"La paz no puede mantenerse por la fuerza. Solamente puede alcanzarse por medio del entendimiento." Albert Einstein
La crisis política, económica y social en Venezuela hoy se expresa por la puesta en escena de factores socioemocionales y psicosociales negativos, que han menoscabado y alterado el sistema de valores-éticos; determinando patrones de conducta que distar mucho de la verdadera característica de nuestra venezolanidad, acelerando el camino de la violencia por el odio entre los venezolanos.
No pretendo profundizar en cada uno de los fenómenos de violencia de masas, como el terrorismo y la guerra civil, en conjunto con la anomía social, pero si seguir un orden que nos aclare mejor el panorama del momento de alta complejidad que vivimos. Hacer referencia en cada uno de estos conceptos, no significa para nada una pérdida de coherencia en el conjunto, veamos.
El conflicto social (el cual es inherente a toda sociedad) en Venezuela viene atravesando por periodos que van a estar marcados por el desarrollo de procesos de acumulación de fuerzas y/o puntos críticos que han desencadenado lo que hemos denominado como un "conflicto fuera de escala". Esta periodización, que podríamos ubicarla en los momentos más álgidos del conflicto; 2014-2015 y 2016-2107, determina escenarios cuyas implicaciones se dan en distintas aéreas estratégicas que afectan el buen funcionamiento de sistema político y social.
En este marco, la crisis fuera de escala ha tenido efectos multidimensionales que ha afectado la gobernabilidad y la capacidad de maniobra del gobierno del presidente Maduro, amenazando la continuidad del proyecto bolivariano, colocándonos frente a un momento de imposibilidad de metabolización de la crisis por parte de los actores, al tiempo que se profundiza el debilitamiento de la representatividad (MUD-PSUV); creando las circunstancias en la que cada medida o búsqueda de solución solo se traduzca en un problema que genera otro problema (la ANC por ejemplo).
Es así que la sociedad asiste a un momento de desorden, en el cual la misma se "decodifica" y no se concibe así misma, irrumpe el pesimismo y la incertidumbre sobre el futuro del país ante tan dramática circunstancia; en este contexto observamos como se ha afectado la institucionalidad, colocando en riesgo la supervivencia de las mismas.
George Balandier en su libro "El político debilitado: la incertidumbre y el desorden" ante tales procesos nos dice lo siguiente:
"todo parece entonces deshacerse y se deshace realmente; las jerarquías, el derecho y la justicia, la salvaguarda de las personas y los bienes, es el retorno de una especie de caos colectivamente puesto en escena".
En estas circunstancias en Venezuela irrumpe la anomia, Una sociedad que se caracteriza por la ausencia de estructuras normativas, en un estado permanente de urgencia, la cual se traduce en el menoscabo de los valores y la ética, pero que en nuestro caso es producto también de la respuesta al estado anímico por la crisis, es la visión errónea de grupos sociales que se aprovechan de los vacios legales y la incapacidad del Estado de proveer políticas públicas coherentes, es la respuesta a la desesperanza, a la desigualdad económica, así como en los derechos políticos y sociales.
La anomía es, como la define el Profesor Peter Waldmann, "El caldo de cultivo en el cual germinan y se desarrollan las distintas formas de violencia".
El riesgo político se va a profundizar por el escalamiento de la violencia actual en nuestro país, que se va a observar legitimada bajo el régimen de la información y la ley mediática (redes sociales), que nos impone su lógica según la cual la imagen y el espectáculo prevalece sobre el mensaje y la razón.
En esta circunstancia se corre el riesgo de que el Estado y la sociedad hagan una ruptura total de sus fundamentos, equilibrios, valores, principios y legitimidad, arrastrándonos a una catástrofe.
Esta violencia generalizada que ha tomado fuerza en zonas estratégicas (estados fronterizos y la capital), que además se ha cotidianizado en una dinámica "acción-represión", haciéndose presente el principio Clausewitziano de apartar la política por la guerra, hoy mantiene a los ciudadanos que deseamos la paz y el diálogo, ver con angustia una "guerra entre ciudadanos", una "guerra anómica".
El terrorismo aparece en escena, grupos que a través de actos violentos escandalosos intentan generar el miedo y la inseguridad, colocando a la colectividad en un estado de paranoia, "rompiendo con la normalidad" caotizando la cotidianidad de cada individuo.
Solo un liderazgo racional, apartado de la falsa polarización, (MUD-PSUV) incluyente, que aborde la crisis estructural en el marco de la convocatoria de todos los sectores para asumir con responsabilidad el consenso nacional, será capaz de enrumbar al país hacia un futuro prospero y de paz.