No puedo comenzar este artículo sobre lo que considero el verdadero origen del proyecto de reforma constitucional presentado al soberano el pasado dos de diciembre, sin que previamente haga mención al liderazgo del máximo conductor de este proceso revolucionario, el comandante Hugo Chávez Frías, lo que desde mi punto de vista no obedece a razones fortuitas o del azar. La vigencia de Chávez, es decir, su liderazgo, es el producto final de la maceración ideológica de un pueblo y de una realidad mundial donde necesariamente se conjugaron las más diversas posiciones de las personas; de manera que de no haber sido nuestro actual presidente, las fuerzas emergentes de todas maneras hubieran originado ese tipo necesario de líder, con la capacidad política y la voluntad necesaria, para concebir y establecer una nueva forma de gestionar y hacer más justo el ejercicio del poder y de entender las relaciones humanas como un proceso que busca la equidad, es decir, la justicia.
Simultáneamente con el arribo de Chávez a la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, en América Latina se venían gestando los movimientos sociales que llevaron a Lula, a Evo y a Tabaré entre otros al poder, lo que permitió establecer las alianzas estratégicas necesarias para fortalecer, internacionalmente el proceso de revolución bolivariana.
Corría el año 2006 y el presidente Chávez plantea los cinco motores ideológicos y de gestión, con el objetivo de profundizar la revolución bolivariana; la idea estaba basada en la necesidad de finiquitar la vieja estructura piramidal del estado, donde la población venezolana estaba en la base, marginada y sin posibilidad de acceso y disfrute de las políticas públicas que debieron tender a la mejora paulatina su calidad de vida, a la dignificación del estatus quo del ciudadano. Estaba vigente todavía una estructura y concepción del estado y sociedad que no terminaba de morir y no dejaba nacer una nueva; por ello nacen las misiones sociales, las mismas son una estrategia de carácter coyuntural, que permitieron resolver o minimizar necesidades inmediatas, pero no las cosas de fondo, aquí lo que se requería era un cambio estructural más profundo.
La Ley habilitante permitió un paso más, se subsidiaron las misiones, pero esto no resultó suficiente; de manera que se entendió que un nuevo modelo de país, de sociedad y de relaciones humanas no podía esperar más tiempo: la urgencia de cambiar la estructura del estado ameritaba de un cambio económico que garantizara sustentabilidad política; por esto la reforma constitucional planteaba en uno de sus artículos la necesidad de una propiedad mixta, donde la riqueza tuviera como prioridad el satisfacer las necesidades de las grandes masas del pueblo, es decir de todas y todos los ciudadanos.
El proyecto plantea el concepto de propiedad mixta con la finalidad de fortalecer la economía socialista y sujetar el proceso económico a su finalidad ideal: el bienestar social.
Con la propuesta de reforma constitucional se pretendía un cambio profundo en el modelo de estado, donde, por ejemplo, los consejos comunales tuvieran financiamiento, y desde allí el pueblo organizado tuviera personalidad jurídica, competencias, recursos y capacidades tanto técnicas como administrativas.
Se planteó que el tema de la seguridad y defensa no fuera atribución exclusiva de la Fuerza Armada, sino que el mismo pueblo organizado la asumiera como atributo que le es inherente.
En mi opinión fueron múltiples los incentivos que propulsaron la propuesta de reforma constitucional, pero en política las buenas intenciones por si mismas nunca son suficientes; no fue error de calculo, ni mala interpretación de las estadísticas, el problema consistió en que no se supo explicar al país con suficiente minuciosidad la necesidad que aun tiene el país de su implementación. La consolidación del proceso revolucionario será posible únicamente cuando tengamos hombres y mujeres dotados de conciencia de clase y no manipulables por la acción capitalista.
Socióloga
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