"La senda
no tiene fin -exclama-.
Acaso a las estrellas
se llegue por aquí.
Pero mi gran torpeza
me impedirá llegar.
No hay que pensar en ellas"
Federico Garcia Lorca
Aristóteles nos dice en su Metafísica que todos los hombres de manera natural desean saber. Si esta curiosidad innata es o no, es atributo exclusivo de los humanos, puede ser discutible, pero lo cierto es que la persona que carezca de curiosidad es una persona limitada por decir lo menos. Y cuando esa limitación la padecen cientos de miles o millones, se trata de un gran problema de salud pública. Pero ¿qué nos impulsa a averiguar, a escudriñar en el mundo?. Yo creo que es la presencia permanente de un horizonte frente a nosotros, detras del cual intuímos el misterio. Intuímos o inventamos verdades trascendentes, en eso la elección de cada quien es libre.
Cuando niños o jóvenes, requerimos del maestro como ductor de nuestra curiosidad. En la circularidad de nuestro horizonte, es el maestro el que elige por nosotros el punto de atención, el que da dirección a nuestra curiosidad y por lo tanto el que decide muchas veces el sentido de nuestra vida. Pero es mas, el maestro es determinante para hacernos comprender la naturaleza de ese horizonte cognitivo.
Si caemos en manos de un cura, es posible que nos diga que detras del horizonte está Dios, que tratar de alcanzarlo es pecado de soberbia y que mas nos vale conformarnos con nuestra pequeñez humana. Esos curas, durante siglos se dedicaron a perseguir y quemar vivos a todos los que se pasaban de curiosos: Giordano Bruno, Galileo... La lista es larga. Por fortuna, el logro mas relevante de la modernidad, que por cierto costó mucha sangre, fué la demolición del monopolio eclesiástico sobre la educación, aunque algunos insisten en confiar sus hijos a los curas, por eso tenemos un Capriles Radonsky o un Caldera... amen.
Si por el contrario tenemos la fortuna de topar con un maestro que nos empuja al atrevimiento de alcanzar el horizonte, entonces descubrimos que ese horizonte está permanentemente alejándose y que el sentido de la vida consiste precisamente en tratar de alcanzarlo. Ahí tenemos el resultado del afortunado encuentro que tuvo la niñez de Bolívar con Simón Rodriguez o la de Alejandro Magno con Aristóteles.
Pero hay una tercera opción que sin ser religiosa es bastante parecida en sus resultados alienantes, una tercera clase de maestros que nos anula para siempre la curiosidad, en la rutina de una salmodia eternamente repetida y sin sentido, en el carácter punitivo de un exámen o en el ejercicio de su dominación. Hoy son la mayoría y ni siquiera se plantean la existencia del horizonte cognitivo pues se conforman con cumplir el porgrama del Ministerio de Educación o de cualquier autoridad a la que reconocen y acatan por respeto a la nómina de pago, al “quince y último“ nunca suficiente. Són maestros porque fueron alumnos de otros maestros que a su vez fueron alumnos y así hasta que se perdió la memoria de por que o para que, un ser humano puede pasar la vida recitando de memoria unos rituales mal aprendidos y mal viviendo con un modesto salario.
Para una sociedad donde sea imperativo reproducir la dominación, esa forma de educación –de algun modo hay que llamarla- sirve a los fines de producir “ovejas dóciles“, de ahí que las características estructuras de educación que heredamos de la Cuatra República, con su ejército de maestros adecos reciclados, sean hoy el principal obstáculo para la transición a una sociedad socialista. No estoy descubriendo el hilo negro, otras voces mas autorizadas que la mia han denunciado esto, pero lo curioso es que no se le da al problema su justa dimensión política.
No sé si el estudio de las ciencias duras haya mejorado –es posible que si-. El acceso a una “Canaimita“, la garantía de alimentación, son logros importantes, pero la orfandad ideológica de los maestros, cuando no su vocación reaccionaria, están marcando a la juventud que quisiéramos formar para el socialismo. Cada jóven de Venezuela debería aspirar a poder decir de su maestro lo que Simón Bolívar dijo de Simón Rodriguez: “Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me señaló.“ 1
La educación religiosa tiene como principal objetivo producir buenos practicantes de la religión. La educación dentro de una sociedad capitalista está a su vez dividida en clases. Una educación para la docilidad del pueblo y otra en las escuelas de élite para la formación en el mando, en la dominación. Cabe preguntarse si acaso se ha refelxionado ¿como debe ser la educación para el socialismo?, ¿Qué papel deben jugar en las escuelas los cuadros militantes de esa nueva sociedad que decimos estar construyendo?. Estoy seguro que mietras naturalizamos con un discurso de “ampltud democrática“ que un docente sea de filiación y conducta adeca o copeyana, resulta un escándalo admitir públicamente que el PSUV o cualquier expresión política de la Revolución, deberían estar mas preocupados por su presencia en los centros educativos a través de procesos de formación política que en la maquinaria para ganar elecciones: Si un día nos ganemos las conciencias, podremos tirar la maquinaria por un barranco.
¡Horror!... eso es adoctrinamiento nos dicen los que adoctrinan desde el púlpito o frente a nuestras narices, desde la invulnerabilidad de una cátedra... y nosotros callamos avergonzados por nuestro atrevimiento de querer cambiar al mundo. Ellos han conquistado los espacios universitaros sin disparar un tiro, mientras que a nosotros nos sacaron a tiros infinidad de veces en el pasado, de los mismos espacios. ¿otra vez la “Patria Boba“?
1 Simón Bolívar: Pativilca, 19 de enero de 1824