La batalla que concluyó el domingo pasadas las once de la noche, nos deja muchas reflexiones y muchas tareas, si queremos preservar la salud de la revolución bolivariana. Porque justo es reconocer que vencimos, pero no convencimos, fue una victoria con un amargo sabor a derrota, que merece ser analizada a la luz de la discusión abierta con el pueblo y no en el cenáculo de un partido político, porque ya es hora de que la dirección de la revolución avance hacía la participación colectiva y se tomen las medidas que haya que tomar para cerrar las grietas por donde se filtra la corrupción y la traición.
Es hora de entender y analizar a fondo la sentencia de Víctor Hugo, cuando afirmó que es estúpido vencer sin convencer. Los legisladores nuestros tienen que olvidarse de la retórica parlamentaria y trabajar en función de adecuar el estamento legal venezolano al momento histórico que vivimos. El avance de la derecha fue más por engaño y manipulación del pueblo, que por convicción. Es hora de ponerle freno a la mentira a la difamación y a la injuria, en las campañas electorales para torcer la voluntad popular, con escenarios de incertidumbre, en un carnaval de mercadeo de engaños y manipulación antes que la discusión ideológica y pedagógica, para formar al pueblo en torno a los modelos de país que están en juego.
Ya es tiempo de poner fin al abuso del estatus que da el ser dirigente político o diputado, que es utilizado por muchos para delinquir. No es posible que por el hecho de tener una representación político – partidista o un fuero parlamentario, el sujeto se erija en una suerte de ventilador cargado de excreta para salpicar a instituciones y autoridades, como fueron los casos en esta contienda del Consejo Nacional Electoral y de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, cuyas autoridades y miembros en general fueron vilipendiados y expuestos al desprecio público, por delincuentes investidos de “representantes del pueblo”, a través de una diputación o de un partido político. Eso no es democracia.
Es inaceptable que a través de la plataforma política creada por la oposición para ir a la contienda electoral se continúe promoviendo la confrontación y la violencia. Además anoche vimos en la pantalla de unos canales de TV privados, como poco antes de que el CNE diera los resultados definitivos del proceso, el vocero de la oposición de una forma irresponsable y delictiva arengaba a su gente para que fueran a asediar a los centros electorales, para defender el voto y la victoria, que lo hizo sin muchos eufemismos.
Además en esa delictiva intervención, de una manera velada, pero también con un manejo magistral para que la gente de a píe entendiera el mensaje, intentó de manera reiterada involucrar al señor Mayor General Wilmer Barrientos, Jefe del Comando Estratégico Operacional, con su posición. Para buen entendedor pocas palabras. Al señor ese solo le faltó decir que el general bolivariano, le había ofrecido el apoyo. Esa infamia no persigue otra cosa que sembrar escenarios de incertidumbre dentro de la FANB y en el pueblo civil. Afortunadamente esa unión está blindada, contra las intenciones de facinerosos apátridas. Además en su momento cuando le tocó el turno el Comandante del CEO, fue claro y diáfano como la luna llena al dejar sentado el sentido del compromiso de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Los parlamentarios tienen en sus manos crear instrumentos jurídicos y adecuar los existentes para evitar que cada proceso electoral represente una tragedia psíquica para nuestro pueblo, que es sometido a las presiones exacerbadas de la guerra sucia, elaborada en laboratorios del exterior y difundidas aquí por la oposición apátrida, que le importa poco la salud mental de nuestro pueblo.
A nadie le puede caber en la cabeza, que siete millones de venezolanos festejaran la muerte del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, como lo hizo el candidato de la MUD y sus partidarios. A nadie le pueden hacer creer que hay siete millones de venezolanos, enemigos de Cuba y de los médicos, médicas, técnicos, entrenadores deportivos, docentes de las diferentes misiones y demás internacionalistas que están trabajando junto con nosotros por el bienestar de la patria. A nadie le pueden hacer creer que existen siete millones de venezolanos, multimillonarios, que puedan identificarse con un acaudalado asaltante de embajadas y de hogares de honestos venezolanos y que gracias a la ausencia de legislación revolucionaria, puede darse el lujo de disputarle al país, lo que es del pueblo.
Entonces la primera tarea urgente es crear leyes revolucionarias que permitan aplastar a los golpistas, delincuentes, que mediante ofertas engañosas desestabilizan emocionalmente al pueblo y lo ponen a auto flagelarse, a golpearse a sí mismo y a su propia familia.
La segunda tarea es declarar la guerra al sectarismo partidista y abrir la dirección de la revolución a la participación del pueblo para acabar con las vacas sagradas que están matando a la revolución. La dirección de la revolución no puede estar exclusivamente en manos de quienes manejan la hacienda pública y al poder ejecutivo, porque esa concentración de poder político, junto a la cosa económica es muy mala consejera. La dirección de la revolución deje ser fundamentalmente, la vigilante, la contralora de las ejecutorias gubernamentales para corregir entuertos de lo contrario estamos en vías del fracaso. Hagamos un ejercicio imaginario: Supongamos que quien escribe es Gobernador de un estado o Alcalde de un municipio, pero al mismo tiempo es jefe del partido de gobierno. ¿Habrá quien se atreva a entregarle a este funcionario un informe donde se le señale de corrupto, con irrefutables pruebas? ¿En el supuesto negado que haya quien se atreva a colocar la cascabel al gato, será que quien funge de gobernante, se va a acusar y sancionar a sí mismo? No definitivamente no. Habrá que ser muy ingenuo para tragarse esa pildorita. Ese es uno de los tantos cadalsos del voto que tiene la revolución. Nadie cuestiona las malas gestiones, porque cada jefe y gobernante, según sea el caso tiene su comité de focas y jueces implacables al mismo tiempo para juzgar y condenar por “escuálido” a quien lo critique.
Frente a esta realidad, el votante, elector, de a píe que solo se guía por lo que ve y palpa en su comunidad, cae en la equivocación que alimentó y engordó a la IV República, como es el voto castigo, que nos llevó a aquel círculo vicioso, donde no había voto militante, sino que el pueblo votaba por el delincuente que mejor lo engañara.
Muchos fueron los compatriotas que en esta oportunidad se hicieron el hara kiri, votando por el candidato de la MUD simplemente porque no están de acuerdo con la gestión de algún gobernador, alcalde o concejal y entonces por falta de formación ideológica y por esos vicios de la revolución cayó en la trampa de pasarle factura al proyecto de país y darle armas a los golpistas para que continúen con su proyecto de acabar con la revolución bolivariana y ahora mismo están activados con la declaración de su candidato Henrique Capriles Radonsky, cuyo odio por el pueblo y entrega al imperio lo lleva a no reconocer el veredicto del pueblo, que lo rechazó, por pocos sufragios, pero es la decisión de las mayorías.
Frente a esta realidad, el pueblo y su Presidente Constitucional, Camarada Nicolás Maduro, tenemos que olvidarnos de blandenguería, hay que redoblar la vigilancia y la inteligencia social, sobre todo en las empresas básicas que tienen que ver con la seguridad de Estado, donde los desestabilizadores están desbocados y activos en el golpe de estado que propicia el candidato de la derecha con sus acólitos al desconocer la voluntad del pueblo. Basta ya de ser gobierno sin ejercer el poder. Hay que rectificar sobre la marcha y trabajar lo ideológico, para enfrentar a la jauría y sus amos, que ahora, Abril lo mudan para mayo.
Periodista*
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