Intervención y fascismo

Venezuela ha venido siendo víctima desde que llegó la revolución bajo el liderazgo del Comandante Supremo Hugo Chávez, de los más cruentos ataques por parte de las potencias extranjeras con el apoyo de sus acólitos nacionales, esto por supuesto por el carácter antagónico entre el modelo alternativo que propone el socialismo del siglo XXI y el capitalismo neoliberal en pleno proceso de crisis. Pero el carácter irreconciliable a lo interno se da con la clase burguesa parasitaria, que al ver a un pueblo emancipado y ocupando cada vez más espacios, hoy atenta contra la soberanía en la búsqueda desesperada de una intervención extranjera directa o indirecta.

Desde el primer momento en el que el Presidente Maduro asume la campaña electoral para el 14-A, la derecha enfilo toda su artillería mediática y de operaciones psicológicas para manipular la opinión pública acerca de que “Maduro no es Chávez”, esto claro enmarcado en una estrategia de desgaste social del entonces candidato Maduro, pero ese desgaste se está llevando a cabo en varios ámbitos, en lo político, social y militar. La derecha en su desesperación trató y sigue tratando de llevarnos a un escenario violento que justifique una intervención de los EEUU, creando un ambiente de de supuesta inestabilidad y crisis institucional.

Pero todo es parte de un plan sistemático bien orquestado desde los Think Tank (tanques de pensamientos) de los centros de poder mundial para acabar con la Revolución Bolivariana y los procesos de cambio en la región. En su reciente gira por América Latina el Presidente Obama en un desconocimiento total de la realidad de la región y de sus sistemas de gobierno, acuso al Presidente Maduro de ilegitimo, lo que confirma su política y doctrina de intervención en Venezuela.

La coyuntura actual nos llama a estar alerta ante la emergencia de una doctrina propia del capitalismo en crisis, El Fascismo. El fascismo que en un principio no nace como teoría, pues ni los fascistas sabían que era, hoy es un sistema político que tiene como objetivo la simplificación de la sociedad en crisis en el marco de procesos violentos y trágicos (ver t. Bobbio) movilizando a las masas a través de mecanismos científicos de propaganda.

En Venezuela esto se viene llevando a cabo por parte de la derecha, y lo podemos percibir en su discurso, en el que ofrecen grandes reivindicaciones nacionales y un orden y progreso propio de una clase (la burguesía) que ve en el pueblo consiente y movilizado una amenaza.

El fascismo niega por lógica el que los negros, los indios, los obreros, los discapacitados y las mujeres tengan derechos que antes le eran negados, por eso hablan de orden, niega la historia y la lucha de los pueblos (clase x clase) como factor alienador.

El fascismo se vale de la clase media, que en su desesperación y miedo por la “amenaza de los pobres” sirve de brazo armado y apoya toda acción (por más aberrante que sea) de los grupos políticos fascistas. En la Alemania Naci, los ciudadanos apoyaron y callaron ante los crímenes de lesa humanidad, cuestión que todavía hoy muchos no se explican como un pueblo tan culto pudo caer tan bajo.

El fascismo niega toda cultura e intelectualidad, por eso para sus seguidores no es relevante el que su candidato no tenga capacidad, emula a través del plagio de símbolos, se disfraza, utiliza categorías como “Progreso” para engañar a las masas, el fascismo no crea nada solo destruye.

La derecha necesita una intervención extrajera y la potencia necesita que aquí se instaure un régimen fascista para poder llevar a cabo sus objetivos. Ante este peligro, sólo el pueblo movilizado y consciente es capaz de derrotar al fascismo y la intervención.

ablancosequera@gmail.com


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Antonio Blanco Sequera

Politólogo, Investigador Director de Estrategia 360 Grupo Consultor

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