Cuando una persona entrega su dinero a otra, bajo la amenaza de un arma oculta, el receptor se convierte en delincuente

Renuncia bajo presión es igual a golpe





Cualquier acto efectuado bajo presión, en contra de nuestros propios deseos, deja de ser voluntario. O lo que es lo mismo, lo obligado es antagónico con lo voluntario.

Cuando una persona entrega su dinero a otra, bajo la amenaza de un arma oculta, el monto en cuestión deja de ser un donativo voluntario para transformarse en botín y al receptor del mismo se le califica de una vez como delincuente.

Pero, la presión ejercida para obligar a alguien a tomar una decisión puede tomar distintos matices. En algunos casos es más sutil y el arma escondida en el bolsillo es menos visible aunque no menos dañina. Es el caso del paciente que efectúa una “donación voluntaria” para que se le pueda efectuar un examen en un hospital público. El arma utilizada es la no obtención de la cita para un estudio que permitiría aclarar y detener el mal que le aqueja y hasta salvarle la vida, si no aporta el recurso para la realización del mismo.

Igualmente ha ocurrido cuando a algunas autoridades se las ha sometido a una “toma” en un instituto educativo y señalan que la decisión, bajo esas circunstancias, la invalida la presión ejercida por el grupo demandante.

De la misma manera se aplica al caso de un funcionario público que se le obliga o conmina a renunciar y usualmente escuchamos, ....“se le pidió la renuncia”, lo cuál a nadie puede parecerle como una “renuncia voluntaria”.



En el caso de nuestro máximo funcionario público, el Presidente de la República, tiene que entenderse de la misma manera, para el actual o para cualquier otro presidente. Pero resulta que el que ahora tenemos, nuestro Presidente Chávez, se le ha pretendido hacerlo renunciar de distintas maneras y hasta con distintas medidas de presión simultáneamente, pero la “sabiduría” de una oposición recalcitrante insiste en considerarla “renuncia voluntaria”.



Revisemos tan sólo el asunto desde inicios de este año. Después de un cuasi-decreto de Carmona de Paro Nacional fallido en diciembre pasado y una serie de marchas desde el Este de Caracas, exigiendo de cualquier forma la salida de Chávez de la Presidencia, se culmina con una peor, la de abril, donde los demandantes de la renuncia propician públicamente enfrentamiento con manifestantes afectos a su gobierno, desviándola ilegalmente hacia ese objetivo, produciéndose hechos de sangre y pérdidas de vida que achacan a un Presidente que había perdido momentáneamente el hilo de mando, para con más fuerza exigir su renuncia o facilitar su salida por medios no constitucionales.

Simultáneamente, una alta oficialidad militar no afecta no solo desoye sus órdenes, sino que lo apresa y traslada a distintas prisiones-hasta fuera de tierra firme-, vuelve entonces a relucir otra renuncia del Presidente, esta vez sin su firma y con información filtrada desde su cautiverio de lo falso de la renuncia. En todo caso, una presunta renuncia que no había tampoco cumplido con los preceptos constitucionales y legales.



¿Podría así reconocerse una renuncia como espontánea, como producida por la libre voluntad del renunciante, en cualquiera de las fases en que la analicemos?

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Más, el asunto no queda allí y siguen las exigencias de renuncia por parte de la oposición y especialmente de la vinculada con el “Carmonazo” de abril. Y, aparte de las marchas repetitivas, se pasa al llamado “Referéndum Consultivo”, otra modalidad de exigencia de renuncia tampoco prevista en la Constitución bajo esa figura -ya que para ello existe específicamente el Referéndum Revocatorio a mitad del mandato, en un plazo cercano- y presentada precisamente como “Renuncia Voluntaria”, con los canales privados de televisión y todos los medios posibles de información exigiéndola, contradiciendo el carácter “voluntario” de la misma.

Así mismo, otra presión militar desde una plaza pública, al mismo tiempo y por largo lapso exige pronunciamiento de la Fuerza Armada por la salida o renuncia nada voluntaria del Comandante Chávez a la Presidencia de la República, en los últimos meses de este 2002.

Y, para rematar, se culmina con otra orden de Paro Nacional, que más que paro termina con sabotaje de y desde la empresa fundamental del país, Petróleos de Venezuela que produciría daños cuantiosos a la misma, a la nación y a la población venezolana beneficiaria, como en efecto hemos estado sufriendo.



Todo, para que en distintas facetas, una élite exija la renuncia de un Presidente de una Nación, libremente elegido y ratificado por la gran mayoría de los venezolanos en elecciones mundialmente reconocidas y con todo el desparpajo etiquetarla como “renuncia voluntaria”.

…….¿Intentarán inventar otra?

¿Tienen o nó parecido con los golpes de estado que nos reporta la Historia?















Dr. Jesús Rodríguez Silva

Médico-Profesor Universitario


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Jesús Rodríguez Silva

Médico y Profesor Universitario.


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