¿Rabioso? ¿O radical y revolucionario?

El revolucionario(a) verdadero(a), -como siempre lo recordaron el Che Guevara, Hugo Chávez, César Rengifo, Aquiles Nazoa y el poeta Walt Whitman-, nunca pierde el gusto para amar y por el amor en su plenitud, sentido del buen humor y de la risa, canto de trabajo y danza, magia y azufre para el Buen Vivir, expresado en la filosofía ancestral y contemporánea de nuestra indianidad americana. Recibimos hoy –en la nueva era del Pachacuti- un llamado cósmico a beber primero de nuestras propias fuentes para no despreciar tampoco la fraternidad intercultural y humana, en todo el esplendor y el entramado de la vida, que nos enseña y ofrece la Madre Naturaleza, junto al desafío político y social del momento histórico actual.

EL REVOLUCIONARIO PLENO NO ES UN RESENTIDO SOCIAL


En eso se diferencia radicalmente el revolucionario pleno y verdadero, del resentido social y del resentimiento social. Cualquiera puede llegar a ser tocado por la revolución a partir de un resentimiento. Pero por formación estamos llamados a superarlo en el camino, militando, viviendo y conviviendo con el pueblo/pueblo, como vía de elevación espiritual y humana para entendernos a nosotros mismos en el encuentro con los demás. Veamos estos ejemplos: Ho Chi Min, Gandhi, Mandela, el padre Camilo Torres, Luther King, Hugo Chávez. Dijeron como Sucre ayer: gloria al vencedor, honor al vencido. Los verdaderos libertadores, siempre perseguidos, nunca son perseguidores. Esto es inherente a su formación humana y espiritual, base de su ética y de formación filosófica, ideológica y política.

Muchas veces nos creemos “muy radicales” y en el fondo traemos ese lastre reaccionario, de llevar el sistema por dentro y reproducirlo a cada instante. Como vivimos superficialmente, nos convertimos en simples envoltorios de amarguras, resentimientos y de inmediatismos, el aburrimiento y “la flor del instante” consume nuestra propia vela, como la vara mágica del “mata tiempo”. Vale decir, bajo esa óptica, de revolucionarios tenemos sólo el cascarón vacío, como esa piel disecada –y sin ánima- que va dejando la serpiente en la orilla del camino.

¿EN VERDAD SOCIALISTA?

No se puede ser socialista y revolucionario viviendo como la mala caricatura de un capitalista, de un burócrata privado o de Estado, contribuyendo sin piedad a la cuota personal y social del calentamiento global y el desequilibrio planetario. Observemos el que derrocha luz, agua, gas y gasolina, como la humeante “máquina humana”, apta sólo en su miseria espiritual para fabricar basura, contaminación ambiental y contribuir con la destrucción en gran escala. Pretexto: como es un problema estructural, yo no debo, supuestamente, desgastarme aquí y ahora, dando mi contribución personal y comunal sino que debo aparecer también incorporado al festín del derroche y del consumismo desenfrenado de la locura capitalista. Y así aplazar mi contribución para cuando la revolución “se haga” o “la hagamos”.

Revolucionario ¿es también vivir como presa fácil del espejismo de los grandes centros comerciales y el consumismo en gran escala?. ¿Empatado además en una de cero ahorro, tanto del salario como de la cadena de la vida?.

EL COME CANDELA

Se confunde ser “radical” con la actitud del “come candela”, que todo lo ve mal y todo lo critica y nada construye en pro de una causa justa de largo alcance histórico, comprometido en el aquí y ahora y a mediano plazo. Todo lo ve “color de hormiga” y su propia crítica es una interminable queja autodestructiva, una lástima infinita, un sentirse fuera de foco en todo, en la familia, en el equipo, en la comunidad, en el seno del pueblo, en su propio país: porque “todo lo que viene de afuera, siempre es mejor a lo de aquí”. Apela así a cualquier error o falla de la revolución o de los revolucionarios –como pretexto- para no comprometerse de fondo, de por vida y llenarse de barro hasta la cintura.

No entiende que el pez fuera del agua, muere, como el revolucionario fuera del pueblo se burocratiza, se transforma en cascada de prolongado verano y en disecado corazón de piedra. Se vuelve insípido. Pierde la sal de la tierra y el gusto por la vida ¿Cómo podemos entonces desenvolvernos “como pez en el agua” en el seno del pueblo?

Como el cuento del Rey Midas, acabamos con el agua, se muere el pez, perdemos el cobijo y el calor del pueblo. Todo lo que tocamos se vuelve oro mediático, ilusorio. Estamos perdiendo –sin darnos cuenta- lo esencial de la vida: arrastrados y entrampados en las secuelas de las viejas y nuevas cadenas del mismo monstruo que nos oprime y aniquila. El destino de todas las conquistas imperiales fue siempre el mismo: buscando El Dorado perdieron el mundo, engañaron y se engañaron creyendo que tenían de antemano garantizada la vida terrena y de paso, hasta la vida eterna. ¡Para eso traían en sus ejércitos, capellanes consejeros y sus santos guerreros de las teologías de la dominación! Realmente, es el capellán de Monteverde y la intriga de los mantuanos caraqueños quienes derrotan a Miranda, más que el mismo Monteverde y su ejército.

COMO LUNAS DE ROSTRO EXPRIMIDO

La falta de autoestima y de identidad es la misma moneda de dos caras: con una supuesta “autoestima” que aplasta a todo el mundo a su paso o ya, el valle de lágrimas de una auto-victimización de cuarto menguante:¡como lunas de rostro exprimido! Pero en el fondo, el yo: “sobre mi caballo yo y sobre yo mi sombrero”. Ante el individualismo aberrante, hasta el sombrero estorba, ya desde una vida interior exaltada, esoterizada o desde una exterioridad extrema como sombra sin interior. El individualismo aberrante y el colectivismo ciego, son cara y sello de la sociedad anónima que invisibiliza al dominado, oprimido y explotado.

SER RADICAL NO ES AUSMIR EL OTRO EXTREMO DEL FASCISMO

Para Marx, ser radical es ir a la raíz, No es otro extremismo frente al fascismo, de ese fascismo que es expresión del terror y de la muerte al servicio del gran capital transnacional y de la derecha apátrida. Tampoco, ser radical es asumir “el justo medio”, “el término medio” o “las medias tintas” del que se cree “muy equilibrado”. O en otro caso, del impoluto cisne blanco, que no se moja los pies en el fango, ni se ensucia el plumaje.

El radicalismo del revolucionario no debe confundirse en lo esencial con los métodos de lucha del fascismo (fanatismo, torturas, persecusión, desaparición y muerte del enemigo) y de su otra cara, la democracia representativa neoliberal, vaciada de toda savia comunicante del pueblo/pueblo y con el pueblo/pueblo.

Por ejemplo: el capitalismo, no se revisa a sí mismo para ponerse en duda como sistema. Se revisa para actualizarse en sus métodos de lucha, para hacer sus métodos cada vez más opresivos, más explotadores, pero al mismo tiempo, más sutiles, ahora auxiliados y anestesiados por la dictadura mediática mundial y no descansar siempre sólo en el poder de las armas.

La iglesia jerárquica, tampoco condena al capitalismo, sino “sus excesos”. Tal como lo expresan sus encíclicas papales. Las teologías de la liberación en cambio, pretenden ser radicales y por tanto antisistema.

PERO ¿QUÉ ES SER RADICAL Y REVOLUCIONARIO PLENO?

Ser radical, es entre otras cosas el atrevimiento a la inventiva y el desafío constante, mediante la construcción participativa y protagónica de un conjunto de tácticas en función de estrategias de largo alcance histórico y social, que pretende ir a las raíces más profundas, sondeando en el subsuelo de los orígenes y desarrollos multicausales de las problemáticas coyunturales y estructurales del sistema que buscamos sustituir por el socialismo. Vale decir, es la construcción participativa y protagónica de un proyecto alternativo de largo alcance histórico y social.

Es a otro nivel entender que la conciencia de clase no está desligada en nuestros países de la conciencia etnohistórica y social de los pueblos y comunidades, en su totalidad y totalidades.

“Es avanzar mediante constantes síntesis polidialécticas”, en el decir de Mosonyi, buscando la unidad sin anular las diversidades horizontales, pero con la intención siempre de suprimir las irritantes divisiones verticales de castas, clases y estamentos, que niegan de fondo la igualdad social promovida por el socialismo.

CRÍTICOS Y AUTOCRÍTICOS SIN PERDER EL RUMBO DEL PROYECTO

Ser radical es ser crítico y autocrítico sin perder el rumbo del proyecto. No puede haber crítica y autocrítica sin brújula histórica, sentido de lo social y lo político concreto. Está muy de moda en muchos renegados de izquierda y en algunos “ni-ni”, decir: a) que no hay distinción ya entre izquierda y derecha, b). que no hay imperialismo sino interdependencia. c) Sólo con el propósito de justificarse ante sí mismos y ante los demás para terminar favoreciendo o votando por la ultraderecha, por el fascismo, por el imperialismo, por el regreso mortal del neoliberalismo, por el ALCA, el FMI, el Banco Mundial y llevarnos a fases ya superadas desde el 27 de febrero de 1989 y el 4 de febrero de 1992; en síntesis, para abolir la Constitución Bolivariana de 1999, restablecer la Constitución del 61 como lo hizo Carmona El Breve, que –dicho sea de paso- ya había sido abolida por la Carta de Intención con el FM desde el gobierno de Jaime Lusinchi. Es decir, regresarnos a algo mucho peor a lo que ya vivimos con el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez y que ahora está viviendo el Sur de Europa.

Todavía dudan que si el fascismo regresa, regresaría por todos nosotros en una especie de pase de factura de la burguesía al pueblo, como ha dicho el camarada Nicolás Maduro, Presidente de la República Bolivariana; el fascismo perseguiría con odio hasta a la inmigración colombiana, latinoamericana y caribeña, aquí asentada. Es parte del auto-odio de la burguesía apátrida.

CAUTOS COMO LA PALOMA, ASTUTOS COMO LA SERPIENTE

Para el Evangelio, ser radical es ser definido, no ser tibio, porque a los tibios, -a los reformistas, los conformistas, los indecisos y veletas-, los vomitará el cielo. Cautos como paloma y astutos como la serpiente. Se trata de ser como semilla y semillero, para nacer de nuevo.

Un grano de maíz, contiene todos los misterios del mundo, decía José Martí.

Las Teologías de la Liberación, hacen uso del Viejo y Nuevo Testamento como herramienta para interpretar el pasado, para comprender el presente y descifrar, históricamente los signos de los nuevos tiempos. Viejo y >Nuevo Testamento son vistos como una unidad inseparable. Pero entienden que el mundo no puede ser interpretado a través de un “biblio-centrismo”, al margen de la vida concreta y del presente histórico de carne y hueso. Una visión pan-bíblica del mundo la utilizan ciertas teologías de la dominación para dejar al pseudo-evangelizado sin conexión con la vida real y concreta, con el prójimo, fanatizado por iglesias fundamentalistas con financiamiento made in USA, presas fáciles del fascismo y de la dictadura mediática mundial. Mundo virtual “globovisionario” y pavoso, anunciando el “fin del mundo” o convocando sobre el país “las siete plagas de Egipto”. ¡Zape gato!

EL BUEN VIVIR INDIO ES LA NEGACIÓN MÁS RADICAL DEL DESARROLLISMO

Para las filosofías indias del Buen Vivir, ser radical es, entre otras cosas, dejar de ser desarrollistas. La palabra “desarrollo”, como dice Galeano, tiene algo de sospechoso, de náusea: `porque “el desarrollo es un viaje con más náufragos que navegantes”, como lo vemos en “Las venas abiertas de América Latina”.

Para las filosofías indias, el Buen Vivir es dejar de ver la cadena de la vida y sus fuentes que la sustentan, como “un recurso”, “una mercancía, como “una cosa”.

Practicar la ética socialista y el Buen Vivir no es un culto a la miseria y a la pobreza

Cierta derecha todavía hecha mano para decir que el socialismo es una igualación hacia abajo. Algunos socialistas, todavía piensan que las filosofías indias del Buen Vivir es una igualación en la miseria y que en todo caso, conduciría necesariamente a un “reformismo” del sistema. Pero esto lo dicen quienes no conocen la radicalidad y las cosmovivencias de las filosofías indianistas del Buen Vivir frente a la actual crisis planetaria, ni tampoco el buen convivir que propone la metodología intercultural como alternativo frente al mundo transcultural y sin rostro que proponen los dominadores globalizadores.

LA RADICALIDAD NO SE MIDE SÓLO EN EL USO DE LAS ARMAS

Se confunde, muchas veces, ser radical con tener las armas en la mano o por haberlas tenido en el pasado en algún momento. Siempre hay allí una experiencia válida, hermosa, digna de reconocer por su entrega y valor. Pero todo esto debe ir acompañado de la formación permanente y de la revolución permanente.

Nunca puede justificarse de un revolucionario que apenas nos den una cuota de poder, quedemos al desnudo, como lo más reaccionario, como lo más odioso al pueblo, al perder humildad, llanura y sencillez en el trato con los demás.

Con un puñito de poder, comenzamos a ver al pueblo “por encima del hombro”:

-¡Épale, carajo, no estoy aquí para resolver problemas de nadie sino para “hacer la revolución!”.

¡Su problema, camarada –y los problemas de la comunidad- los resolveremos cuando hagamos “la revolución!” Por lo visto, siempre aprendieron al revés el Mensaje del Comandante Supremo, Hugo Chávez. Chávez apeló a la solidaridad inmediata y trascendente al mismo tiempo y el poder nunca lo separó de su relación orgánica con el pueblo/pueblo.

Nos creemos “radicales”, porque queremos hacer el socialismo ya y en un solo país.

Nos creemos muy revolucionarios y muy radicales y reproducimos el Estado burocrático, burgués y capitalista –de pies a cabeza- peloteando a la gente de un sitio a otro:

-¡Por aquí! ¡Por allá! ¡Más allá, más aquí!

A lo Cantinflas:

-¡Estoy aquí, porque no estoy allá y estoy allá, porque no estoy aquí!

Recordemos la célebre película cubana: ¡La muerte de un burócrata! Que retrata la burla constante del Estado burocrático burgués a la dignidad de nuestros pueblos y su derecho al trabajo.

El fascismo pretende vendernos la guerra y el terror en bandejas de plata y tacitas de oro, como si nosotros fuéramos también otros demonios embriagados en busca del Dorado y en defensa del Gran Capital Transnacional que saquea el suelo y el subsuelo. Creo que olvidaron que somos hombres y mujeres de la anticonquista, continuidad de la resistencia indígena. ¿Lo estaremos olvidado ahora nosotros?

Nos creemos radicales y revolucionarios y confundimos:

-Formación y educación sólo con “formación académica”, al margen de la educación familiar y comunal como inicio de toda formación política.

-Confundimos la política, con la vulgar carrera política, académica o militar por encima de las prioridades colectivas de nuestros pueblos y de la revolución.

-Creemos que las prioridades nuestras o las de la revolución, son siempre las prioridades de nuestros pueblos. Muchas veces los pueblos y movimientos sociales están por delante de las vanguardias autoerigidas como “revolucionarias”. Otras veces esas vanguardias deben contribuir a orientar al pueblo, pero orientándose desde los pueblos y comunidades.

Los pueblos no son “masas”, “ovejas”, “recursos humanos”.

-Seguimos confundiendo política con “la polis” o ciudad, civilización y socialismo con ciudad, antagonizando campo y ciudad, oralidad y escritura. Estudio o estudiado, con la ideología excluyente y sectaria del discurso único de la Ilustración. Entonces dividimos entre cristianos y paganos, cultos e incultos, civilizados y no civilizados. “Civilización o barbarie”, columna vertebral de nuestra dominación cultural.. Todo esto no es un simple juego de palabras sino una patraña muy seria para pisotear y barrer durante siglos a nuestros pueblos y culturas nativas. Es el rostro vivo de un fascismo cultural. La monocultura de la decadencia de Occidente. Su discurso único sobre los colonizados. Nuestra novelística latinoamericana, salvo excepciones, desde Rómulo Gallegos a García Márquez es eso, la dicotomía:“¡Civilización o Barbarie!”.

-Confundimos formación cósmica, espiritual y humana, sólo con formación ideológica y política.

-“Ciencia y tecnología”, la confundimos con la computadora, el celular y el internet de la era digital, los oídos taponados con audífonos y cables y la boca sembrada de comida chatarra.

-Decimos que estamos promoviendo una sociedad crítica y estamos contribuyendo a una naciente sociedad de idiotas en el mundo virtual del capitalismo: juventud y pueblo sin historia, sin cultura propia, sin localización geográfica y ecosistémica, en un mundo de los “mastica chicle”, de castrados políticos, víctimas de las semillas transgénicas, la comida rápida a vuelo de pájaro, que vive “la flor del instante” y el orgasmo prematuro de la moda fugaz frente a la pantalla, en una sociedad donde nadie ve, ni oye, ni siente. Y donde los ciegos, sordos y mudos, ven y oyen y sienten por lo que nosotros hemos dejado de ver, sentir y percibir: sin embargo, para nosotros, en nuestro cinismo, ¡ellos -y no nosotros- son los discapacitados!.

Y si el fascismo no quiere nada con mujeres, tampoco entiendo cómo puede haber mujeres fascistas.

Si USA dice que no tiene amigos, que sólo tiene intereses, tampoco entiendo cómo la derecha fascista y apátrida puede sentirse amiga del imperialismo norteamericano.

-Pretendemos sustituir la biósfera, la plenitud de la vida humana, cósmica y espiritual por una tecnósfera. Creemos –equivocadamente- que el Buen Vivir es la estandarización consumista y antiecológica de la sociedad occidental dominante: el carro privado, la moto, la nevera, el televisor, el aire acondicionado, el edificio o “máquina de habitar” con su “ojo de buey” desde el apartamento que me expulsa de la comunidad y del paisaje y me lanza al miedo y al vacío. Al laberinto de la soledad.

¿INVENTAMOS O ERRAMOS O ESTAMOS ERRANDO SIN INVENTAR?

Aprovechamos ahora que tenemos una Ministra de Salud audaz, inteligente, enérgica, pensadora y acuciosa, para señalar algunas contradicciones dentro del modelo de salud del capitalismo dominante.. Veamos, camarada Isabel Iturria:

Hablemos más allá de la mala fe de los agentes del terrorismo, que sacan las uñas cada vez que hay una epidemia. Vayamos al fondo del fondo, a la raíz de los problemas. Que de paso, los terroristas mediáticos, aquí no tocan fondo, ni con el pétalo de una rosa:

-Confundimos frecuentemente salud con la atomizadora medicina alopática, vista como “bombera apaga fuego” que vive de la enfermedad y funciona para la enfermedad y la muerte, para incremento del capital, con su red de hospitales y clínicas, donde la clínica privada desmonta permanentemente el hospital público y el hospital público desmonta la salud total despojándola de su sentido holístico; su farmacopea química de alta peligrosidad, en plena armonía con su industria farmacéutica y sus delincuentes de cuello blanco, sus quirófanos, capando hombres y mujeres convertidos y convertidas en “el paciente” o “la paciente”

-número X, con sus cada vez más inseguras pólizas de seguros, su morgue con sus helados fantasmas del más acá y del más allá, sus gusanos y sus zamuros funerarios ante el llanto de los dolientes y el velorio de risas y chistes entre el chocolate y los cafeceros alborotados en la alta madrugada. Hay sin duda gravísimos problemas estructurales que no tienen salida salvando el modelo, de costos económicos y ecológicos insostenibles en el mediano plazo para hacerlo inclusivo a todos. Que no funcionará –a la larga- bajo la gratuidad pública y mucho menos bajo los vampiros de la privatización neoliberal.. ¿Podemos ser revolucionarios salvando el exclusivo y excluyente modelo de salud occidental?

-No hemos cuestionado de fondo el modelo y no nos planteamos todavía una medicina intercultural, profunda, intensa, integral, holística y específica al mismo tiempo, para la vida y el Buen Vivir, insertada en el diálogo de civilizaciones, que reivindique también la medicina ancestral de los pueblos y la alimentación natural, libre de transgénicos y de tanta basura mercantil y tecnoburocrática. Que rompa definitivamente con el antagonismo entre las ciencias milenarias de los pueblos y las ciencias de las academias y sirva para encontrar alternativas múltiples y no únicas a los complejos problemas de los servicios de salud humana, vegetal y animal, junto con la salud de la tierra y del cielo. Es un todo en sentido holístico y multilineal.

Ante cada problema, Simón Rodríguez prefiguraba por lo menos 10 alternativas.

Clave del inventamos o erramos.

LO QUE DEFINE TODO DESARROLLISMO

El desarrollismo extremo, se caracteriza porque dos o tres generaciones, disponen de todas las reservas del suelo y del subsuelo, sacrificando el equilibrio del planeta, la continuidad de la cadena de la vida y el destino de las nuevas generaciones.

- ¿Pensamos que la integración continental, el ALBA, UNASUR, PETROCARIBE, LA CELAC pueden desenvolverse sin resolver de fondo los problemas inherentes al colonialismo interno, especialmente con los pueblos y culturas originarias y con los poblamientos afroamericanos, campesinos e indodescendientes y sin solventar ciertas asimetrías entre países, regiones y localidades sin seguir priorizando el mercado por encima de los autoabastecimientos mínimos y estratégicos de los pueblos, regiones y comunidades?.

¿Acaso no estamos hablando de soberanía y seguridad alimentaria?¿dónde queda –por ejemplo- el conuco y otras modalidades históricas y culturales de producción originaria de alimentos?

Nos creemos radicales y revolucionarios. Pero: ¿nos planteamos los límites y limitantes del modelo económico estrativista sobre el cual descansan hasta ahora los gobiernos progresistas del continente y su sostenibilidad en el mediano plazo?

¿Habrá quienes todavía sigan pensando que por la vía de una explotación en gran escala del subsuelo de nuestros países vamos a superar el modelo rentista petrolero o minero?

SI NO HAY ALBA, HABRÁ FASCISMO Y MUERTE

¿Cuáles son en este sentido los retos del ALBA como la avanzada político-ideológica de los procesos de integración bolivariana y de la lucha contra el colonialismo interno con los pueblos originarios y los demás pueblos y culturas nativas? ¿Cuáles son sus retos para superar el modelo económico estrativista en el mediano plazo en su lucha contra el imperialismo y la nueva amenaza del ALCA y de sus alcahuetes fascistas de la ultraderecha? Está reciente la denuncia del Presidente Nicolás Maduro en Cochabamba sobre la nueva amenaza del ALCA.

¿Podemos salvar el agua y el aire, la tierra y la vegetación, plantas, animales y humanos y toda la cadena de la vida sobre las mismas bases del modelo industrial urbano, tecnoburocrático y desarrollista?

Ese es el reto:

¿Podemos seguir usando ese mismo vocabulario de papel, de “izquierda radical”, “derecha endógena”,


“reformismo o revolución” y un sinnúmero de palabras bajo los mismos paradigmas que sustentan la actual crisis ecológica, económica, civilizatoria, profundamente deshumanizante, con unos medios de comunicación cada vez más sofisticados para la incomunicación, la soledad, la crueldad y el aburrimiento?¿Podemos seguir insertados en la velocidad del capital contra el tiempo y ritmo de la naturaleza para reproducir la vida en su conjunto?

¿Podemos plantearnos toda esta problemática compleja al margen de las nuevas amenazas del fascismo, la desestabilización del Medio Oriente, de África y Asia, de Nuestra América, del Sur de Europa, de las guerras continuas y la ocupación imperialista?

¿Podemos seguir planteando los problemas de cada quien, de cada sector de la sociedad al margen del problema total en su conjunto? ¿Podemos seguir planteando el problema total al margen de las problemáticas específicas e irreductibles a escala local, regional, nacional y continental, comenzando por el problema de la sobrevivencia, resistencia, protagonismo y emancipación de los pueblos y culturas originarias?

En definitiva: ¿Podemos seguir planteándonos el problema de la crítica y la autocrítica radical entre revolucionarios, sin una serie de métodos y metodologías participativas y protagónicas que permitan mantener la unidad estratégica sin sacrificar la diversidad jurídico-política, societaria, intercultural, de corrientes de pensamiento filosóficos, ideológicos y políticos?

¿Para la construcción de estos métodos y metodologías, partiremos sólo de los saberes académicos o dispondremos también de los grandes arsenales descolonizadores y unificantes de la diplomacia de los pueblos? ¿Acaso estos métodos de nuestros pueblos y culturas nativas no proponen mejores respuestas de diálogo y tolerancia frente a la violencia horizontal del fascismo piti-yanqui y de la ultraderecha imperialista?

¿Qué precios ha pagado la humanidad hasta ahora –y los mismos pueblos originarios para detener genocidios actuales- por la imposición de eurocentrismos organizativos y políticos, cerrados y anti-dialogantes? ¿Tendremos algo que aprender de esos pueblos y culturas los revolucionarios de hoy? ¿O seguiremos poniendo en duda el presente ontológico de estos pueblos para desconocer su actual existencia, sus derechos históricos y sus aportes a la humanidad actual y futura?


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Saúl Rivas Rivas


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