A medida que pasan los días, vemos con impotencia como la muerte de los once patriotas asesinados por mandato del Hittler venezolano, que ordenó a sus hordas salir a la calle a drenar “Su arrechera” contra el chavismo, van quedando en el olvido. Da la impresión que están surgiendo potes de humo para que nos olvidemos de que once hogares de familias comprometidas con el proceso están enlutados como consecuencia de la violencia generada por la ultraderecha, que desde la MUD, lanzó el grito de “Fraude” el 14 de abril, antes que el CNE diera los resultados, a sabiendas que habían perdido por un margen claro e irrefutable.
Pareciera que la partida del Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías, ha marcado un antes y un después, que necesita ser visto en profundidad y dar un golpe de timón, para que la base comprometida no pierda la confianza en los postulados que están en la calle de, lucha contra la corrupción, el crimen y la impunidad.
El silencio que guarda el Ministerio Público con relación a la responsabilidad del candidato derrotado en los once homicidios del 14 A, genera mucho ruido. Igual la posición del PSUV, que solo denuncia, pero no reclama, no acusa formalmente al responsable de los once asesinatos, sino puras quejas a través de los canales de TV y micrófonos de radio, pero hasta el presente no conocemos de ningún dirigente que se constituya en acusador privado, para obligar al Ministerio Público a pronunciarse. Da la impresión que nadie quiere ponerle el cascabel al gato o que esos compatriotas rindieron sus vidas, jugando canicas y no defendiendo el proceso.
Lo mismo ocurre con los casos de corrupción. Aplaudimos la acción contra los diputados a la Asamblea Nacional Richard Mardo y Juan Carlos Caldera, contra el gerente del Seniat en Vargas, contra el funcionario de Indepabis en Sucre, porque son buenos mensajes hacia el colectivo de la lucha contra la corrupción.
Pero ocurre y entiéndase que no estamos generando escenarios de incertidumbre, sino que como en el 14 de abril, caen las pistolas pero no la mano que las activó. En este caso los investigados por actos de corrupción y otros delitos, son peones del ajedrez, pero no alfiles, mucho menos caballos o reyes del tablero de corrupción que ha desangrado al país, según las versiones de ministros del despacho.
Hace falta develar el misterio de lo que ocurrió con el “Sistema de Transacción de Títulos en Moneda Extranjera” (SITME), que sustituyó a CADIVI, porque esta última había generado corrupción, pero resulta que de acuerdo a palabras del propio profesor Jorge Giordani, Ministro de Planificación, este nuevo sistema habría servido de cobija a los banqueros. ¿Ahora que? ¿Les quitamos la cobija y les damos un edredón?.
Los soldados de la revolución que no tenemos jinetas ni caponas, queremos conocer quienes son, de la A, a la Z, los beneficiarios de los veinte mil millones de dólares que le birlaron al país, con importaciones chimbas. Queremos ver publicada la lista de las honorables personas jurídicas y naturales, que se quemaron las manos amasando la moñoña de billetes verdes, que son de todos nosotros, los venezolanos que hemos designado a un equipo de gobierno para que nos administre esos bienes, que no son los bienes de la burguesía de ninguna estirpe, ni de la amarilla ni de la boli endógena.
Tenemos que, como el Ché Guevara, acompañar el discurso con la acción. Si vamos a una lucha frontal contra la corrupción y la ultra derecha, entonces comencemos por atacar las raíces de la patología. Junto con los payasos, metamos también al mismo calabozo a los amos del circo, que son los mentores de los payasos y maromeros.
La corrupción no es solamente recibir cheques o efectivo, de manera ilegal hay formas diversas, desde facilitar la rendija para que se filtre al paquete, hasta firmar y sellar con aparentes visos de legalidad lo que va en contra de los intereses de las mayorías.
Conspirar no es solamente montar guarimbas, como las que están montando los rectores de las universidades “Autónomas” y el movimiento de los “Nalguitas blancas”, sino también provocar las colas del oprobio en los supermercados, administrando los insumos por cuenta gotas e imponiéndole a los consumidores la disciplina del número para accesar a los productos de primera necesidad. Conspirar también es la publicación de “informaciones” falsas que generan angustia o terror en la población. Conspiración también es ir al Departamento de Estado a pedir intervención para derrocar al gobierno legítimamente electo por la voluntad del pueblo venezolano. Conspirar también es no cumplir con las obligaciones como servidores públicos, para generar ruido y malestar en la población. La protección interesada ejercida por algunos cuerpo policiales, a la vista de la ciudadanía, también es corrupción y conspiración contra el proceso.
De manera, que como decía constantemente nuestro comandante eterno, Hugo Rafael Chávez Frías, el que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que oiga. Esos señalamientos no son espejismos, son males que están presentes en nuestra querida patria y que están debilitando las bases del legado del Arañero de Sabaneta, que entregó su joven existencia en defensa de la Revolución Bolivariana, que ahora nos corresponde a todos defender, con decisión y arrojo, pero para eso debemos olvidarnos de los tribunales de micrófono y combatir a fondo la corrupción y la impunidad, que generan indignación.
Periodista*
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