No he tenido la oportunidad de leer la novela ganadora del Premio Rómulo Gallegos ni la posibilidad de leer alguna comentario denso sobre ella. Oí el discurso que ofreció Eduardo Lalo, ganador en esta ocasión del premio y su discurso, inteligencia, sencillez y sufrimiento por su tierra del edén, justifica ese premio. Seguro estoy, que la novela debe ser un lindo y hermoso documento.
Oír el discurso de Eduardo Lalo, fue para mí una cosa difícil en verdad. No sabía si gozar la fuerza de cada palabra o deprimirme por lo que ahí planteaba. Dándole vueltas al asunto y reconociendo la estatura de este joven escritor, finalmente consideré que siendo justo el veredicto y que ya el escritor lo merecía, me dije o reflexioné, sobre la posibilidad de premiar a Eduardo Lalo por su trabajo merecedor del premio, pero pudo dársela una oportunidad a Puerto Rico.
Puerto Rico, como tierra que ha sido objeto de dos posesiones colonizadora y que aún hoy en pleno siglo XXI con ONU y todo, vive bajo esa condición de colonia de los EEUU, debió merecer un premio Rómulo Gallegos. El jurado ya habiendo acordado el premio, pudo haber hecho una extraordinaria excepción y haber ofrecido el premio a Puerto Rico o por lo menos a dos personajes que pueden perfectamente ser auténticos representantes de este Puerto Rico que con dos posiciones coloniales continua su lucha por su independencia.
Eduardo Lalo pudo haber compartido el premio con René Pérez Joglar, (Residente), quien también tiene los puntos, como poeta y defensor de los más auténticos intereses de América Latina. René Pérez Joglar en una raíz sembrada en el corazón de Puerto Rico y América.
Siendo Eduardo Lalo de esa hermosa tierra; el jurado pudo acertar en el veredicto e incorporar a René Pérez Joglar al premio. Esta excepción, pudo también haber sido aprovechada para que el premio alcanzara a Hugo Chávez Frías. No hay duda, Chávez es de hoy de Puerto Rico y esa tierra la llevo en su corazón. Estoy seguro que la humildad de Eduardo Lalo pudo haber dado razones para que el jurado se excediera en sus atribuciones e hiciera un acto de justicia con el premio por la independencia de Puerto Rico. El Jurado, pudo haberle dado a este premio la oportunidad de convertirse en un pronunciamiento político y con ello, no caería en ninguna contradicción con los principios o fundamentos que orientan este importante premio.
Pudo haberlo hecho, pero sé que este pelón cabe sólo en mi mente. En mi imaginación, el Jurado pudo haber llegado a ese extremo. En mi imaginación no era un gran “pelón”, porque la obra de Rómulo Gallegos y particularmente Doña Bárbara, es una manera también de ver América Latina y de comprender hoy a Puerto Rico.
Marcano.evaristo@gmail.com