La aparición del fascismo en Venezuela, vinculado a los partidos Primero Justicia y Voluntad Popular y bajo la conducción de Julio Borges, Leopoldo López, María Corina Machado y Enrique Capriles, ha intensificado la idea de la violencia como forma de manifestación política que asume mecanismos de manipulación sicológica a través de medios de información como televisoras, radios, impresos, etc. que han servido de agentes fundamentales para el uso de la mentira para forjar opinión política con la intención de que la gente repita mecánicamente ideas y planteamientos que el fascismo tiene interés en posicionar. Una revisión del espectro político venezolano, por muy suscinta que sea, arrojará como conclusión que el engaño y la manipulación son componentes comunicacionales y organizativos de los cuales se ha valido la oposición para adelantar procesos de idiotización de su propia militancia que ha visto reducida su capacidad de raciocinio y que se limita a repetir acriticamente los mensajes que se le envían.
Hay grandes líneas en este sentido que podemos revisar .
LA IDEA DE QUE EN VENEZUELA NO HAY LIBERTAD DE EXPRESION: la oposición repite este sonsonete pero olvida a propósito que los grandes instrumentos de agitación y organización que usa son precisamente los medios de información, que en realidad cumplen funciones de partidos políticos, alrededor de los cuales se juntan militantes que se rasgan las vestiduras afirmando que no hay libertad de expresión, aunque tal consigna la lanzan precisamente desde radios, televisoras y periódicos que nunca son cerrados o perseguidos y cuya programación está dirigida, sin disimulo y sin misericordia, a cuestionar al gobierno, frecuentemente con la mentira como arma y como ariete.
Dicen Que Venezuela es un régimen dictatorial que los persigue y aniquila pero no pueden estar tranquilos en ningún lugar sino están hablando mal del gobierno, porque si van en autobús, o en la cola del cine, o en el supermercado, el trabajo o en la plaza o en la peluquería; donde quiera que se encuentren dicen en alta voz (creyendo que su ignorancia les da orgullo) que ya aquí no se puede vivir, que no están preocupados por ellos sino por el futuro de sus hijos, y por ahí se van con una perorata disociada de la realidad. Olvidan que el gobierno es expresión de elecciones democráticas y que la Constitución Nacional en estos años del “régimen” ha profundizado de manera fundamental los mecanismos de participación. En medio de ese murmullo implacable, monótono y uniforme (impresiona ver como todos hablan de la misma manera, con las mismas palabras y hasta con el mismo tono quejumbroso) se cuelan muchos olvidos, como por ejemplo, que cuando ellos hacen sus manifestaciones públicas agreden, empujan, escupen e insultan a policías y guardias nacionales que estoicamente garantizan su resguardo y seguridad.
Hay muchas y diversas mentiras que el fascismo ha posicionado en su militancia estructurándoles un discurso absurdo pero que sirve de plataforma para la alienación y de preparación para la profundización del odio y la acentuación criminal de una idea de división nacional que tiene la pretensión de violencia entre hermanos para tratar de incendiar el país y ver si por esa vía pueden lograr lo que democrática y eleccionariamente el pueblo nunca les ha permitido. Por ello hablan de un país dividido que realmente no es tal y de un país hastiado que tampoco existe. En los últimos días esa recurrente tergiversación se ha acentuado intentando hacer ver que la mayoría del país quiere conteo, que el país esta partido por la mitad y aluden a los siete millones de personas que votaron por su fórmula como si contaran con ellos para las acciones de desestabilización en que han venido incurriendo, cuando la verdad es que sólo un grupito es quien los acompaña en tal locura y cuyo rasgo más sobresaliente lo constituye su carácter antinacional y pro imperialista así como el evidente compromiso con intereses económicos transnacionales en el afán de hipotecar nuestra nación aunque para ello se valgan de la oprobiosa mentira de presentarse como amorosos nacionalistas que llegan incluso al cinismo de mancillar el nombre de Simón Bolívar, tan sólo con pronunciarlo.
Lo cierto es que Venezuela no esta dividida sino que se expresa libremente gracias a un gobierno, un estado y unas instituciones que garantizan el pleno ejercicio de sus derechos democráticos.
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