mediática de los grandes negocios neoliberales y del entreguismo político irrumpe el Teniente Coronel Hugo Chávez con su propuesta de desarrollismo democrático-popular y soberanía económica-política nacional, chocando, como es obvio a priori, con los intereses neocoloniales del capital español y sus aliados nacionales. El magnate Cisneros apoya inicialmente al candidato presidencial, confiado en poder seguir jugando su doble papel histórico de eminencia gris de todos los presidentes venezolanos y crecer económicamente bajo el favoritismo del Estado nodriza.
Pero, ambas ambiciones se revelan ilusorias, cuando Chávez no acepta el papel de pelele oligárquico, ni renuncia a la refundación democrática del Estado. En seguida, apenas iniciado el gobierno en febrero de 1999, Cisneros comienza la guerra mediática a través de sus amplias redes de televisión e inversiones y moviliza a sus aliados internacionales en Europa y Estados Unidos.
Y sus amigos españoles, por solidaridad de clase y relaciones personales, no le fallan. El País entra en una campaña de guerra propagandística contra el gobierno de Chávez que sólo tiene antecedentes en regímenes de propaganda estatal. Polanco, nunca lento cuando ve una oportunidad mercantil, extiende la simbiosis con el "socialismo" español al proyecto neocolonial de Aznar y se convierte en una de sus cabezas de lanza ideológicas. Su posición de centroderecha se vuelve esencialmente idéntica con la de El Mundo y con el monárquico ABC, y juntos se convierten en cruzados para destruir al gobierno democrático de Chávez.
La conversación telefónica del presidente Aznar con el presidente golpista Pedro Carmona en el Palacio de Miraflores, realizado por un alto miembro del Opus Dei venezolano y Secretario de Relaciones Exteriores por un día, de Carmona, es el de facto reconocimiento del gobierno español a los autores del coup d´ état y el festejo prematuro del nuevo botín petrolero ---al estilo de YPF--- con que se quedaría Repsol. Pero, los militares democráticos y el pueblo frustran el golpe transnacional.
A ocho meses del golpe de Estado del 11 de abril, el frente subversivo contra el proyecto bolivariano es bicontinental. Va desde las damas de la alta sociedad andina quienes en el Country Club de Quito recaudan "cuotas" para "sacar a Chávez del poder", las inversiones de expresidentes socialistas en la República Dominicana, la monolítica praxis propagandística de la prensa española, hasta los intereses de desinformación de la Cable News Network (CNN) de Estados Unidos. Tal como analizaremos en una próxima entrega.
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