Maduro y los intelectuales

Una vez que en 1997 me asaltaron, en la PTJ quisieron que hiciera un retrato hablado. Recuerdo que les dije: “El tipo era moreno (porque en nuestro país casi todos los negros son pobres y casi todos los pobres son negros), jóven (Porque malandro no llega a viejo) y flaco (porque no come completo). Vestía un pantalón de mezclilla, zapatos deportivos (muy propios para una persona que se la pasa huyendo a todo correr) y una camiseta vieja y desteñida“. Ahora, con esa descripción –le dije al funcionario-, salga usted a la calle y arreste por lo menos a millón y medio de venezolanos que responden a estas señas. Lo mismo pasa con los intelectuales anónimos. Son sospechosos de tal todos los que usan barbita y se acarician el mentón cuando denotan que están reflexionando.

Me miro al espejo y caigo en cuenta. Hace años que me dejé crecer la barba y tengo la manía de ponerme la mano en el mentón cuando intento concentrar mi atención en algo. Además algunos amigos y amigas a los que ciega el afecto se empeñan en decir que yo soy un intelectual, flaco servicio quem e hacen despues de las misteriosas declaraciones de nuestro presidente, para mi desgracia califico como sospechoso de brincador de talanqueras mientras Maduro mantenga en reserva el nombre de los misteriosos indiciados.

Pero ademas, hoy tenemos dos talanqueras a escojer: Una a la derecha y otra a la izquierda, puesto que el discurso desde el Estado parece privilegiar la paz sobre cualquier otro valor, a toda costa, en una sociedad donde el conflicto de clase sigue produciendo una injusta distribución del ingreso. Todos los signos indican que seguimos frente a un Estado Burgués que garantiza los privilegios de las oligarquías locales y transnacionales. Conciliar con el Grupo Polar o con Gustavo Cisneros, puede ser tácticamente correcto en un momento donde negociar, luce necesario para apagar los fuegos de un golpe suave (ya veremos si se apagan), pero no deja de ser muy irritante para todos los que ahora seguramente serán motejados de “ultrosos“, “cabeza caliente“ y hasta “brincadores de la talanquera izquierda“. Por ese camino puede que un día hasta le caigamos bien a Obama. Bien decía Carlos Fuentes que quien se mete a político tiene que aprender a tragar sapos sin hacer gestos.

Ese “Gobierno de Calle“ que se nos propone, es en el mejor de los casos un intento mas, que se acumula a los muchos que ya realizó Chávez para escuchar directamente al pueblo, sin intermediarios, descarnadamente. En fin de cuentas, es preferible escuchar algunos despropósitos que muchas veces dicta la rabia y la frustración, escuchar exageraciones y desahogos personales, que escuchar solo adulaciones y mentiras edulcoradas de un entorno donde –vox pópuli- no todo es trigo limpio.

Pero que puede esperar Maduro y sobre todo, que podemos esperar todos de este esfuerzo. Hasta en las oficinas públicas, cuando el jefe decide darse una vuelta fuera de su despacho privado, las secretarias dejan de pintarse las uñas mientras que los caballeros esconden la gaceta hípica debajo del escritorio y sonrien al paso del jefe o se fingen concentrados en el trabajo. Y si alguna secretaria continúa pintándose las uñas con todo desparpajo, tenga usted por seguro que algo le sabe al jefe o algun favor le brinda...

Maduro deberá tener mucho tacto, mucha “madurez“, para esquivar las celadas, los espectáculos multicolores con “pueblo tarifado y rojito“ que pueden intentar montarle algunos gobernadores, alcaldes y otros ejemplares prominentes de la fauna que ha medrado a la sombra de este proceso y que no tiene ningun propósito de enmienda. Algunos, tratarán de pasar el mal rato entre discursos floridos y de tono radical, pero con toda seguridad dosificaran eficazmente el libre acceso del pueblo llano al Presidente, como lo han hecho siempre.

El efecto mas notable de la información que deslizó el presidente, referida a “algunos intelectuales“ que van a brincar la talanquera, es que unos que se asumen intelectuales, los oportunistas, los farsantes de lenguaje florido, los académicos de oficio, se quedarán callados como siempre y otros, los honestos trabajadores intelectuales, se sentirán dolorosamente aludidos por la forma genérica en que se expresó el Presidente. En ambos casos la sospecha quedará sembrada y la única víctima será la crítica. Herramienta que requiere la revolución para corregir errores, para dar el Golpe de Timón que nos dejo como tarea nuestro comandante.

Prefiero pensar que el comentario del Presidente fué solo un desliz y no un modo de sembrar propositivamente en su entorno, la desconfianza y el mutismo... el tiempo dirá.

Ademas, todos sabemos que hay intelectuales arrogantes que se han tragado el cuento de que pensar es un privilegio reservado a unos pocos, pero frente a ellos hay también quienes se saben “trabajadores intelectuales“. Para estos el oficio del intelectual no es mas ni menos noble y digno que el del carpintero o el de presidente. A propósito ¿Chávez no fué un intelectual, en el buen sentido de la palabra?, ¿no estamos ahora iniciando la sistematización de su pensamiento?. Por cierto que también era su costumbre, tomarse la barbilla entre los dedos cuando escuchaba algo que despertaba su interés.


cajp391130@yahoo.es



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Pedro Calzada


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