El Padre José de Jesús Palmar Morales, sacerdote de barrio, quien había venido afrontando grandes riesgos frente a la jerarquía católica y respecto a su propia integridad física, defendiendo la causa chavista en el Zulia ( hasta el punto de ayudar a imponer la reinstalación de Chávez como Presidente al atreverse, como señalara el Rev. Juán Vizcaino,Nájera, con tan sólo tres personas al principio, al tomar el centro de Maracaibo durante el golpe de abril del 2002.), viene siendo desconocido posteriormente desde el alto gobierno venezolano, luego de efectuar serias y a todas luces bien sustentadas denuncias de corrupción a diferentes niveles de la Administración Pública.
El Padre Palmar afirma que sí, con todo el articulado que la Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela dispone para imponer mayor transparencia en la administración de nuestra finanzas, ocurren los casos de corrupción administrativa para los que reclama atención y sus denuncias caen en el vacío, como sería si dejasen de figurar en ella los articulados de la Carta Magna que precisamente están para que se actúe en contra de esos malos manejos del dinero publico.
Y este sacerdote, en su aparición en un programa televisivo (en canal no afecto al gobierno, al cual acude quejándose de no ser atendido por la TV del Estado para expresar esas opiniones) nos muestra como, en la Reforma Constitucional que se pretende imponer, desaparecen los más importantes artículos que nos protegen de la corrupción.
Entre tantos desacuerdos con el contenido de dicha reforma, concretamente hace alusión al artículo 141 de nuestra vigente Constitución y lo selecciona como “emblemático”, con su ejemplar de la Constitución Bolivariana en la mano lo cita textualmente:
“La Administración Pública está al servicio de los ciudadanos y ciudadanas. Y se fundamenta en los principios de honestidad, participación, celeridad, eficacia, rendición de cuentas y responsabilidad en el ejercicio de la función pública, con sometimiento pleno a la ley y al derecho”.
Y agrega: “Este artículo fue el que me hizo enamorar de esta Constitución
…..Y la Reforma me saqueó todos los principios morales”
“Ahora, el Artículo 141 en la Reforma dice así:
Las administraciones públicas son las estructuras organizadas destinadas a servir de instrumento a los Poderes Públicos. …..
Ya no están al servicio de los ciudadanos(as).
Pasa de 4 líneas a 15 y no dice nada. Devastaron los principios morales y éticos.
¿De rendición de cuentas?...... ¡NADA!”
No puede ser que ese tipo de reforma –con esos cambios- se llevara a cabo así y, sin la aprobación con carácter previo del soberano, mediante la obligatoria instauración de una Constituyente que es la máxima expresión de la voluntad de todo un pueblo.
La corrupción en cualquier parte, conlleva a la desviación de los recursos indispensables para atender las necesidades primarias de un conglomerado. Más, en los regímenes donde el poder ha estado mas centralizado, como en el socialismo implantado en la recordada Unión Soviética, ella socavó los cimientos de una revolución que pretendía dar cada vez mas felicidad a toda su población y se derrumbó una esperanza. Por tanto, las revoluciones y los socialismos de verdad-verdad tienen que cuidarse mucho más de este flagelo y jamás aflojar sus controles.
En la situación de Venezuela, durante la Quinta Republica, donde la riqueza del Estado se multiplicó, con el crecimiento del precio del barril de petróleo más grande que hubiese existido, con más razón tendríamos que tener mayor vigilancia y protección contra los abusos de los esquilmadores de las finanzas publicas. Esos, atragantados de codicia o avaricia, no tienen nada de socialistas. Ellos son los propios traidores a una revolución que ha pretendido ser bonita y verdadera.
Así, el clérigo concluye:
“…Esa Reforma a la Constitución yo la leí, la reflexioné y con el corazón en la mano y un espíritu bolivariano que me caracteriza, le digo que NO a esa reforma.
…(a Chávez) No lo he abandonado…..Nueve veces lo acompañé, porque sabíamos que estábamos en el camino de la justicia, pero esta vez nó. Y por éso no dejo de ser chavista ni revolucionario. Porque la revolución no es para los corruptos ni para los bandidos”
El Padre Palmar muestra argumentos que le confieren suficiente razón, tanto en sus denuncias como en su decisión de desaprobar una Reforma Constitucional bajo tales condiciones.
Lo menos que merece es ser escuchado.
Por consiguiente, quien bien lo analice, tiene que entender su decisión de sufragar por el NO a dicha reforma manteniendo en alto su posición de revolucionario.
*Médico- Profesor Universitario