En el marco del plan estratégico "Proyecto para un Nuevo Siglo Americano/PNAC" por sus siglas en inglés, los EEUU han venido avanzando en generar a nivel global un escenario de caos y guerra permanente, nuestra región no ha escapado a esto, aplicándose un proceso sistemático de desestabilización en los países cuyos territorios amasan las más grande reservas de petróleo, agua y biodiversidad.
Ésta es la realidad actual de nuestros países, un estado de desestabilización permanente, que se ha venido aplicando bajo distintos mecanismos, desde los golpes de Estado directos a través de la fuerza, a formas mucho más "elegante", (parlamentarios, mediáticos y supuestas movilización de fuerzas sociales) pero con el mismo objetivo, el frenar la definitiva emancipación de los pueblos y poder mantener la hegemonía y dominio en esta parte del mundo, aprovechando los conflictos intraclase.
Generar crisis a lo interno de los países para justificar golpes de Estado u otras formas de intervención directa e indirecta; además, de debilitar la fibra política, económica y social, se ha convertido en el objetivo estratégico. Utilizando para esto el estudio psicosocial de cada sociedad, para la aplicación de la estrategia de desestabilización.
A raíz de esto, en cada una de los países que conforman el eje progresista del sur (Venezuela, Bolivia, Ecuador y Brasil) han emergido una serie de fenómenos que impiden y/o bloquean la capacidad de la comunicación política y de gobierno, creando una gran brecha entre las demandas de los ciudadanos y la gestión de cada gobierno para enfrentarlas y resolverlas, se viene produciendo una desconexión total con la realidad concreta.
Otro de los factores que es utilizado por la mediática, es mantener en un constante proceso de incertidumbre y desesperanza a los ciudadanos, determinando que los sujetos perciban una amenaza a su desarrollo futuro.
A esto hay que agregarle el desgaste social al que han sido sometido los principales dirigentes de los gobiernos progresistas, acusándolos desde "nexos con el narcotráfico" hasta "corrupción y malos manejos de los dineros públicos".
Todo esto a determinado que en nuestros países se estén generando protestas sociales cuyo espíritu se traduce en la expresión "basta a la corrupción" en una especie de "movilización continental" (así lo reflejan las grandes cadenas de noticias) a lo que ya muchos se atreven a afirmar se trata de una "Primavera Latinoamérica".
Pero este proceso no solo pudiera estar determinado por la masificación de las protestas exigiendo la renuncia de los gobiernos, sino que la estrategia de los EEUU es, avanzar en la manufactura de "cambios" en la geopolítica de la región, una nueva reconfiguración fundada en los procesos que se han generado en los últimos años, entre estos, el deshielo de las relaciones Cuba-EEUU y el proceso de paz en Colombia, así como el impacto de los resultados electorales en Venezuela, Argentina y Bolivia.
Desde esta concepción es necesario entender que ninguno de estos procesos está desvinculados, todos responden a un mismo plan estratégico, que engloba todo el territorio que va desde Cuba hasta la Patagonia. En unos se da bajo el contexto de las negociaciones y en otros aplicando presiones políticas y económicas.
El escenario de desestabilización permanente tiene como objetivo poner fin al proceso político de transformación que hemos denominado "socialismo del siglo XXI", sin importar sumir a la región en un hervidero de guerras intestinas. El desafío que se nos presenta es saber cómo enfrentar tales circunstancias, de lo que si podemos estar convencido es que solo unidos podremos remontar esta tormenta.
Solo basta con revisar que es lo que ha sucedido en el Medio Oriente luego de estas acciones injerencistas, naciones arrasadas por la violencia, fragmentadas, hoy todavía, es indignante observar los crímenes que se comenten en nombre "de la Libertad", en países como Libia y Siria, los cuales también fueron declarados "amenaza para los EEUU".
