Había una vez un partido...

Siempre digo que revolución sin ideología es piñata ante la cual la gente se arrodilla hasta que se acaban los  caramelos. El problema es cultural. Quizá el proceso debería emplear a fondo a sus intelectuales. Más valen ideas que dádivas. La tarea es formar revolucionarios y no consumistas, culminar una revolución y no competir en una subasta de votos. El bolivarianismo puede recuperar sus contundentes mayorías aceptándolo así y obrando en consecuencia. Todo tiene remedio, salvo la muerte.“

 

Luis Brito García

(http://www.abrebrecha.com/articulos.php?id=275470)

 

Una vez tuvimos un Partido que quiso ser único, que se proclamó unido y que finalmente se vió partido, partido en varias facciones, en varias huestes que siguieron a pequeños “condotieri“ provincianos, deslumbrados con la misión histórica de ser alcaldes, ministros, gobernadores, directores de algo, o en resúmen, “cuentadantes“. Rebaño que solo era capaz de dominar ese buen pastor que se llamó Hugo Chávez.

Todos ellos (y ellas... por si acaso), organizaron batallas, celadas, acusaciones mutuas, se tiraron de las greñas, se insultaron y finalmente se quedaron solos en medio de un campo de batalla lleno de rencorosos cadáveres políticos.

Ciertamente alguna vez fuimos millones, los millones de venezolanos y venezolanas que allá por 2007 nos fuimos a acualquier esquina, para inscribir nuestro nombre en una promesa de partido. Fuimos también una sola voz, la voz de nuestro comandante, por el que millones estábamos y estamos dispuestos a dar la vida.

Desde el principio ensuciaron nuestro horizonte los signos ominosos de que en aquella multitud no todo era “trigo limpio“, pero lo atribuímos a la inmadurez. Despues de todo, unos y unas estaban iniciando el aprendizaje de la política, otros y otras habían aprendido el oficio en los malos ejemplos de la Cuarta República y en fin de cuentas, esa era la arcilla humana de que disponíamos para modelar la revolución... Quizá no pudimos hacer otra cosa... La cultura, siempre la cultura, esa vieja tortuga que nunca se adapta al ritmo deseado de la historia y es causante de tantas desgracias públicas y privadas.

Por eso, todavía hoy y luego de catorce años de hegemonía, seguimos viendo la miseria humana a las puertas de muchos organismos públicos, siempre a la espera de que aparezca el pequeño mesias provinciano, a quien hacer llegar un papelito con la expresión de alguna carencia.

Para mitigar miedos e inquietudes, alguien dió con la fórmula perfecta: “Unidad en la diversidad“. De ahí en adelante, todo era posible, el universo entero tendría cabida en el PSUV, pero ello significaba la pérdida total de una identidad que ni siquiera habíamos empezado a construír. El único instrumento era un palo de ciego prestado por Simón Rodriguez: “O inventamos o erramos“, de modo que inventamos y ademas, muchas veces erramos también.

Hicimos ciertamente un denodado intento de coherencia cuando en aquel Congreso Extraordinario que se inició el 21 de noviembre de 2009, fuimos capaces de al menos poner en letra de imprenta (Libro Rojo) nuestros estatutos, bases programáticas, y declaración de principios, pero aquel intento se quedó en proclama, en letra muerta que todo el mundo cita y nadie lee, algo por demás vulgarmente común entre nosotros.

Incluso, cuando nuestro llorado comandante nos dejó una última hoja de ruta que titulamos “Golpe de Timón“, caímos en la cuenta de que ni siquiera sabíamos donde estaba ese timón, que tan magistralmente pulsó Hugo Chávez y que ahora está el las manos de Nicolás. Pero ahora los roles se han invertido. Así como todos necesitábamos de Chávez para entender el mundo, para orientarnos en el, ahora, somos nosotros los que tenemos que señalar el rumbo a Nicolás, de ahí su gobierno de calle y de ahí lo descarnado e insolente de estas líneas. Eso no es malo ni disminuye a ese hombre noble que Chávez nos dejó a cargo del timón, solo incrementa nuestra responsabilidad porque estamos en uno de esos momentos de la Historia donde se hace claro aquello de que cada pueblo tiene el destino que se merece.

Hoy estamos mas urgidos que nunca de unidad, pero ¿será todavía oprtuno que esa unidad se dé en el recipiente que llamamos PSUV? O habrá que buscarla con amplitud y generosidad en la organización desde abajo de ese pueblo que nos mandó en 14 de abril una señal clara y fuerte de su insatisfacción con nuestras conductas.

Hoy en Vargas, percibo a mi partido como un inmenso saco de gatos y solo trato de convencerme de que no será igual en todas partes. En todo caso, despues de las peleas de botiquin protagonizadas por los que se dicen nuestros líderes, en pos de una miserable alcaldía, mucho me temo que remendar el cuerpo descuartizado del partido no le devolverá la vida, a no ser que desde el Olimpo, Zeus -o la Dirección Nacional, que para el caso es lo mismo- le arroje un rayo. En ese caso, como en la historia de Frankenstein, el cuerpo se moverá, cobrará vida y hasta es posible que gane unas cuantas elecciones mas, para lo cual no es necesario estar vivo, basta con ser una maquina eficiente, como Frankenstein. Cuando se hace añicos un jarrón, puede pegarse, pero será para siempre un jarrón pegado.

Legítimamente se me podrá increpar: ¿Y tu que propones?

 

  1. Reconocer que el partido ha sido hasta hoy una simple fuerza de tarea al servicio del Estado.

  1. Entender que esa relación “contra natura“ ha impactado negativamente en la percepción que el pueblo tiene de nosotros

  1. Obviamente, invertir la actual relación Partido-Gobierno, para situarnos a la vanguardia de los justos reclamos del pueblo, frente al Estado: Lease bien, frente al Estado, sin contemplaciones ni complejos de que nos vayan a etiquetar como “contrarrevolucionarios“ o cosas peores.

  1. Ese rol frente al Estado, hoy está habilidosamente secuestrado por la oposición, porque –no seamos autistas- muchas cosas que el “majunche“ enarboló como bandera, no eran mentira o eran medias verdades (demagogia):

 

  1. El desastre en los servicios públicos, que no siempre se puede abonar al perverso sabotaje: Agua potable, disposición de escretas, aseo urbano, transporte público privado, etc.

  1. El desabastecimiento de productos y la falta de respuesta del Estado, no solo como garante de la alimentación popular, terreno donde es justo reconocer que se hacen grandes esfuerzos, sino en el castigo ejemplarizante, no al infeliz dueño de la bodega, sino a los grandes grupos empresariales que todos conocemos y que aparentemente gozan de una impunidad obscena (Grupo Polar, Grumma, Cargil, et alia).

  1. La especulación y la lenidad con que el Estado ha actuado frente a ella.

  1. La inseguridad

  1. Debemos convocar de inmediato las elecciones municipales para cortar por lo sano la feroz campaña de desprestigio contra el CNE. Vamos a ver si muchos opositores que hoy vociferan públicamente contra el CNE, sacrificarían sus aspiraciones personales negándose a inscribir su candidatura fente a un Poder del Estado que hoy proclaman ilegítimo y viciado.

  1. Por lamentable que pueda parecer a muchos, en la actual coyuntura, nuestros candidatos a esas elecciones deben ser designados por cooptación (Estatutos del PSUV, Artículo 5), al menos luego de la indecorosa experiencia que presenciamos en el proceso de postulaciones que fué detonante del actual conflicto interno.

Todas estas cosas y muchas mas, como la arrogancia, la exhibición obscena frente al pueblo de riquezas que se sospechan mal habidas, lograron impactar poderosamente en el imaginario colectivo por su evidencia y nuestra contumaz respuesta negadora. Camaradas hubo que quedan atrapados en el chantaje, en el temor a perder el carguito... o “el cargote“. Hasta viejos luchadores políticos reconvertidos al final de sus días en funcionarios, doblan el testuz como los toros frente a la puntilla.

 

Responsable de Formación Socialista

Buró Político Parroquial de Urimare

Partido Socialista Unido de Venezuela

 

cajp391130@yahoo.es



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Pedro Calzada


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