Frente al discurso de Chávez en la Asamblea General de la ONU

Como era de esperarse, el discurso pronunciado por Chávez ante la sexagésima Asamblea General de la ONU ha suscitado mucha simpatía entre los trabajadores y sectores de masas, simpatía despertada por quienes han derrotado una y otra vez con la movilización los planes de la burguesía opositora y el imperialismo. Por supuesto, lo mínimo que podría sentir alguien que se diga antiimperialista es un sentimiento de solidaridad ante las denuncias hechas. Chávez denunció el golpe de abril y el paro-saboteo patronal y petrolero como “facturados” en Washington, así como la invasión a Irak y la actitud criminal del gobierno de Bush ante el Katrina. Estas denuncias no son nuevas, pero quizás el haberlas hecho en el propio territorio de Estados Unidos, es lo que ha hecho que se perciban como parte de una actitud decidida y valiente.

También afirmó Chávez que la actual ONU “no sirve”, declarando “irrito, nulo e ilegal” el documento aprobado en esa Asamblea, que son afirmaciones que buscan deslegitimar el actual modo de funcionamiento de la ONU, servil a los dictámenes de Washington. Sin embargo, es necesario ver los contenidos y alcances reales de la retórica desplegada por Chávez.

Una de las primeras cosas que debemos tener en cuenta es que los planteamientos de Chávez resultan tan resaltantes frente al alto grado del servilismo, sumisión y lacayismo de los gobiernos de los países semicoloniales de la región, incluidos los que se dicen “progresistas”, como Lula, Kirchner y Tabaré, y no por algún contenido revolucionario. Podemos recordar otros casos de intervenciones más contundentes en la ONU, en otros tiempos, como las de Ernesto “Che” Guevara o Fidel Castro en los primordios de la revolución.

Pasando ahora al contenido mismo, insistimos en que debemos analizar con cabeza fría las propuestas, más aún cuando la política internacional no está desligada de la nacional, sino que es la continuación de la misma. Chávez dijo que “las Naciones Unidas han agotado su modelo, y no se trata simplemente de proceder a una reforma, el siglo XXI reclama cambios profundos que sólo son posibles con una refundación de esta organización (…) La gravedad de los problemas convoca a transformaciones profundas, las meras reformas no bastan para recuperar el nosotros que esperan los pueblos del mundo…”.

Claro que no se trata de reformas. Pero los “cambios profundos” de los que nos habla Chávez, son propuestas precisamente de reformas, además limitadas, y no apuntan a cambios trascendentales. Desde el mismo momento en que afirma que el objetivo es “refundar” la ONU, se devela el carácter limitado de su planteamiento. Las cuatro propuestas para esto fueron: “la expansión del Consejo de Seguridad tanto en sus categorías como en las no permanentes, dando entrada a nuevos países desarrollados y a países en desarrollo como miembros permanentes; la mejora de los métodos de trabajo…; la supresión inmediata del veto en las decisiones del Consejo de Seguridad; el fortalecimiento del papel del Secretario General…”.

Dejando a un lado lo de “la mejora de los métodos de trabajo”, que es lo menos trascendente, podemos hacernos algunas preguntas. ¿En qué beneficia a las masas trabajadoras que más países “desarrollados” estén en el Consejo de Seguridad? ¿Acaso algún gobierno de los países capitalistas avanzados tiene algún interés común con sus propios trabajadores o con los del resto del mundo? La incorporación de países “en desarrollo” tampoco lleva a cambiarle el carácter reaccionario e imperialista al Consejo de Seguridad. ¿O acaso hay algún gobierno de los países capitalistas semicoloniales que no aplique los planes imperialitas a las mayorías trabajadoras y pobres? Específicamente, tanto India como Brasil vienen reclamando estos puestos. Pero es justamente el gobierno capitalista de Lula uno de los que más aplica en Latinoamérica los planes de hambre y miseria contra los trabajadores, gobernando con la burguesía brasileña, una de las más explotadoras de la región. Es también el gobierno de Brasil quien tiene tropas en Haití, encabezando las tropas latinoamericanas, junto a las chilenas y argentinas, que legitiman y hacer parte de la intervención imperialista.

¿Qué de revolucionario tiene plantear el fortalecimiento del Secretario General? Fortalecer el papel de un sujeto elegido por los gobiernos burgueses del mundo, ya de por sí es una propuesta nada revolucionaria. Pero además, precisamente el actual Secretario General, Kofi Annan, es una pieza del imperialismo, que apenas critica uno que otro aspecto parcial de la política de Bush, sin oponerse resueltamente, como no puede ser de otra forma. No dejemos de paso de recordar que su hijo resultó incurso en corrupción en el programa “Petróleo por Alimentos para Irak” de la ONU. ¿Acaso no fue con la aprobación del Consejo de Seguridad y del Secretario General como se decidieron las invasiones imperialistas a Yugoslavia y Afganistán? ¿Acaso no han aprobado estas dos instancias, con la complicidad de los gobiernos serviles de la región, la ocupación imperialista en Haití?

Finalmente, el reclamo que vienen haciendo muchos países capitalistas desarrollados que quedaron fuera del reparto mundial luego de la segunda guerra, y gobiernos de los países semicoloniales, de eliminar el derecho de veto, no implica ningún cambio real en la situación de la lucha por la liberación nacional de los pueblos y de la lucha de las masas trabajadoras por su emancipación. El imperialismo estadounidense no necesitó su derecho a veto o de la aprobación del Consejo de Seguridad para invadir a Irak. Ninguno de los demás miembros del Consejo de Seguridad se opuso seriamente a la invasión. ¿Acaso si se amplía el Consejo de Seguridad hacia otros gobiernos capitalistas desarrollados y semicoloniales, y se elimina el derecho veto, tendremos sí una ONU al servicio de los pueblos del mundo? ¿Acaso eso evitará una invasión imperialista como la de Irak? Si ni siquiera se opusieron seriamente los gobiernos imperialistas de Francia y Alemania, qué podemos esperar de los gobernantes de las semicolonias, siempre sumisos al imperialismo y que son incapaces siquiera de pararse a dar un discurso similar al de Chávez.

No se trata pues de “refundar” la ONU, sino de acabar con ella. La ONU es una de la instituciones más reaccionarias que pueda haber, es el organismo supranacional de que se han dotado las burguesías más fuertes del mundo para llevar adelante su reparto y dominación internacional. Es pues, como dijo Lenin acerca de su predecesora, la Liga de las Naciones, “una cueva de bandidos”. Es desde allí donde se fraguan las “misiones de paz” con sus cascos azules para “estabilizar” y “pacificar” situaciones de “desorden” en alguna región o país y todos los planes de intervención imperialista. Aún cuando la política guerrerista y unilateralista de Bush, haya decidido prescindir de la aprobación o no de esta institución para su invasión Irak, no cambia el carácter imperialista de la misma.

Es evidente que las propuestas de Chávez no implican ningún cambio trascendental en la manera de llevar la política internacional, insistimos, desde el mismo momento en que propone “refundar” esa institución. Pero no es nada nuevo ni ocasional. Ya en los días previos a la invasión yanqui e Irak, Chávez, al igual que Lula, se sumaba a la política de Chirac y Schroeder de exigir que la decisión pasara por la ONU. Y nosotros decíamos en aquel entonces, ¿acaso, si la aprueba la ONU, las bombas caerán menos fuerte, las balas matarán menos, no será ya entonces una invasión imperialista? Es que Chávez ha repetido varias veces, y lo ha retomado en las últimas semanas, que desearía que las relaciones con los EEUU fueran con lo eran en tiempos de Clinton. Pero fue justo bajo el gobierno de Clinton que se dio la invasión a Yugoslavia en conjunto con las potencias imperialistas de Europa. El que cambie de partido el gobierno en los EEUU, el que se elimine el derecho a veto o que se amplíen los miembros del Consejo de Seguridad no cambiará el carácter reaccionario e imperialista de esa institución.

Se ve como la política del gobierno, no es sólo que no es antiimperialista en general, puesto que no cuestiona a las potencias imperialistas de Europa, tan expoliadoras e intervensionistas, como se demuestra actualmente en Afganistán, Haití y en los territorios de la ex Yugoslavia, para solo mencionar algunos puntos del planeta más conocidos. Como también son tan usurpadores como los Estados Unidos de nuestras riquezas como el petróleo, y comandan el robo en el área de las telecomunicaciones y del sector bancario. Pero tampoco es contra todo el imperialismo norteamericano en su conjunto pues este antiimperialismo se limita al antibushismo. Esto no sólo por los compromisos con sus compañías petroleras, sino porque además insiste en tener “buenas relaciones” con los gobernantes “demócratas” como Clinton o Kerry (con quien se coqueteó previo a las elecciones en EEUU) que en nada cambian el carácter imperialista y rapaz de los capitalistas yanquis.

Además de estos aspectos, Chávez planteó “retomar” lo expuesto en la propuesta aprobada en la Asamblea General de la ONU del 14 de diciembre de 1974, referida a un Nuevo Orden Económico Internacional, que planteaba el “derecho de los Estados a nacionalizar las propiedades y recursos naturales que se encontraran en manos extranjeras”, así como un orden mundial basado en “la cooperación entre todos los Estados cualesquiera sean sus sistemas económicos y sociales”. En un mundo donde hay una desigualdad real entre países imperialistas que dominan la economía y la política mundial y países semicoloniales oprimidos, no puede haber ninguna "igualdad de naciones" como formalmente declara la ONU y que propone Chávez. Sin negar la importancia que tiene la nacionalización, debemos decir que esto entra claramente dentro de una lógica del capitalismo de las camarillas capitalistas nacionales en contubernio con las transnacionales, y no de los trabajadores. Obligando al mismo tiempo a indemnizar en caso de probable nacionalización, bajo pena de intervención imperialista si no se hace el resarcimiento. Así, el funcionamiento sigue siendo al servicio de economías capitalistas. Por eso, la clave es la lucha consecuente contre el orden imperialista mundial.

Por todo esto, aún cuando ese tipo de discursos hagan que los trabajadores y sectores populares que apoyan a Chávez se emocionen y se animen contra el imperialismo, debemos ver con sobriedad las cosas. Como dijimos, esta política reformista para la ONU, que no cambia en nada su carácter capitalista e imperialista, es la continuación de la política nacional. En muchos discursos refiriéndose a cuestiones nacionales, Chávez también ha “hablado fuerte” y producido muchas emociones entre los trabajadores, pero toda esa emoción, toda esa energía del pueblo trabajador, es encausada por Chávez en su proyecto reformista para el país, en su programa de conciliación de clases. Toda la retórica está en función de una política concreta, que no es más que preservar las propiedades de la burguesía, hacer negocios y acuerdos con ésta, darle créditos a los desempleados para que conformen cooperativas y microempresas, y aplicar planes de asistencia social, es decir, ningún cambio revolucionario en las relaciones de propiedad ni en la distribución de las riquezas.

Así como la situación de las masas trabajadoras venezolanas exige medidas realmente revolucionarias, también las relaciones internacionales. En nuestro país sólo una revolución social, es decir, una revolución obrera y popular que expropie a la burguesía y expulse al imperialismo, que socialice los medios de producción y cambio, para que las mayorías trabajadoras seamos quienes planifiquemos la economía, puede marcar un cambio de rumbo en nuestras vidas, en camino a la liberación del yugo imperialista y a nuestra emancipación de la explotación capitalista. Así mismo, esta es la única manera de acabar con instituciones reaccionarias como la ONU, instaurando gobiernos obreros, campesinos y del pueblo pobre, que, como continuación de esa “política nacional”, tengan como “política internacional” la revolución socialista internacional, para ir confluyendo en federaciones de gobiernos revolucionarios.

Sólo por esa vía es posible la creación de un “nuevo orden económico internacional”, basado en una planificación económica y racional de acuerdo a las necesidades de las mayorías, en una sociedad organizada por los propios productores directos, los trabajadores. Décadas de gobiernos y propuestas reformistas a nivel internacional y de cada uno de los países, han demostrado que no alteran en nada el fondo de las relaciones de dominación mundial y de clase.

19 de septiembre de 2005

Juventud de Izquierda Revolucionaria (JIR)
En el movimiento por la construcción del
Partido Revolución y Socialismo (PRS)



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